La privatización del sistema telefónico de Brasil (Telebrás) es una de las más importantes del mundo por la suma involucrada y, principalmente, por el impacto económico, social y político que tendrá en el país y por sus repercusiones en América Latina.
El éxito de la subasta fijada para este miércoles y del programa de inversiones impuesto a los compradores de las 12 empresas en que fue dividida Telebrás podría fortalecer la popularidad del presidente Fernando Henrique Cardoso.
Cardoso podría ampliar su poder incluso al punto de imponer su sucesor en el 2002, aunque antes debe lograr su reelección, en octubre de este año.
La oposición de izquierda, que intenta la suspensión de la subasta, a realizarse en la bolsa de valores de Río de Janeiro, considera insuficiente el precio mínimo de 11.600 millones de dólares fijado por el gobierno para las 12 empresas telefónicas.
El fin de la alta inflación es el capital político que llevó a Cardoso a la presidencia, en 1994, y probablemente le asegurará la reelección en octubre, como fue el caso de Carlos Menem en Argentina y de Alberto Fujimori en Perú.
Los teléfonos ofrecen a Cardoso la oportunidad de consolidar su poder. La privatización democratizará el acceso a la comunicación telefónica, así como la reducción de la inflación a cerca de tres por ciento este año incorporó a decenas de millones de pobres del país al consumo de bienes durables y más alimentos.
El compromiso de los consorcios que triunfen en la subasta será de establecer 16 millones de nuevos teléfonos fijos hasta el 2001, duplicando la cantidad actual de líneas, y otros 13 millones hasta el 2007.
Mientras, los teléfonos celulares móviles se multiplicarán por cinco en el mismo periodo, hasta un total de 25 millones. La falta de cumplimiento de esas metas será sancionada con multas de hasta 43 millones de dólares o con la pérdida de la concesión del servicio.
El servicio telefónico es un privilegio en Brasil. Los más ricos, que suman 16 por ciento de la población, concentran 81 por ciento de las líneas, mientras que para el 57 por ciento más pobre sólo restan dos por ciento del total de teléfonos.
Unicamente la mitad de las empresas comerciales tienen teléfono, y la proporción es de dos por ciento entre las propiedades rurales, según la Agencia Nacional de Telecomunicaciones (Anatel), el órgano creado para regular el sector.
Josefa Gomes, una empleada doméstica que gana 300 reales (260 dólares), desea la privatización. "Podré finalmente tener un teléfono", dijo Gomes, confiando en la gran oferta de una línea por 50 dólares y el abaratamiento de las llamadas, para comunicarse con más frecuencia con su famlia en Paraba, estado del lejano nordeste.
Contra su sueño se levanta la oposición izquierdista, que fomenta la obstrucción a la subasta, intentada por más de cien acciones judiciales, presentadas ante tribunales de todo el país por sindicatos y otras organizaciones.
"Es un engaño", aseguró Luiz Inacio Lula da Silva, principal candidato opositor a la presidencia y líder del Partido de los Trabajadores, quien considera que la justicia no actúa en el caso con la debida independencia.
Lula expresó hace un mes la sospecha de que el sistema telefónico fue subvaluado para servir a la financiación de la campaña electoral de Cardoso. Esa acusación le costó un proceso judicial, a iniciativa del presidente .
Para contener las esperadas manifestaciones de protesta de los opositores, la policía de Río de Janeiro movilizó a 3.000 agentes y cerró el edificio de la bolsa de valores con una estructura de tuberías de acero y madera.
En términos económicos, la privatización del sistema de Telebrás no se limita a las divisas con que las empresas transnacionales pagarán su compra. La gigantesca expansión prevista de la telefonía fija y celular exigirá la inversión de 45.000 millones de dólares hasta el 2001 y de otro tanto del 2002 al 2007.
El ministro de Comunicaciones, Luiz Carlos Mendonza de Barros, calculó que esas inversiones generarán directamente 1.000 empleos y más de un millón de modo indirecto. Actualmente, todo el sistema telefónico brasileño emplea a 80.000 trabajadores.
El sector no puede impulsar aisladamente el crecimiento económico del país, pero representará un gran aporte, si el gobierno logra reducir el déficit fiscal y externo.
Un buen resultado de la subasta tendría impacto positivo en las bolsas de toda América Latina, borrando los efectos de la crisis asiática, aseguraron varios analistas al semanario Gazeta Mercantil Latinoamericana, editado en Brasil y distribuido en muchos países de la región.
Pero un revés agravaría los riesgos de Brasil, obligaría al gobierno a corregir su política económica y repercutiría en toda América Latina. (FIN/IPS/mo/ff/if/98