La primera ronda negociadora para un tratado mundial sobre las sustancias químicas más tóxicas fue el escenario de una contienda entre ambientalistas y empresas cuyo desenlace se conocerá en el año 2000.
Representantes de más de 100 naciones se reunieron en Montreal, Canadá, para la primera reunión del Comité Negociador Intergubernamental, que deberá preparar en dos años un pacto para reducir o eliminar el uso de los "contaminantes orgánicos permanentes" (COP).
Las deliberaciones de la semana pasada estuvieron condimentadas por un intenso cabildeo de grupos ambientalistas y representantes de la industria química, lo que hace prever una dura competencia entre ambos bandos.
Las organizaciones ecológicas esperan que los países prohíban los COP y alarguen la lista del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) de 12 contaminantes que requieren acción inmediata.
En cambio, los productores están a favor de limitarse a controlar el aumento en el uso de estas sustancias y defienden las medidas ya adoptadas por la industria, mientras esperan que el tratado tenga un impacto limitado sobre la economía del sector.
El científico principal del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Theo Colborn, hizo notar que las negociaciones de Montreal aún no abordaron el tema más espinoso, que será la identificación de sustancias para agregarlas a la lista del PNUMA.
Esa lista incluye pesticidas persistentes (aldrina, clordano, DDT, dieldrina, endrina, heptacloro, mirex y toxafeno), químicos industriales (hexaclorobenzeno y PCBs) y otros COP que son resultado de la incineración de desechos (dioxinas y furano).
"Todos estos químicos son objeto de prohibición o restricción en diversos lugares del mundo", comentó Colborn. Por esa razón su inclusión en la lista del PNUMA no resulta polémica.
Pero los problemas surgen cuando se pretende añadir nuevos químicos a la lista, provocando la resistencia de los fabricantes de estas sustancias. "La mayor preocupación es saber cuál será la próxima sustancia", señaló Colborn.
El portavoz del Consejo Internacional de Asociaciones Químicas, Gordon Lloyd, advirtió que los empresarios respaldarán el proceso de negociaciones para el tratado, pero exigen que el peligro de las sustancias agregadas a la lista sea demostrado con evidencia científica.
La industria química espera que haya flexibilidad en las acciones negociadas en el marco del tratado. Las empresas defienden la aplicación de controles para los COP, mientras los ambientalistas piden su eliminación total.
El vicepresidente de la transnacional Alcan Aluminium, Emery LeBlanc, planteó abiertamente la posibilidad de que esos controles sean voluntarios al afirmar que "las soluciones innovadoras para prevenir y reducir las emisiones son una característica propia de la iniciativa industrial en todo el mundo".
Entre tanto, organizaciones ecologistas como WWF están preocupadas por lo que consideran una falta de urgencia en la adopción de medidas destinadas a eliminar los contaminantes ya identificados en la lista del PNUMA.
"Es importante lograr la eliminación en la producción, uso y reservas de COP, generar alternativas adecuadas para reemplazarlos y entregar asistencia técnica y financiera para conseguir estas metas", destacó el director del Programa Mundial de Tóxicos del WWF, Clifton Curtis.
La delegada nigeriana Ronke Soyombo hizo notar que el financiamiento es clave para naciones en desarrollo consumidoras de los pesticidas COP como el DDT, utilizados en el combate de enfermedades tropicales causadas por insectos.
Nigeria está a favor de crear un fondo internacional destinado a financiar la investigación y el desarrollo de alternativas de bajo costo que permitan reemplazar los contaminantes orgánicos persistentes..
El DDT, un insecticida que se usa en el combate de insectos, ya fue prohibido en casi todos los países del Norte industrial, pero empresas de India, China, México y Rusia continúan produciéndolo y exportándolo.
Una de las características de todos los COP es que permanecen en el ambiente hasta años después de su emisión e, incluso, pueden moverse a grandes distancias impulsados por el viento y el agua.
Las sustancias son consideradas peligrosas porque pueden contribuir a la aparición de cáncer, defectos congénitos, desórdenes inmunológicos, esterilidad masculina, perturbaciones del sistema hormonal y problemas de conducta.
"Estos químicos pueden debilitar el desarrollo del cerebro, comprometen la inteligencia de los niños y su capacidad de integración social", dijo Colborn.
Investigaciones realizadas en Estados Unidos revelaron que incluso pequeñas cantidades de COP en el útero o en la leche materna pueden causar deficiencias de atención y problemas de memoria en el niño. (FIN/IPS/tra-en/pw/aa/lc-ml/en-he/98