Miles de haitianos continúan padeciendo los efectos de la brutal represión ejercida por el régimen militar entre 1991 y 1994, de acuerdo con un informe oficial publicado esta semana.
El documento de 115 páginas lanzado por la Oficina de Seguimiento e Investigación de Haití, una organización creada para ayudar a las víctimas de la represión, presenta un panorama de la situación actual de las víctimas y realiza algunas propuestas para mejorarla.
El 30 de septiembre de 1991 se produjo un cruento golpe militar dirigido por el general Raoul Cedras contra el gobierno del presidente Jean Bertrand Aristide.
Para septiembre de 1994, fecha en que se rindió la junta militar ante la inminencia de la invasión de una fuerza multinacional dirigida por Estados Unidos, sumaban casi 5.000 las denuncias de asesinatos políticos.
Los más afectados por la violencia, el miedo y el aislamiento que debieron sufrir pertenecen al sector social más pobre, ya que no pueden cuidar de sí mismos ni reciben ayuda, señala el informe.
Agrega que las "desapariciones" provocaron "intensa incertidumbre y culpa" en las familias de las víctimas, privadas del proceso de duelo y los ritos funerales, necesarios para superar el trance.
Muchos individuos no tuvieron otra opción que pasar los tres años de dictadura en la clandestinidad para escapar a la muerte, pero padecieron graves privaciones y gran parte de ellos padecieron desnutrición y otras enfermedades debido a las malas condiciones de vida, el estrés y la falta de cuidados médicos.
Las esposas de los fugitivos o desaparecidos a menudo se encontraban solas y con la obligación de mantener a los restantes miembros de la familia, y muchas veces eran perseguidas por agentes de la junta militar.
La producción agrícola y la industria casera también se vieron desbaratadas cuando miles de habitantes rurales debieron ocultarse. De manera similar, organizaciones de autoayuda y de pequeños agricultura dejaron de funcionar.
Muchas de las personas que padecieron la represión del régimen militar sufren ahora del "síndrome del estrés postraumático".
Los síntomas son ansiedad, depresión y paranoia. La ansiedad es a menudo extrema, y las víctimas son incapaces de recordar lo que les sucedió y están obsesionadas con su memoria. Otras presentan una conducta social anormal, como agresividad o pasividad extrema.
Las afecciones físicas de las víctimas podrían curarse o al menos tratarse si se contara con los medios necesarios. Algunas requieren intervenciones ortopédicas, oftalmológicas, o de otro tipo, pero la necesidad más urgente es la de terapia física u ocupacional para aliviar los traumas sufridos, dice el informe.
Además, existe necesidad de reparación simbólica, jurídica y económica, destaca el informe, y agrega que sólo si se revitalizan las instituciones democráticas y sociales, tales reparaciones surtirán efecto. (FIN/IPS/tra-en/imc/mk/ml/hd/98