Un acuerdo entre los profesores y el Ministerio de Educación puede poner fin a la huelga de tres meses en las universidades que mantiene el gobierno federal de Brasil, pero no soluciona la crisis que sufre la enseñanza superior de este país.
Ni siquiera la vuelta a las clases está totalmente asegurado. El presidente del Sindicato Nacional de Docentes de Instituciones de la Enseñanza Superior (ANDES), Renato de Oliveira, solo prometió defender el fin de la huelga en las asambleas de profesores que se celebrarán en los próximos dias.
Esta promesa fue una exigencia del presidente del Congreso, Antonio Carlos Magalhaes, para que el Senado aprobara el miércoles un proyecto de ley propuesto por el gobierno para responder a reclamos salariales de los huelguistas.
La medida establece gratificaciones de entre 78 y 1.300 reales (67 a 1.120 dólares) para los profesores universitarios, lo que representa aumentos de hasta 48 por ciento en los salarios. Pero el pago dependerá de evaluaciones del desempeño de cada docente.
Eso subvierte el principio de remuneración idéntica para iguales funciones, que el gobierno trata de romper no solo en las universidades sino en todo el aparato estatal para introducir criterios de mérito laboral en la definición salarial .
El problema es que el comando de huelga, no controlado por la dirección sindical recién investida, rechaza la propuesta oficial. Algunos, como Fabio dal Foglio, de una universidad del sur, calificó el acuerdo firmado por el presidente del sindicato de "traición".
El ministro de Educación, Paulo Renato Souza, prometió en contrapartida proponer una aumento de 10 por ciento en las gratificaciones aprobadas, tras las elecciones parlamentarias y presidenciales de octubre.
A pesar de la resistencia de los líderes sindicales, los profesores se inclinan por el fin de la huelga, que afectó a 49 de las 57 instituciones universitarias federales del país. Varias universidades ya normalizaron sus clases y hay cansancio por la prolongación del paro ante un gobierno inflexible.
Además la huelga amenaza a 400.000 estudiantes con la pérdida de un período semestral. La recuperación solo será posible con la renuncia a las vacaciones.
Cuatro años sin ningún aumento achataron los salarios de los docentes. Muchos abandonaron la universidad por eso y se multiplicaron la jubilaciones también porque las reformas en la administración pública y en la seguridad social amenazan con quitarles varias ventajas en el futuro.
La situación se debe en gran parte a la total prioridad que el actual gobierno concede a la enseñanza básica. Las universidades, que consumen la mayor parte de los recursos federales destinados a la educación, sufre también el esfuerzo oficial de reducir el déficit fiscal que amenaza la estabilidad económica del país.
La huelga acentuó la necesidad de buscar nuevas fuentes de financiación para las universidades públicas en Brasil, ante la escasez de recursos estatales.
Las universidades federales de Bahia y Rio de Janeiro, por ejemplo, enfrentan una situación financiera tan crítica que les desconectaron los teléfonos y suspendieron el abastecimiento de agua por la falta de pago.
Asociaciones con el sector privado, por lo menos para financiar proyectos de investigación y desarrollo, son una alternativa defendida por el rector de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, Paulo Alcántara.
Convertir la enseñanza gratuita en pagada, por lo menos para alumnos de familias de capas medias y altas, es una alternativa polémica que volvió al debate.
La universidad está contribuyendo a la concentración de la riqueza nacional, pues la mayoría de sus alumnos tienen gran poder adquisitivo y ya pudieron pagar la enseñanza básica y secundaria, argumentan los defensores de la medida.
El sindicato y la mayoria de los docentes parecen oponerse a la idea, y argumentan que se procura la extinción de una universidad pública que es considerada la mejor de Amrica Latina y presenta la mayor producción científica y tecnológica de la región.
Su futuro es "crucial para el proyecto de nación" y debe ser discutido ampliamente, en base a las necesidades de desarrollo del país, y no ser decidido por tecnócratas del gobierno y de bancos internacionales, sostuvo Helgio Trindade, ex rector de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul.
Para Claudio de Moura Castro, economista y asesor jefe en materia educativa del Banco Interamericano de Desarrollo, este es el momento para debatir soluciones de fondo. En su opinión, se debe abandonar la pretensión de unir enseñanza e investigación en todas las universidades.
Ese principio, impracticable y, según él, no practicado en ningún país desarrollado, hace que las universidades públicas brasileñas tengan un costo elevado, similar al europeo, de 10.000 dólares por alumno, y demasiados profesores, uno cada nueve estudiantes, contra uno cada 15 en Estados Unidos.
La gratificación ofrecida por el gobierno a los profesores, basada en el desempeño, comienza a solucionar otro problema, el que origina la igualdad de remuneración a igualdad de funciones, principio que solo beneficia a los malos profesores, que poco aparecen para dar clases y no quieren cambios, evaluó Castro. (FIN/IPS/mo/mj/ed lb/98