Los derechos humanos fueron una de las preocupaciones constantes del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, en su primera visita a China, pero la universidad que más sufrió la represión en Tiananmen no sintoniza la misma onda.
Los chinos pudieron apreciar las críticas de Clinton en directo y sin censura a través de medios masivos de comunicación el 27 de junio en la conferencia de prensa conjunta que brindó con su par chino, Jiang Zemin, y el martes pasado en una extensa entrevista que concedió a la Radio del Pueblo de Shangai.
Pero pocos de los 800 selectos estudiantes que asistieron el lunes al auditorio de la Universidad de Beijing pretendían escuchar la opinión de Clinton sobre la masacre de manifestantes prodemocráticos en Tiananmen el 4 de junio de 1989, pues la economía parecía monopolizar sus inquietudes.
Uno dijo, incluso, que la represión fue entonces inevitable para permitir la estabilidad.
En Sanjiaodi, la cartelera donde los estudiantes desplegaron en la primavera de 1989 los primeros "dazibao" (declaración) a favor de la democracia y las reformas políticas, solo había dos anuncios el día que Clinton visitó la universidad.
"¡Tu oportunidad para aprender inglés comercial!" y "aprueba tu prueba de aptitud para viajar a Estados Unidos", rezaban los letreros.
Clinton efectuó el lunes un encendido discurso en defensa de los derechos humanos frente a los estudiantes de la Universidad de Beijing, cuna del movimiento prodemocrático de 1989, lo cual aplacó a activistas chinos y estadounidenses que critican su amistosa relación con el gobierno comunista.
El mandatario planeaba utilizar esa tribuna para condenar la masacre en Tiananmen, donde murieron centenares de manifestantes, muchos de ellos estudiantes de esa universidad, pero evitó toda referencia directa al acontecimiento y, en cambio, manifestó su complacencia por la marcha de las relaciones bilaterales.
Allegados a Clinton afirmaron que la condena emitida el 27 de junio en la conferencia de prensa conjunta que brindó con el presidente chino Jian Zemin, en el primer día de la visita que concluyó el viernes, había sido suficiente.
"Vengo a hablarle a la próxima generación de líderes de China sobre la importancia que tiene para su futuro la consolidación de una fuerte alianza entre China y Estados Unidos", dijo Clinton el lunes.
El mandatario efectuó en su discurso una fuerte defensa de las libertades individuales, que, según él, son vitales para que China se convierta en una gran potencia. "Queremos que China tenga éxito, seguridad y apertura y que trabaje con nosotros para tener un mundo más pacífico y próspero", dijo.
"Creo que la gente aspira en todas partes a ser tratada con dignidad, a dar voz a sus opinones, a elegir sus gobernantes, a asociarse con quien deseen, a orar como, donde y cuando quieran. Estos no son derechos estadounidenses, europeos o del mundo industrializado. Son derechos naturales de todos", declaró.
En la entrevista que concedió el martes a la Radio del Pueblo de Shangai, Clinton reiteró esos conceptos.
La forma apacible en que se canalizaron las discrepancias a lo largo de la gira "demuestran que tenemos muchas cosas en común, sean cuales sean las diferencias de sistema (político), en torno a los derechos humanos y la libertad de religión", dijo el mandatario estadounidense.
"Trabajando sobre las cosas que tenemos en común, llegaremos a un entendimiento sobre cómo manejar nuestras diferencias. Creo que las fuerzas de la historia darán aun más convergencia para que nuestras sociedades sigan adelante", agregó.
Clinton afirmó que "los altos niveles de libertad personal son importantes para el éxito de una sociedad en la era de la información".
"Es necesario que la gente se sienta libre para explorar, para manifestar sus opoiniones y vivir sus propios sueños, y eso agregará estabilidad a una sociedad pues la enriquecerá", añadió.
Pero esa no fue la primera instancia en la que pudo manifestar sus opiniones a través de un medio de comunicación masiva, pues la conferencia de prensa conjunta que brindaron el sábado los dos presidentes fue televisada en directo y se convirtió en un debate sobre asuntos tabú en China.
Por primera vez, la audiencia china tuvo posibilidad de escuchar críticas a través de un medio de comunicación público sobre el modo en que el gobierno silenció a los disidentes al ordenar a los tanques a reprimir a estudiantes desarmados en Tiananmen.
"Todavía estamos en desacuerdo sobre el significado de lo que sucedió entonces. El pueblo estadounidense cree que el uso de la fuerza y la pérdida de vidas constituyeron una equivocación", dijo Clinton a Jiang.
Jiang habló con la misma franqueza. "Ya he establecido nuestra posición sobre los disturbios políticos en 1989. Si el gobierno de China no hubiera tomado esas medidas con decisión, no disfrutaríamos hoy de la estabilidad de que gozamos", dijo.
Clinton desafió a Jiang a afrontar reformas políticas y a abrir negociaciones con el Dalai Lama, el líder espiritual de Tibet, hoy en el exilio.
El Dalai Lama debería reconocer que Tibet es parte de China, pero una reunión sería útil, dijo el mandatario estadounidense. "Conozco al Dalai Lama. Creo que es un hombre honesto y creo que si conversara con el presidente Jiang ambos congeniarían mucho", agregó.
Jiang replicó con una sonrisa tranquila que las negociaciones con el Dalai Lama podrían restablecerse y que China tiene varios canales de comunicación con el líder religioso. Además, dijo que le gustaría saber las razones de la fascinación de Occidente con lo que denominó "lamaísmo".
Clinton, además de los contactos oficiales con líderes chinos, estudiantes y la prensa, aprovechó su estadía en Beijing para visitar la principal congregación protestante de la capital, la Ciudad Prohibida y la Gran Muralla. (FIN/IPS/tra-en/ab/ral/mj/ip hd/98