Una recopilación de ensayos salpicados de historia, nostalgias y anhelos en los que el fútbol es el pretexto entró en circulación en Colombia, a modo de manual de reflexión para quienes quieran ingresar al equipo de la paz, bajo el título de "Juego Limpio".
La editora del libro, Marisol Cano, lo definió como "una interesante aproximación a lo que significa el respeto por la diferencia (…) y ejemplo de lo que puede representar para los colombianos la apuesta individual y colectiva de construcción de un país".
Como los integrantes de la selección nacional que por tercera vez consecutiva se clasificó para participar este año en la copa mundial en Francia, del que fue eliminado en la primera ronda, los autores de "Juego Limpio" también reflejan las marcadas diferencias culturales y raciales de este país.
En el libro editado por la Corporación Cultural Nuevo Milenio se alternan textos de artistas, científicos, filósofos, políticos y directores técnicos con fotografías de futbolistas, desde el parsimonioso y rubio número 10 Carlos "El Pibe" Valderrama hasta el ágil delantero negro Faustino "El Tino" Asprilla.
Con más licencias de las que puede permitir un director técnico (aunque fuera el de la selección de Colombia, Hernán Darío "El Bolillo" Gómez, que reconoció haber tolerado licor y otros excesos en plena concentración), la editora convocó, incluso, a autores que confesaron que no les gusta el fútbol.
"No me seduce este espectáculo", dijo el escritor Gustavo Alvarez Gardeazabal, autor de "Cóndores no entierran todos los días", novela que transcurre a mediados de siglo, en el período conocido como "la Violencia", que dejó 300.000 muertos en una guerra civil no declarada entre liberales y conservadores.
Alvarez, gobernador del departamento del Valle del Cauca, en el suroeste, ha impulsado negociaciones entre insurgentes y autoridades de su región, previas al proceso de diálogo entre el Ejército de Liberación Nacional y la sociedad civil, formalizado ésta semana en Maguncia, Alemania.
Al escritor y político no le gusta el fútbol. "No puedo dejar de recordar que mientras el 'Cóndor' (un temible y sanguinario jefe conservador) imponía su ley en el Valle del Cauca por las ondas de radio (…) nos llegaban las alabanzas desmedidas de la 'Saeta Rubia"', el jugador argentino Alfredo Di Stéfano.
Di Stéfano simboliza en Colombia la llamada época de Eldorado del fútbol, cuando hombres de club de la clase alta de Bogotá contrataron jugadores del Cono Sur para impulsar la práctica de este deporte.
Otro autor, el cineasta Lisandro Duque, ve en la selección nacional un retrato del país.
Hay individualidades brillantes y representatividad regional, "pero (como) los colombianos no nos soportamos entre nosotros" porque "somos multiculturales, pero no hemos aprendido a ser pluri-culturales" el resultado es un juego "disparejo, miedoso y avivato".
En ello, anotó, influye la "retórica radial y televisiva empecinada en que el gol justifica los medios y en que el resultado es más importante que el espectáculo", lo que entra "en combustión con factores culturales complejos y perversos".
"No me parece casual que los grandes campeones colombianos lo hayan sido sólo en deportes individualistas: boxeo, atletismo, ciclismo", dijo Duque, cuya filmografía incluye "El Escarabajo", una película sobre un ciclista antihéroe.
En el intento de poner sobre la cancha diversas ópticas sobre el país y de buscar salidas al conflicto político, militar y cotidiano, el proyecto editorial convocó a su selección de ensayistas al comandante de las fuerzas armadas, general Manuel José Bonnett.
El militar planteó que en la actual coyuntura, donde el fútbol y la paz se equiparan como ilusión colectiva, hay que hacer equipo.
"Se trata de imaginar un estadio con capacidad para 37 millones de personas que no serán espectadores sino miembros activos del partido. Lo jugaremos todos los colombianos enfrentados a los agentes y factores generadores de violencia", observó.
Entre ellos, mencionó "la corrupción, la impunidad, la pobreza la injusticia social, los grupos subversivos, los narcotraficantes", que tratarán de imponer su tradicional juego sucio lleno de faltas y de trampas.
Pero "con nuestra presión los vamos a inmovilizar y de esta manera los goles vendrán uno tras otro hasta la victoria final", concluyó.
Daniel García-Peña, consejero de Paz de la Presidencia de la República, dijo que en Colombia el sentido de nacionalidad está aún en formación y que, "aunque parezca superficial y pasajero", la selección nacional es de las pocas realidades que generan sentido de pertenencia compartido ampliamente.
"¿Qué mejor ilustración de la diversidad racial y regional que una foto de la Selección, que evidentemente se parece físicamente más a los colombianos comunes y corrientes que, por ejemplo, el gabinete ministerial o cualquier junta directiva?", preguntó el consejero.
Para el genetista Emilio Yunis, el fútbol como práctica y fenómeno en América Latina está ligado a la transición de las ciudades hacia la modernidad, proceso que en Colombia ha sido más tardío que en el Cono Sur.
"Con un campo abandonado, tradicional y muy atrasado con relación a la ciudad, la migración era una respuesta obligada frente a las disparidades y a la oferta de oportunidades primero, y frente al acoso y hostigamiento después", sostuvo.
En ese nuevo escenario urbano, con amplios sectores marginados y excluidos, el fútbol aparece como una reivindicación, dijo Yunis. "Es como si se dijera: No poseemos los medios de producción, no poseemos la técnica, pero sí nuestro cuerpo", explicó.
"En el Brasil surgirán, tomados de la mano la samba y el carnaval. En Argentina y Uruguay, en los barrios marginales el dominio del cuerpo hace furor con el tango y con la pelota que se brinda para el espectáculo de las fintas y las bordadoras", anotó.
En Colombia, sólo hasta la década de los años 80 el fútbol empezó a tener un sello nacional, lo que coincide con la aparición del director técnico Francisco Maturana, odontólogo de profesión.
La clave en ese proceso que es tardío con respecto a países del Cono Sur estuvo, según Maturana, en que empezamos "a intentarlo a nuestro modo".
Por eso, dijo Maturana, "contará la historia que en un país lejano, llamado Colombia donde todos estábamos muertos: unos de plomo y otros… de miedo, el fútbol y básicamente su selección , fue la huella digital". (FIN/IPS/mig/mj/ip cr/98