Más de 100 mujeres denunciadas como "brujas" en sus comunidades de Ghana, fueron liberadas de un refugio donde muchas de ellas vivieron la mayor parte de su vida adulta.
Pero en lugar de salir y disfrutar de su flamante libertad, las mujeres, cuya edad oscila entre los 30 y 75 años, se rehusaron a regresar a su lugar de origen.
"No nos vamos a ninguna parte. Aquí estamos seguras", dijo Assana, de más de 70 años y líder de las mujeres, quien ha estado más de 30 años en el pueblo de las "brujas" de la norteña localidad de Gambaga, tras ser expulsada de su aldea natal, acusada de la muerte de un niño.
Assana se instaló en Gambaga porque, según se dice, el "rana" (jefe) local tiene poderes para librar a las brujas de sus poderes maléficos.
"Como se puede ver, no impido a nadie irse de aquí. Yo no las fui a buscar. Vinieron aquí buscando refugio en mis poderes y yo las recibí", dijo el "rana" Gambagarana Wuni.
Wuni ha sido durante más de 100 años refugio de supuestas brujas del norte de Ghana y de la vecina Burkina Faso.
Esas "brujas" fueron acusadas de causar la muerte o de la impotencia sexual de sus maridos, y a algunas se las responsabilizó incluso de epidemias de cólera, meningitis, sarampión o tuberculosis.
Las mujeres estigmatizadas llegaron a Gambaga por sus propios medios o llevadas por familiares, para escapar de la muerte a golpes, el destino que las comunidades del norte reservan con frecuencia a quienes son declaradas brujas.
Cinco ancianas fueron muertas a golpes hace dos años por jóvenes que las acusaron de causar mediante artes de brujería una epidemia de meningitis.
Ese incidente determinó al presidente Jerry Rawlings a advertir a los responsables de "actos bárbaros" semejantes que sufrirán el peso de la ley penal.
La vice ministra de Empleo y Bienestar Social, Ama Benyiwa-Doe, admitió que el gobierno podría prohibir por ley la aplicación del estigma de bruja. Pero las autoridades prefieren "usar la educación y la persuasión para poner fin a esta práctica".
La acusación de brujería agrede los derechos de las mujeres afectadas, señaló la viceministra. La Federación Internacional de Abogadas ha pedido a que se ponga fin a esa práctica.
La prensa de Ghana presenta a Wuni como un "super cazador de brujas que tiene a las mujeres bajo su hechizo y trabajando en sus campos". Pero ese jefe tradicional rechaza las acusaciones y afirma que sólo exorciza a las mujeres.
"Yo heredé este poder de mi padre, quien lo recibió de su padre: ambos eran jefes", dijo Wuni.
Otro "rana", Von Salifu, presidente de la Comisión para las Artes y la Cultura en la región norteña, explicó que en esa zona hay varios refugios para "brujas". Los más grandes son Gambaga y Bimbilla, cerca de la frontera con Togo.
Salifu punualizó que las mujeres refugiadas en Gambaga no son retenidas allí contra su voluntad. "Ellas llegaron desde todo el norte, e incluso de Burkina Faso, buscando refugio junto a él (el jefe). Esa ha sido la tradición desde antes que el jefe Wuni fuera nacido".
Agregó que los ghaneses "deben proteger del maltrato a quienes son declarados brujas o brujos".
La Iglesia Presbiteriana trabaja desde hace varios años con mujeres en las comunidades de "brujas", capacitándolas en oficios como hilar algodón y hacer jabón y rosarios. Muchas de ellas también venden leña.
Por su parte, la Iglesia Anglicana y la Apostólica, entre otras, entregan ropas y alimentos a las mujeres estigmatizadas.
Miembros de la Iglesia Presbiteriana que trabajan en el área aseguran que las refugiadas tienen libertad de movimiento en Gambaga y algunas de las más jóvenes se han casado con hombres del lugar.
Un pastor presbiterano que pidió reserva de identidad afirmó que las "brujas" se niegan a volver a sus comunidades porque aún pesa sobre ellas la acusación que las hizo huir.
Aiyeshetu, que volvió a su casa después de residir en Gambaga, regresó a su refugio con una oreja cortada. "Le dijeron que eso era una advertencia. Si retorna a su aldea otra vez, le cortarán la otra oreja", dijo el pastor.
"Las mujeres están asustadas. Tenemos que educar a la población, lograr que todos vayan a la escuela y promover su evangelización, para que sepan que las enfermedades no son causadas por brujería", agregó.
La tasa de alfabetización en la región norteña es dedólo 10 por ciento, y las autoridades admiten públicamente que la mayoría de la población aún sigue las prácticas tradicionales.
Algunas "brujas" sienten nostalgia de su hogar y les gustaría regresar junto a sus familiares. Pero el pastor presbiteriano considera que esa es una cuestión "delicada".
"Se necesita mucha paciencia y educación en ambas partes. Y el caso de Aiyeshetu evidencia un gran retroceso", observó.
"Sólo dejaré de darles refugio (a las "brujas") cuando dejen de venir", afirma por su parte Wuni. (FIN/IPS/tra-en/ea/di-ff/pr hd/98