El secuestro en Ruanda de dos misioneros católicos belgas en Rwanza, unos 40 kilómetros al norte de esta capital, convierte a este país africano en un sitio peligroso para el trabajo de religiosos.
"Es el segundo secuestro de religiosos en menos de un mes, y el tercero este año, dijo el religioso Modesto Mungwarareba, de la Conferencia Episcopal Católica Ruandesa.
Los dos religiosos, Marc Francois y Jean Lefebvre, fueron secuestrados en la noche del martes pasado. Testigos indican que unos 150 hombres armados y cantando canciones de guerra llegaron a las 19.00 hora local y allanaron la residencia de los misioneros.
Media hora después, habían saqueado el sitio, incluyendo un centro de salud gestionado por la iglesia.
Autoridades del gobierno ruandés responsabilizaron de los incidentes a bandas de rebeldes hutu que, según afirman, entraron a Ruanda durante el masivo retorno de refugiados de la República Democrática de Congo (ex Zaire) y Tanzania un año atrás.
El gobierno acusa a los rebeldes de evitar contactos con el ejército y seleccionar blancos como iglesias, escuelas y asentamientos aislados.
Francois y Lefebvre, quienes pertenecen a una orden llamada "Misioneros de Africa", llegaron a Ruanda dos décadas atrás. Los ruandeses de religión cristiana, según estima la iglesia, constituyen 74 por ciento de la población de 7,8 millones de este país africano.
La región en que ambos religiosos fueron secuestrados es una zona de guerra, "con infiltrados que van y vienen", dijo otro misionero, referiéndose a los bosques que dividen a este pequeño país de Africa central.
Mungwarareba cree que los secuestradores están utilizando a los religiosos para lograr publicidad.
Esta no es la primera vez que los rebeldes atacaron a los misioneros. A comienzos de este mes, una monja canadiense y dos monjas ruandesas fueron secuestradas de un convento en Bungle, en la frontera con RDC.
Fueron liberadas cuatro días después, sin haber sufrido daños, aunque los rebeldes las forzaron a caminar en los bosques a lo largo de la frontera entre Ruanda y Uganda.
El 22 de marzo, tres monjas españolas fueron secuestradas en el convento Kivumu, al sur de la localidad de Gisenyi, en la frontera con República Democrática de Congo.
Las monjas dijeron que los rebeldes intentaron ponerlas en contra del gobierno de Ruanda, hablando sobre su "legítima" causa y negando la existencia del genocidio en que hasta un millón de tutsis y hutus moderados fueron masacrados por grupos hutu en 1994.
Diez misionarios, dos de ellos extranjeros, fueron asesinados en Ruanda desde comienzos del año pasado. Uno de ellos, el canadiense Guy Pinard, murió mientras celebraba misa en febrero de 1997, atacado por hombres armados supuestamente pertencientes a una milicia.
La monja belga Griet Bosmans fue asesinada junto a 17 niñas escolares en Muramba, al sur de Gisenyi. La lista incluye al religioso Bonafice Kagabo, muerto en la localidad de Ruhegeri, cerca de República Democrática de Congo.
Entre junio y julio, más de 200 personas fueron masacradas por los rebeldes, afirman grupos defensores de los derechos humanos en Ruanda.
La matanza más reciente tuvo por víctimas a 34 personas en Tare, unos 40 kilómetros al norte de Kigali, el 12 de julio. Supuestos rebeldes hutu atacaron un pequeño hotel donde las víctimas se habían reunido para mirar por televisión la final del Campeonato Mundial de Fútbol entre Francia y Brasil.
Las víctimas murieron a causa de disparos o fueron mutiladas hasta la muerte a golpe de machetes.
Condenando la masacre, el gobiernador del área rural de Kigali, Wellars Gasamagera, dijo que "los asesinos son bestias sedientas de sangre que no luchan por la emancipación de los hutus, según dicen".
Los rebeldes buscan derrocar al gobierno de Ruanda, ahora dominado por personas de la etnia tutsi. (FIN/IPS/tra-en/jbk/man/lp/ip/98