El asesinato del obispo auxiliar de Guatemala, Juan Gerardi, se convirtió en una brasa caliente que puso a prueba a la justicia de este país centroamericano y generó un nuevo distanciamiento entre el gobierno y la Iglesia Católica.
Dos militares, un sacerdote y una empleada doméstica son sospechosos en las investigaciones que realiza la fiscalía para aclarar uno de los crímenes políticos más trascendentes de los últimos años en Guatemala.
Gerardi fue asesinado la noche del 26 de abril pasado en la casa parroquial de San Sebastián al recibir varios golpes en la cabeza.
Las investigaciones dieron un nuevo giro con la detención del sacerdote y vicepárroco de la iglesia San Sebastián, Mario Orantes, y de la empleada doméstica Margarita López.
Orantes encontró el cadaver de Gerardi y efectuó la denuncia, pero las autoridades lo detuvieron este miércoles en la iglesia San Sebastián, en pleno centro de la ciudad.
La situación jurídica del vicepárroco aún es incierta, pues hasta el lunes o el martes la justicia no decidirá si lo procesa o lo deja en libertad. En caso de ser procesado, pasaría al menos seis meses en la cárcel.
El fiscal Otto Ardón, que lleva el caso Gerardi, dijo que él solicitó las detenciones de Orantes y López, porque existirían indicios de que habrían participado en el asesinato.
La detención del sacerdote se produjo sólo 48 horas después de que la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado (ODHA) anunció que entregaría a la justicia los nombres de dos militares sospechosos del asesinato del obispo auxiliar de Guatemala.
El director de la ODHA, Ronalth Ochaeta, dijo que los nombres fueron proporcionados por teléfono por un supuesto testigo y que también se cuenta con un número de matrícula de un vehículo que perteneció a la desmovilizada zona militar de Chiquimula, en el este del país.
Pocas horas después del anuncio de la ODHA, la Iglesia Católica recibió un nuevo golpe cuando el capellán del Ejército, el sacerdote de origen italiano Sebastiano Crestani, fue baleado por desconocidos, recibiendo un disparo en la cara, dos en el abdomen y uno en el hombro.
El ataque generó sospechas de que Crestani sabría quienes fueron los autores del asesinato de Gerardi, ya que Ochaeta dijo que algunos datos que poseen fueron revelados en secreto de confesión.
Dos días de ser asesinado, Gerardi había presentado el informe Recuperación de la Memoria Histórica, titulado "Guatemala nunca más", en el que documentó numerosas violaciones de los derechos humanos, en su mayoría cometidas por el Ejército. (FIN/IPS/lp/ag/ip-hd/98