/BOLETIN-DD HH/ AMERICA CENTRAL: No más silencio en las fábricas

La violación de los derechos laborales y los malos tratos han acompañado a miles de mujeres centroamericanas, obreras en las maquilas, que siempre guardaron silencio para conservar el empleo. Pero ahora tienen la posibilidad de organizarse, para cambiar esa situación.

Con recursos aportados por el gobierno de Holanda, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) empezará una tarea de promoción de los derechos laborales y de asesoramiento a las obreras de las maquilas (zonas francas industriales) para que puedan organizarse y negociar mejores condiciones de trabajo.

Las industrias radicadas en esas zonas francas de América Central adquirieron en dos décadas una mala imagen, debido a casos de acoso sexual, maltrato e incumplimiento de las leyes laborales, principalmente en las empresas de capital asiático.

Ian Chambers, director de la OIT para América Central, puntualizó que el problema no es exclusivo de esta región, ya que se han registrado situaciones similares en todo el mundo en desarrollo, promovidas, en ocasiones, por empresas del Norte industrial.

En América Central, algunos casos que trascendieron obligaron a los gobiernos a tomar medidas para proteger a las trabajadoras. Pero aún así, la situación es todavía difícil, según consultas de la OIT a sindicatos de la región.

La maquila es una actividad económica muy importante para el istmo. Genera aproximadamente 250.000 empleos y 90 por ciento de esos puestos lo ocupan mujeres.

Los sindicatos aseguran que las trabajadoras de la maquila se enfrentan a permanente inestabilidad en el empleo, lo que no les permite desarrollar ningún proyecto de vida, y su derecho a la organización sindical no es respetado.

Las condiciones en que se desempeñan son deplorables en bastantes empresas de maquila. Los salarios no llegan al mínimo legal, la contratación es temporal, la jonada laboral excede el máximo reglamentario, y a eso se suma el acoso sexual.

La movilidad laboral en el sector de la maquila de América Central y la República Dominicana es de aproximadamente 15 por ciento mensual, de acuerdo con un informe de la OIT.

En Honduras, las centrales sindicales aseguraron que 20 por ciento de las trabajadoras contratadas para las maquilas permanecen menos de dos meses en su empleo y 60 por ciento, menos de un año.

En Guatemala, 60 por ciento de las empresas maquiladoras consideran alto su índice de rotación de personal, que en algunos casos llega a 30 por ciento mensual.

Esta inestabilidad es atribuida a diversos factores, entre ellos el despido de personal por incumplimiento de metas o como sanción por pérdida de tiempo, o por la decisión del trabajador o trabajadora de pasarse a otro empleo, de mejores condiciones.

En cuanto a las jornadas de trabajo, casi siempre exceden la norma legal, debido a la forma de producción.

Es común que en las maquiladoras se obligue al personal a trabajar tiempo extraordinario para cumplir las metas establecidas para la jornada ordinaria. En algunos casos extremos, se ha llegado a encerrar a los obreros y obreras hasta lograrse la meta de producción.

En la mayoría de los casos, las jornadas se prologan más de 12 horas diarias, o se mantiene a menores de edad cumpliendo tiempo extraordinario. Muchas empresas no pagan las horas extra como tales.

Los episodios más graves se verificaron en Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua y fueron protagonizados por empresas de origen asiático, cuya presencia es fuerte en esos países.

En Guatemala, 46 por ciento de las fábricas maquiladoras son de capital surcoreano, frente a sólo nueve por ciento de origen estadounidense. En Nicaragua, 66 por ciento proceden de Taiwan, y 22 por ciento de Corea del Sur.

En El Salvador y Honduras hay un mayor equilibrio entre empresas nacionales, estadounidenses y asiáticas.

En Costa Rica, la situación es la inversa. Sesenta por ciento de las empresas de las zonas francas industriales son de capital estadounidense, 21 por ciento nacional y sólo seis por ciento de origen asiático.

"No hay país centroamericano que no haya tenido problemas laborales con los empresarios asiáticos. En cambio, las empresas estadounidenses tienen estándares que contemplan la necesidad de mantener una política de relaciones laborales sostenible en el largo plazo", señala el estudio de la OIT.

Para los sindicatos, las tareas prioritarias a emprender en la región incluyen la inspección y vigilancia constante del cumplimiento de la legislación laboral.

A juicio de esas organizaciones, debe garantizarse que las órdenes e instrucciones en las empresas sean impartidas en español y que la suspensión colectiva temporal de los contratos laborales sea autorizada por el ministerio de Trabajo.

La OIT consultó también la posición de los empresarios que, según se desprende de sus respuestas, mantienen opiniones muy diversas ante el tema de la sindicalización. Algunos admiten ceptan la creación de un sindicato como algo casi normal, pero otros lo consideran causal de retiro de inversiones.

"Los empresarios quieren estabilidad política y les preocupa el nivel de sindicalización y agresividad de los sindicatos" explica el estudio de la OIT.

Si bien se reconoce una tendencia general al mejoramiento del diálogo obrero-patronal en las maquiladoras, los empresarios instalados en las zonas francas de El Salvador, Guatemala y Honduras perciben la agudización del problema, por la mezcla entre actividad sindical y de defensa de derechos humanos.

El sector privado se queja de la intervención excesiva en materia laboral de organismos de derechos humanos locales y ajenos a la región.

Por su parte, la OIT opina que la intervención de organismos de derechos humanos en problemas que son claramente laborales entorpece cualquier entendimiento obrero-patronal.

Pese a esos problemas, difícilmente la industria de la maquila se retirará de América Central, debido a los bajos costos laborales, muy inferiores a los de Estados Unidos o Taiwán.

En Estados Unidos, según la OIT, los costos laborales son casi cinco veces más altos que los de Costa Rica y más de 10 veces respecto de los demás países de la región.

En Costa Rica, una hora de trabajo se paga 2,4 dólares, mientras en Panamá cuesta 1,80. En El Salvador, Guatemala y Honduras se paga entre 0,90 o 0,95 centavos por hora. En Estados Unidos, el costo es de 9,3 dólares, en Japón 11,6, en Corea del Sur, 3,8, y en Taiwán, 4,2 dólares. (FIN/IPS/mso/ff/lb hd/98

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