La tradicional fiesta folclórica del "Gran Poder" convocará este sábado a más de 25.000 danzantes que ocuparán las principales calles de esta ciudad de Bolivia, a la manera del carnaval.
Se trata de una fiesta en honor del "Señor del Gran Poder", uno de los numerosos santos nacionales, que este año se propone "desoccidentalizarse".
Este año la festividad, prevista para el 6 de junio, llega con retraso de casi un mes, ya que fue postergada ante la presión de instituciones y medios de comunicación por el terremoto que sacudió a las poblaciones de Aiquile y Totora el 22 de mayo, en el que murieron más de cien personas.
Los bailarines, organizados en una poderosa asociación que agrupa a los comerciantes de origen aymara que ocupan una de las laderas más populosas de La Paz, se habían resistido a suspender su fiesta porque perderían más de cinco millones de dólares.
Ahora intentan revertir la mala imagen causada por su insistencia en bailar mientras el país estaba de duelo y del excesivo consumo de bebidas alcohólicas de bailarines, músicos y espectadores en años anteriores.
Para ello, los organizadores elaboraron un reglamento muy particular. Este año prohibieron, por ejemplo, que los bailarines y músicos reciban bebidas alcohólicas de los espectadores y si un bailarín acepta la invitación, será inmediatamente retirado del baile por la policía.
En la entrada del Gran Poder, todo vale: los curiosos duermen incluso desde la noche anterior en las aceras de las calles para reservar un puesto, y durante la fiesta, casi todos beben e "interactúan" con los bailarines, tomándose fotografías juntos o invitándoles bebidas.
El volumen de alcohol que se consume en esta fiesta es tan alto que este año el gobierno se ha propuesto hacer un estudio en base a muestras con "alcoholímetros" para determinar el nivel de consumo.
Pero además, en un afán de "desoccidentalizar" la fiesta, decidieron prohibir los disfraces "ajenos al folclore", como personajes conocidos del cine y la televisión.
Las alrededor de 300 bandas de música tampoco podrán interpretar composiciones que no sean bolivianas, como en años anteriores, que hacían adaptaciones de canciones de éxito internacional a los ritmos propios de los bailes nacionales como los caporales, morenadas, cullawadas y tinkus.
Pero también prohibieron a los políticos y figuras públicas ser demasiado expresivos durante el baile, a riesgo de ser desalojados de las calles por la policía. Así, los personajes famosos que bailen no podrán saludar ni posar para las fotos, ni hacer ningún tipo de promoción personal.
Autoridades locales, que participarán de la entrada mediante sus "confraternidades" de bailarines, ya expresaron su queja y aunque sienten que la fiesta tradicional del Gran Poder les está negando su derecho a la libre expresión, ya aceptaron las nuevas reglas.
La entrada paraliza completamente a la ciudad de La Paz durante todo el día, provocando un caos del tránsito. Las cadenas de televisión transmiten la entrada, considerada la segunda fiesta popular del país, después del famoso carnaval de Oruro.
Este año en la entrada del Gran Poder participarán 50 confraternidades, de unos 500 integrantes cada una con lujosos trajes, cuyo costo puede superar los 2.000 dólares. (FIN/IPS/jcr/ag/cr/98