El escrutinio de las elecciones en Camboya, celebradas el domingo en relativa calma, comenzó hoy pero insumirá semanas, y más tiempo aún la constitución de un nuevo gobierno cuya integración es incierta.
Entre 80 y 90 por ciento de los ciudadanos habilitados en este país de 181 millones de habitantes concurrieron a las urnas, a pesar de los informes difundidos el mismo día de las elecciones sobre muertes e irregularidades en el norte del país, atribuidos a la organización rebelde Jemer Rojo.
Treinta y nueve partidos políticos participaron en las elecciones. La mayoría de los votos se dividirán entre el gobernante Partido del Pueblo Camboyano (PPC), el monárquico Frente Nacional Unido (Funcinpec) y el movimiento que lidera el ex ministro de Finanzas Sam Rainsy.
Todos los sondeos previos y los datos ya procesados apuntan a que de nuevo deberá constituirse un gobierno de coalición. Los tres principales partidos tienen grandes diferencias entre ellos.
El izquierdista Hun Sen, líder del PPC, y el príncipe Norodom Ranariddh, del Funcinpec, compartían a pesar de sus grandes diferencias el cargo de primer ministro, de acuerdo con el peculiar sistema institucional surgido tras las elecciones patrocinadas por las Naciones Unidas en 1997.
Pero Hun Sen derrocó a su coprimer ministro en julio de 1997, para lo que alegó la existencia de una supuesta alianza entre el hijo del rey Norodom Sihanouk y el Jemer Rojo, durante cuyo régimen de agrarismo forzado, entre 1975 y 1979, murieron un millón de personas ejecutadas o de hambre.
Por otra parte, se prevé que el partido de Rainsy se constituya como tercera fuerza. El ex ministro manifestó fuertes críticas hacia Ranariddh y Hun Sen, e incluso llegó a acusar al líder del PPC de amañar las elecciones.
"Es difícil en extremo predecir la conformación del próximo gobierno y todos deben estar preparado para algunas sorpresas", dijo Raul Jennar, un académico camboyano radicado en Phnom Penh.
Una mayoría de dos tercios (82 escaños) se requiere para la constitución de un nuevo gobierno en la Asamblea Nacional de 122 integrantes, y ningún partido podrá obtener más de 60 escaños por sí solo.
De hecho, muchos analistas pronostican la reiteración del escenario que surgió luego de las elecciones de 1993, cuando el Funcinpec obtuvo 58 escaños y el CPP, 51, lo que obligó a ambos partidos rivales a integrarse en una inestable coalición.
"El Funcinpec podría constituir otra vez gobierno con el PPC, en aras de la estabilidad nacional", dijo un alto dirigente del partido monárquico radicado en Phnom Penh.
Esto podría significar, agregó, que Ranariddh abandone la carrera por el puesto de primer ministro y se prepare para suceder a su padre en el trono.
"El nuevo gobierno no gozará, como en 1993, de la euforia mundial en torno a la reconciliación política o con la generosidad mundial", dijo un diplomático asiático en Phnom Penh.
Pero para el nuevo gobierno de Camboya la caída del interés internacional podría ser una bendición. "A lo largo de la historia, la mayoría de los problemas de Camboya respondió a la tenencia de las facciones dentro de su elite de procurar respaldo extranjero para mantenerse en el poder", recordó Jennar.
Durante siglos, los potencias extranjeras fueron Tailandia y Vietnam, pero en tiempos modernos se incorporaron a esta lista la antigua metrópoli europea, Francia, al igual que Estados Unidos.
El próximo gobierno tendrá, tal vez, la oportunidad de resolver sus problemas por sí solo.
Los altos funcionarios de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), que asisten a una conferencia sobre seguridad regional en Manila, mostraron alivio. El secretario (ministro) de Relaciones Exteriores de Filipinas, Domingo Siazon, dijo que de los comicios surgirá un "resultado creíble".
"Esperamos que los resultados sean respetados por todas las fuerzas y que conduzcan a la reconciliación nacional y al retorno a la constitucionalidad plena, la paz interna y la prosperidad", dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Austria, Wolfgang Schuessel, quien representa en Manila a la Unión Europea.
La secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Madeleine Albright, fue más cauteloso. Los camboyanos "desean con desesperación que la democracia funcione", pero "es del mismo modo importante no apresurarnos a juzgar el resultado de esta elección", dijo en Manila.
La formación de un nuevo gobierno solo será posible luego de que el actual expire en septiembre y sería fundamental para que el país pueda volver a encaminar su economía.
Muchos inversores abandonaron el país. Instituciones financieras internacionales retiraron asistencia crucial tras el violento derrocamiento del príncipe Ranariddh.
El producto interno bruto de Camboya creció apenas dos por ciento el año pasado, según el Banco de Desarrollo Asiático. La meta del gobierno era de siete por ciento. Aun si el nuevo gobierno obtuviera confianza de los inversores, el crecimiento de 1998 ascendería solo a 3,5 por ciento.
Cuarenta por ciento de los gastos del gobierno, más de 200 millones de dólares al año, son financiados por donantes extranjeros y organizaciones multilaterales de crédito. La recuperación de la asistencia es crucial para la recuperación de Camboya.
El Fondo Monetario Internacional congeló un préstamo de 120 millones de dólares debido a que el gobierno fracasó en sus metas económicas. Varios gobiernos occidentales, encabezados por Estados Unidos, cortaron su asistencia con el derrocamiento de Ranariddh.
La inversión extranjera aumentó de 33 millones de dólares en 1992 a 240 millones en 1996, pero cayó a menos de 150 millones en 1997.
La integración de Camboya a la ASEAN también quedó suspendida en julio. Se trata del único de los 10 países del sudeste asiático que aún no integran la alianza.
Pero los beneficios económicos de la integración a la ASEAN serán limitados debido a la crisis asiática. (FIN/IPS/tra- en/ss/js/mj/ip/98