La semana económica finalizó hoy en Chile con las primeras señales de éxito para las medidas de ajuste que el gobierno y el Banco Central adoptaron a fines de junio con el fin de contrarrestar el impacto de la crisis asiática.
La Bolsa de Comercio de Santiago tuvo su mejor desempeño semanal de 1998 y la presión alcista del dólar se aminoró en los mercados cambiarios, mientras se regularizaban las tasas de interés al ritmo del descenso de la demanda de créditos de consumo.
El costo de estos logros será una creciente pérdida de dinamismo de la economía chilena, como quedó en evidencia en el último informe de coyuntura difundido el viernes por el Banco Central.
El índice mensual de actividad económica (Imacec), homologable al producto interno bruto (PIB), que hasta abril había crecido en promedio 7,2 por ciento, fue en mayo de sólo 4,2 por ciento.
La expansión del PIB será todavía menor en los próximos meses, cuando se incorporen los efectos de las medidas financieras y fiscales dispuestas el 26 de junio por el Ministerio de Hacienda y el Banco Central.
En esa oportunidad se anunció una rebaja de 200 millones de dólares del gasto público y se dispuso la flotación controlada del peso chileno frente al dólar, decisión que en la práctica se tradujo en una devaluación.
Con el fin de alentar la afluencia de recursos externos a la alicaída actividad bursátil, las autoridades rebajaron de 30 a 10 por ciento el depósito de garantía por un año que grava las inversiones extranjeras no productivas.
Las primeras dos semanas de aplicación del ajuste estuvieron marcadas por protestas sindicales ante la rebaja del gasto público en sectores como salud, educación, vivienda y obras públicas, de alto efecto en el empleo.
La presión sobre la economía chilena, en tanto, continuó al producirse hace una semana una nueva caída de la cotización internacional del cobre, principal producto de exportación del país, que alcanzó entonces su menor precio en los últimos 11 años.
La bolsa, a su vez, no emitía señales claras de recuperación, hasta esta semana, en que el índice de precio selectivo de acciones (IPSA), que mide los papeles más negociados, creció 9,6 por ciento, en su mejor comportamiento en el curso de 1998.
También esta semana los intereses para la contratación de créditos en el sistema financiero privado, que habían sobrepasado la cota de 12 por ciento, se acercaron a la tasa referencial de 8,5 por ciento del Banco Central para instrumentos a 90 días.
Otro aliento optimista vino desde la Bolsa de Metales de Londres, donde el precio del cobre se cotizó estos últimos días entre 75 y 76 centavos de dólar la libra, superando el registro crítico de 71 centavos de la semana anterior.
El dólar, que en los días posteriores al ajuste se desbordó en el mercado libre hasta superar los 470 pesos, se estabilizó también esta semana en un promedio entre la compra y la venta de 462 pesos.
La "desaceleración" económica de mayo fue recibida por los analistas como otra buena señal para los planes de estabilizar la economía y ponerla a salvo de las turbulencias originadas en el sudeste asiático y Japón.
La pérdida parcial de dinamismo del PIB traduce una menor producción, que rebajará la demanda por insumos importados y a la vez propiciará una disminución del gasto privado, reduciéndose también las compras externas de bienes de consumo.
Con esta estrategia, las autoridades buscan disminuir el déficit comercial que, de acuerdo con el último informe del Banco Central, llegó en el primer semestre a 1.076 millones de dólares, tras un saldo negativo de 1.294 millones en 1997.
La reducción del déficit comercial persigue también el control del mercado de cambios y por esa vía la defensa del límite previsto para la inflación, un objetivo fundamental del gobierno de Eduardo Frei, que también es apoyado mediante el control del gasto público.
Chile tuvo en 1997 un crecimiento económico de 7,1 por ciento, uno de los más altos de América Latina, y para este año se prevé que la tasa se ubique entre cinco y 5,5 por ciento, debido al impacto de la crisis asiática.
La apuesta a la estabilización por la vía del enfriamiento de la actividad económica conllevará un aumento de la desocupación, de 5,6 por ciento en la actualidad a siete por ciento a fines de año, según proyecciones. (FIN/IPS/ggr/ff/if/98