El Hospital Materno de Pumwani, en Kenia, es uno de los más grandes de su tipo en Africa, pero su reputación de pésimo servicio no hace honor a su tamaño.
En lugar de ser conocido por la atención de calidad que ofrece a las futuras y recientes madres, el hospital es famoso por la falta de equipos médicos y fármacos, el hacinamiento de las pacientes y el negocio que practican las parteras en forma paralela.
A pesar de las malas condiciones, las mujeres pobres acuden al centro de maternidad porque no tienen otra opción. "¿A qué otro lugar podría haber ido?", se preguntó Mary Waiyua, embarazada de 20 años que vive en Kibera, un barrio marginal de Nairobi.
"Es mejor aguantar uno o dos días de maltrato y abuso en el hospital que morir en casa dando a luz por mi cuenta. En todo caso, es el mejor lugar que puedo pagar", explicó.
El hospital niega sus servicios a quienes no los puedan pagar. Las enfermeras rechazaron a una joven en las primeras etapas del trabajo de parto, a pesar de sus gritos, porque no pudo pagar los 1.000 chelines kenianos (unos 17 dólares) que se exigen como depósito.
Además del depósito, las embarazadas deben aportar muchos de los elementos con los que regularmente deben contar los hospitales, como guantes de cirugía, algodón y hasta su propia vajilla para comer.
El hospital, que cuenta con una capacidad de 350 camas, admite entre 100 y 150 embarazadas por día. A las pacientes se les cobra una tarifa diaria de seis dólares, lo que resulta poco comparado con el costo de las clínicas privadas, entre 34 y 85 dólares por día.
La dedicación del personal médico es una de las ventajas del Pumwani, uno de los primeros hospitales establecidos en este país de Africa oriental, aseguró el superintendente de la institución, Naushaad Moledina.
"Nuestros médicos, parteras y personal subordinado se merecen el elogio por la dedicada labor que continúan ofreciendo a diario, a pesar de las necesidades", afirmó.
Moledina atribuye las carencias del hospital al gobierno de la ciudad, que hace la vista gorda a las necesidades sanitarias de la gente.
"Los problemas se pueden atribuir a la falta de recursos, pero también tienen su cuota de culpa el letargo burocrático, la corrupción e indisciplina, la falta de líneas claras de autoridad y el desinterés que demuestran los políticos por la opinión pública", sostuvo.
Pero la administración del hospital también es responsable por la situación, afirmó Martin Kiganya, estudiante de medicina de la Universidad de Nairobi que trabajó en el Pumwani.
"Lo que se conoce del hospital es sólo la punta del iceberg sobre el sufrimiento de las mujeres en este centro médico", dijo.
La única forma de recuperar al hospital, administrado por el Concejo Municipal de Nairobi, es a través de la privatización, opinó Zaphania Og'ata, del Instituto de Administración Política de Kenia.
"El hospital privatizado ofrecería mejores servicios al público como resultado de un sistema de administración eficiente", añadió.
Pero la privatización no es una opción, según algunos políticos. "Sólo provocaría la explotación de los habitantes pobres de Nairobi y la pérdida de empleos del personal del hospital", opinó John Maina, representante de la ciudad.
La gran mayoría de los pobres de Nairobi no tienen acceso a servicios básicos, como la salud pública, debido en parte a que el tamaño de la población urbana se duplicó en la última década, pero el desarrollo de la infraestructura fue más lento.
La población se concentra en algunos barrios de la ciudad, explicó Robert Obudho, director del Centro de Investigación Urbana de la Universidad de Nairobi.
En zonas como Pumwani y Maringo, la densidad asciende a más de 26.000 personas por kilómetro cuadrado. Se estima que para el año 2010, Nairobi tendrá una población de siete millones, frente a los cuatro o cinco millones actuales.
"El crecimiento demográfico ejercerá gran presión sobre las necesidades sociales, a menos que se tomen medidas adecuadas, advirtió Obudho. (FIN/IPS/tra-en/pn/pm/aq-ml/he-hd/98