Unos 40 millones de niños y niñas, uno de cada tres nacimientos, quedan sin inscripción cada año en todo el mundo, según el informe "El Progreso de las Naciones 1998", preparado por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Los niños sin inscripción carecen del derecho al nombre y a la nacionalidad y están obligados a enfrentar obstáculos en el goce de otros derechos, como el acceso a la salud y a la educación, resaltó el estudio dedicado a evaluar el grado en que los países procuran mejorar el bienestar de su infancia.
Carol Bellamy, directora ejecutiva de Unicef, advirtió en la presentación del trabajo el miércoles pasado que la falta de un certificado de nacimiento válido representa "una amenaza fundamental para el niño".
Ese documento resulta necesario para que el niño obtenga atención sanitaria o inmunización, para ingresar a la escuela o para demostrar que todavía es demasiado joven para el servicio militar o para trabajar en industrias peligrosas.
En por lo menos 20 países, ningún niño puede ser vacunado legalmente si carece de partida de nacimiento.
En más de 30 países, la presentación de ese certificado constituye un requisito para que niños y niñas reciban atención en los centros sanitarios.
Unity Dow, la primera mujer jueza del Tribunal Superior de Botswana, advirtió en el informe de Unicef que las actas de nacimiento otorgan también cierto grado de protección contra la trata de niños con fines sexuales.
Los traficantes capturan por lo general a sus víctimas en aldeas aisladas y pobres, donde las tasas de inscripción de nacimientos son bajas, porque saben que las niñas sin documentos de identidad son más vulnerables y menos proclives a huir, dijo Dow.
En otro ejemplo de la importancia de la inscripción, la magistrada africana explicó que entiende en una causa por asesinato contra un joven que carece de certificado de nacimiento.
Si es hallado culpable, el joven podría terminar en el cadalso porque no podrá demostrar que cuando cometió el crimen era menor de 18 años, precisó.
Muchos países carecen, lisa y llanamente, de sistemas adecuados para contabilizar a su población. Los datos disponibles permiten suponer que muchos millones de personas no figuran en los registros civiles estatales, estimó Dow.
Los países rurales y los más pobres tienden a presentar tasas bajas de inscripción de los nacimientos debido a la carencia de personal calificado y de tecnología moderna.
También influyen los problemas de desplazamiento hasta las oficinas de registro civil y de falta de conocimiento sobre los trámites que los padres deben realizar, o el temor ante esas diligencias.
En Sierra Leona, la tasa de inscripción no llega a 10 por ciento. En Zimbabwe se registra solo una tercera parte de los nacimientos y en Bolivia, la mitad de la población no cuenta con una partida de nacimiento, aseguró el informe de Unicef.
Otros países, como Afganistán, Camboya, Erittrea, Etiopía, Namibia y Omán no han logrado establecer un sistema de inscripción obligatoria de los nacimientos.
Dow observó que por muchas razones, algunas de ellas muy sensatas, las familias evitan inscribir a sus hijos.
La objeción más común se relaciona con las dificultades de un viaje a la oficina de registro civil, explicó.
Pero en otros casos, la inscripción puede atentar contra tradiciones y costumbres consagradas o ser interpretada por las minorías étnicas como un intento gubernamental por debilitar sus culturas.
En Madagascar, el registro civil no goza de muchas simpatías debido a que las prácticas tradicionales de imponer los nombres tienen carácter sagrado.
En Kenya, el régimen colonial británico implantó en 1904 el registro obligatorio de los nacimientos pero solo para los pobladores blancos. La norma se extendió al resto de la población en 1971, después de la liberación.
Dow resaltó que uno de los legados más reveladores de la naturaleza del régimen de segregación racial institucionalizada que rigió en Sudáfrica hasta 1994 (apartheid) es el sistema de registro que imperaba.
El país de Africa austral disponía de un moderno registro civil computarizado que sirvió para inscribir eficazmente a todos los ciudadanos blancos, pero solo 13 por ciento de la población negra estaba inscripta en 1993.
A la mayoría de los cinco a ocho millones de gitanos que viven en Europa central u oriental se les impide hace mucho la incorporación a la sociedad, dijo el estudio de Unicef.
Debido a esa actitud, solo figuran inscriptos en el registro civil unos 7.000 de los 60.000 a 100.000 gitanos que viven en Croacia.
Unicef lamentó que para muchos millones de niños nacidos en países sacudidos por diversas formas de agitación política, el ejercicio del derecho al nombre y a la nacionalidad puede ser una invitación al peligro.
En esa situación se encuentran, entre otros, los kurdos en Siria, los tártaros en Ucrania, los rusos en Estonia y Letonia, las minorías o los extranjeros en Bhután, Birmania, Camboya, Kuwait, Pakistán, los países de la ex Yugoslavia y los tres millones de palestinos en Medio Oriente.
Cuando migra a la ciudad en busca de trabajo o cuando huye de un conflicto armado a través de la frontera, el niño que carece de pruebas de su identidad no existe, según el criterio de los gobiernos. "No se lo considera una persona", reprochó Bellamy. (FIN/IPS/pc/mj/hd pr/98