La avalancha de denuncias de falsificaciones y otras irregularidades comprobadas en el comercio de medicamentos provocó pánico entre los consumidores de Brasil, que se ven indefensos ante el colapso del sistema de inspección sanitaria.
Hace un mes, los brasileños son bombardeados por noticias diarias sobre productos falsificados o con plazo de valiez vencido, industrias sin las mínimas condiciones de higiene e ilegalidades comerciales en el mercado farmacéutico.
Crece el número de muertes divulgadas y atribuidas a tales delitos y el de mujeres embarazadas por utilizar anticonceptivos hechos de harina de trigo, el escándalo que desató esta ola de informaciones alarmantes.
Ya aparecieron decenas de mujeres desde el mes pasado que sufren embarazos no deseados por haber confiado en el Microvlar, píldora hecha por el laboratorio alemán Schering.
Una partida del anticonceptivo con la substancia activa sustituida por harina fue empleada para probar una máquina envasadora, según la empresa. El producto debió ser incinerado, pero una parte se desvió al mercado, por caminos aún desconocidos.
Por lo menos tres muertes ya fueron atribuidas al uso de otro medicamento del mismo laboratorio para enfermos de cáncer en la próstata. Un Androcur falso fue distribuido incluso por hospitales públicos y tampoco se aclaró como ocurrió el delito.
La divulgación, hace dos semanas, de que las farmacias están vendiendo versiones falsas de 61 medicamentos de gran consumo, con desmentidos en algunos casos, agravó la inseguridad de los usuarios al adquirir cualquier producto farmacéutico. En la lista hay incluso antibióticos.
Para peor, el ministro de Salud, José Serra, descubrió que 30 técnicos de la Secretaría de Vigilancia Sanitaria, órgano oficial de inspección a la industria y el comercio, trabajaban también en farmacias en Brasilia, por lo que actuaban a la vez como blanco y tirador.
El despido sumario de los 30 funcionarios, el martes, provocó la renuncia de la secretaria Marta Nóbrega, quien admitió su propia negligencia. La situación irregular de sus técnicos le fue denunciada dos semanas antes por el Consejo Regional de Farmacia, que controla los profesionales de esa área.
El departamento encargado de medicamentos en la Secretaría de Vigilancia Sanitaria "perdió 80 por ciento de sus técnicos" con la decisión del ministro, observó Nóbrega.
El ministro Serra apuntó como solución la creación en Brasil una agencia según el modelo estadounidense, la Administración de Alimentos y Drogas (FDA), con autonomía, poder y recursos financieros y humanos suficientes.
Para eso aprovechará el viaje que realizará a Estados Unidos a partir de este sábado para conocer mejor como opera la FDA y encontrarse con sus directores.
Combatir la falsificación de medicamentos exige la cooperación internacional, sostuvo Serra, incluso porque se trata de un problema mundial, reconocido por la Organización Mundial de Salud. El contrabando es parte de la actividad delictiva.
La propuesta del ministro enfrentará resistencias. Pueden faltar recursos ante las dificultades financieras del gobierno, que trata de reducir un déficit fiscal considerado temerario para la estabilidad económica del pas.
Los laboratorios farmacéuticos bajo presión de las denuncias tienen fuerte poder de presión y acusan al ministro Serra de utilizar la crisis actual para fines políticos personales. Es un pretendiente a la presidencia del país en las elecciones del 2002.
Además, se formulan críticas a su proyecto. No se debe crear una nueva estructura oficial, sino hacer más eficiente el sistema de vigilancia sanitaria, según Pedro Roque Monteleone, presidente del Consejo de Medicina de Sao Paulo.
Faltan inspectores suficientes y capacitados para controlar la sanidad de productos farmacéuticos y alimentos en el país, y sustituir al órgano responsable no soluciona el problema, argumentó.
El problema en el área de la salud no se limita a los medicamentos. Los laboratorios de análisis clínicos están todos bajo sospecha de total inoperancia, por lo menos en Rio de Janeiro, agravando el pánico popular.
El diario O Globo comprobó tal ineficacia entregando a 14 laboratorios una mezcla de agua y un refresco, en lugar de orina. El refresco de guaraná, una bebida nacional, que tiene un color similar.
Doce de los análisis se revelaron equivocados, indicando presencia de elementos de orina e indicadores de enfermedades, de imposibilidad evidente. Solo se dieron cuenta de la trampa dos instituciones públicas de investigación científica. (FIN/IPS/mo/mj/ip he/98