La visita del presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, reavivó viejos proyectos de mayor acercamiento entre Brasil y el continente africano.
Brasil puede cumplir "un papel importante en el combate al hambre en Africa, como la novena economía mundial y el país que tiene la mayor población negra fuera de nuestro continente", destacó Mandela en rueda de prensa, al final de su visita este miércoles.
Durante su estancia de tres días en Brasilia, Mandela insistió en la cuestión social y dijo en ese sentido que su país comparte com Brasil la necesidad de "superar las profundas disparidades entre ricos y pobres".
La principal preocupación manifestada por su anfitrión, el presidente Fernando Henrique Cardoso, fue apuntar que ambos países reúnen condiciones para asumir mayores responsabilidades en el escenario internacional, a partir del protagonismo que ejercen en sus continentes.
Tal declaración hizo recordar la pretensión brasileña de ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, puesto que también Sudáfrica puede ocupar representando a Africa.
El gobierno brasileño concedió la maxima atención a la visita. Cardoso calificó el colega de "héroe del siglo" y dijo que "el mundo necesita varios Mandelas".
La primera vez que Mandela estuvo en Brasil, en 1991, fue como líder del Congreso Nacional Africano, recién salido de 27 años de cárcel por oponerse al apartheid (régimen de segregación racial institucionalizada) que agonizaba en su país.
Cardoso era un senador de oposición, que tampoco imaginaba llegar a la presidencia algunos años después.
Con el fin del apartheid y la democratización de Sudáfrica, se abrieron perspectivas de un acercamiento entre dos países que representan también la economía más importante de sus continentes.
El sueño de una estrecha relación con Africa, por el vínculo étnico y cultural, siempre tuvo vigencia en Brasil, en especial entre las corrientes de izquierda.
Pero fue el régimen militar, anticomunista, el que sorprendió al mundo al poner en práctica una política de fuerte presencia en el continente africano en los años 70. Brasil fue el primer país que reconoció la independencia de Angola en 1975, gobernada por un movimiento que se declaraba marxista.
Algunos años antes el gobierno militar había roto con el colonialismo portugués para impulsar una política externa denominada de "pragmatismo responsable".
Brasil buscaba entonces intensificar el comercio y las inversiones en Africa, en especial en Angola, Mozambique y otras ex colonias portuguesas, denominadas "países de lengua común", desconsiderando diferencias ideológicas. Nigeria pasó a ser un importante provedor de petróleo para el mercado brasileño.
Esa orientación, que exigía una firme condena al régimen racista sudafricano, perdió fuerza al no obtener los resultados esperados, ante la debilidad económica y los problemas políticos de casi todos los países africanos.
Con el fin del racismo, Sudáfrica aparece como un socio de peso en el continente, con una economía que hace menos utópica una cooperación efectiva. El proyecto brasileño de convertir el Atlántico Sur en zona de paz y cooperación ganó fuerza.
Ese acercamiento ahora se hace a través de los bloques, el Mercado Común del Sur (Mercosur) y la Comunidad de Desarrollo de Africa Austral, que también comprende Angola, Mozambique y Zimbabwe. Pero Brasil y Sudáfrica tienen el liderazgo natural en ese proceso .
El proceso es lento. El comercio bilateral brasileño- sudafricano se limita a 800 millones de dólares anuales. De la visita de Mandela resultó apenas la firma de un memorando de entendimiento para impulsar diez acuerdos de cooperación en áreas como tecnología, justicia y ambiente.
Sudáfrica vive aún un período de transición hacia una plena democracia, superando resquicios del apartheid, observó José Vicente Pimentel, jefe del Departamento de Africa de la cancillería brasileña, para justificar la lentitud del diálogo.
Luiz Inacio Lula da Silva, el principal candidato de oposición a Cardoso en las elecciones de octubre, criticó el "desprecio" con que el actual gobierno brasileño trata al continente africano. Y prometió que, si es electo presidente, su primera visita oficial será a Sudáfrica.
Mandela tiene una vieja relación con Lula. Ya se habían encontrado tres veces y volvieron a reunirse ahora en Brasilia. Pero el presidente sudafricano desautorizó al ex líder sindical brasileño, afirmando que la cooperación entre Brasil y su país "nada deja que desear" en los asuntos importantes.
Además, elogió la estabilidad y la apertura económica promovidas por Cardoso como fuentes de "beneficios para la mayoría de la población", y destacó programas sociales del gobierno brasileño como ejemplos que pueden ayudar en el combate contra la pobreza en su país. (FIN/IPS/mo/mj/ip if/98