Una serie de notas publicadas por el diario The New York Times, que amenaza con convertirse en una verdadera caja de Pandora sobre las actividades anticastristas en Estados Unidos, encontró eco en Cuba hoy.
El diario Granma, órgano del gobernante Partido Comunista de Cuba, reprodujo fragmentos de dos artículos publicados los días 12 y 13 por ese periódico sobre acciones del exiliado cubano Luis Posada Carriles y sus vínculos con el fallecido empresario y líder anticastrista Jorge Mas Canosa.
Pero la serie elaborada a partir de una entrevista de dos días con el hombre de 70 años, acusado de una larga lista de delitos terroristas, no mereció hasta el momento reacción oficial ni comentario de la prensa monopolizada por el Estado.
"Estamos siguiendo el curso del debate y en su momento diremos lo que deba decirse", dijo el portavoz de la cancillería cubana, Alejandro González, que calificó la información originada en Estados Unidos de "sumamente interesante".
Acusado de ser uno de los responsables del atentado contra una nave de Cubana de Aviación en 1976 que provocó la muerte de 73 personas, Posada es presentado por The New York Times como un terrorista con una historia de casi 40 años.
Los dos artículos, firmados por los periodistas Ann Louise Bardach y Larry Rohter, generaron la protesta inmediata de la más influyente organización del exilio cubano, la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA).
Más allá de los caminos escogidos por Posada para su lucha "por la libertad" de Cuba, el exiliado habría revelado sus estrechos vínculos con Jorge Mas Canosa, líder de la fundación hasta su muerte el año pasado.
Los contactos datan de 1963, cuando Mas Canosa y Posada revistaban juntos en el ejército de Estados Unidos, y pueden haber incluido la entrega de fondos por más de 200.000 dólares de la FNCA para las actividades de Posada.
La investigación ve tras la separación una maniobra que situó a Mas Canosa como "la cara pública de un movimiento" y a Posada Carriles como "el líder del ala militar clandestina de los exiliados".
De confirmarse la versión periodística, la FNCA quedaría muy mal parada. Esta organización se promociona desde su creación, en 1981, como una organización sin fines de lucro (y que, por lo tanto, no paga impuestos en Estados Unidos) que opta por vías pacíficas de lucha política contra Castro.
Con el liderazgo de Mas Canosa, la FNCA se convirtió en uno de los grupos de presión política más efectivos de Washington y "en arquitecto principal de la política de Estados Unidos hacia Cuba", afirmó The New York Times.
"Las declaraciones de Posada insinúan que la actitud pública de la fundación de mantener sólo una resistencia pacífica ante Castro fue una ficción esmeradamente mantenida", asegura el primer artículo de la serie.
Pero Posada desmintió en una entrevista televisiva con WLTV- Canal 23, de Miami, que hubiera dicho a The New York Times que recibía dinero de Mas y de la fundación. La periodista "hizo un reportaje terrible, con una serie de falacias", dijo Posada, citado por El Nuevo Herald.
"Yo no represento el brazo armado de nadie, no pertenezco a la fundación ni a ninguna organización del exilio", añadió.
Ante las demandas de la FNCA y el desmentido televisivo de Posada, The New York Times aseguró contar con el testimonio de unas 100 personas, 13 horas grabadas con el cubano, declaraciones juradas y documentos firmados de puño y letra del entrevistado.
Además, el diario reveló que para la serie fueron utilizados los expedientes de Mas Canosa y Posada Carriles que poseen las gubernamentales Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos.
Posada se responsabilizó con una ola de explosiones ocurridas el pasado año en instalaciones turísticas cubanas y anunció la preparación de nuevos sabotajes contra la economía cubana "muy pronto", según la serie de notas periodísticas.
"Con respecto a una cosa, Posada habló francamente y sin excusas: él sigue con la intención de matar a Castro, y cree que la violencia es el mejor medio de ponerle fin al comunismo en Cuba", aseguró The New York Times.
El diario agrega que, según documentos revelados en Washington por los Archivos de Seguridad Nacional, el FBI y la CIA tenían conocimiento detallado de las operaciones de Posada contra Cuba desde principios de los años 60 hasta mediados de los 70.
Posada recibió entrenamiento de la CIA en los años 60, estuvo preso nueve años por el atentado contra el avión de Cubana de Aviación hasta su fuga en 1985 y participó en la operación clandestina del teniente coronel Oliver North para suministrar armamentos a los contras nicaragüenses.
"A mi no me molesta ni la CIA ni el FBI, y yo me mantengo neutral con ellos. Siempre que puedo ayudarlos, lo hago", dijo el exiliado a los periodistas.
The New York Times citó además testimonios que acusan al FBI de no investigar a fondo las denuncias sobre la preparación de un atentado contra Castro durante la última Cumbre Iberoamericana en Isla Margarita, Venezuela.
El cubanoestadounidense Antonio Jorge Alvarez aseguró haber arriesgado su negocio y su vida al denunciar que Posada y un grupo de hombres que trabajaban en una fábrica de su propiedad preparaban atentados contra Castro y una campaña de bombas.
Mientras las autoridades de Venezuela reaccionaron tomando serias medidas de seguridad, Alvarez aseguró que nunca fue interrogado por el FBI ni la CIA sobre su denuncia.
La historia pareció confirmarse cuando, justo antes de la cumbre, la Guardia Costera estadounidense detuvo en Puerto Rico a una embarcación con cuatro hombres, uno de los cuales aseguró que tenían la misión de matar a Castro.
Informes de prensa aseguran que las investigaciones posteriores demostraron que el bote era propiedad de la Fundación Nacional Cubano Americana y que una de las armas estaba registrada a nombre de Mas Canosa. (FIN/IPS/da/mj/ip/98