BIRMANIA: Terreno abonado para levantamiento popular

Los factores económicos y sociales están dados para que el pueblo de Birmania se rebele contra la dictadura militar, mientras se acerca el décimo aniversario de la sangrienta represión de 1988, aseguran analistas.

El 8 de agosto de 1988, los militares reprimieron con violencia pacíficas manifestaciones de protesta, asesinaron y detuvieron a miles de personas y persiguieron a la oposición. Cientos de activistas y profesionales huyeron de Birmania a medida que el régimen se endurecía.

Los rumores sobre una nueva ola de protestas contra el régimen se basan en la pésima situación económica, el mal estado de salud del ex dictador Ne Win y la demanda que realizó al régimen la dirigente de la Liga Nacional por la Democracia, Aun San Suu Kyi, de convocar a una sesión del parlamento.

A fines de junio, durante la conmemoración del octavo aniversario de la victoria electoral en 1990 de la Liga Nacional por la Democracia, Suu Kyi exigió que el régimen convoque al parlamento antes del 26 de agosto para celebrar una sesión de los legisladores legítimamente electos.

Muchos interpretan la demanda como una señal enviada por Suu Kyi al pueblo para comenzar un levantamiento popular. Hasta el momento, la dirigente recomendó mantener la paciencia y el diálogo con el gobierno.

La respuesta de la junta militar al pedido de Suu Kyi fue amenazarla con tomar acciones legales en su contra.

"El gobierno y su pueblo ya no pueden tolerar los actos de Aung San Suu Kyi, quien ignora los intereses de la nación y el pueblo", advirtió el régimen en comunicados publicados en tres diarios estatales.

Advertencias similares habían aparecido en los medios de comunicación los días previos al arresto domiciliario de Suu Kyi en 1989. La ganadora del premio Nobel de la Paz de 1991 fue puesta en libertad a mediados de 1995.

Organizaciones activistas aseguran que el momento es propicio para realizar otro levantamiento, pero esta vez esperan no repetir los errores del pasado.

En retrospectiva, observadores señalan que la falta de organización y experiencia política del movimiento democrático permitió al régimen recuperar el rumbo y retener el poder mediante la violenta represión de los manifestantes.

Aunque el dictador general Ne Win renunció tras la agitación popular, el líder fue sustituido por un sucesor militar elegido por él.

Tras la represión, el Consejo de Restauración de la Ley y el Orden del Estado asumió el poder. Aunque en principio iba a ser un gobierno de transición, la junta militar no cedió el poder a pesar de perder frente a la opositora Liga Nacional Por la Democracia en las elecciones generales de 1990.

El año pasado, la junta cambió su denominación por la de Consejo por la Paz y el Desarrollo del Estado.

"Esta vez, las fuerzas de la oposición están mejor preparadas para que la transición del gobierno militar al democrático tenga éxito", dijo Moe Thee Zun, quien pasó los últimos 10 años exiliado en Tailandia formando un ejército estudiantil y un movimiento clandestino para combatir al régimen de Rangún.

"Si los militares intentan detener a Suu Kyi de nuevo o perjudicarla de alguna manera, la medida desencadenará una protesta multitudinaria del pueblo", opinó un analista político de Rangún.

La frustración es evidente en varios sectores de la sociedad birmana y el ambiente es similar al que generó el movimiento democrático de 1988, cuando el creciente desempleo, los precios en alza y la falta de libertades condujeron al pueblo a las calles.

La situación económica, de por sí compleja, se agravó aun más en los últimos meses debido a la crisis financiera que afectó a los países vecinos del sudeste de Asia.

El país, que optó por la liberalización económica a principios de la década de los 90, depende en gran medida de la inversión extranjera para generar el crecimiento. Pero debido a la crisis asiática los fondos del exterior casi se agotaron.

Como en otras economías de la región, las reservas de divisas están en descenso, la inflación y el déficit fiscal van en aumento y el sector agrícola no logra ayudar a la economía.

Aunque muchos de los factores sociales y económicos que generan descontento popular existen desde hace años, un elemento importante es la muerte inminente del anciano ex dictador Ne Win.

Los rumores de su muerte circulan en Rangún y Bangkok desde hace varias semanas. A pesar de abandonar el poder en 1988, Ne Win, que gobernó el país durante 36 años, es considerado un factor fundamental de la unidad de las fuerzas armadas.

Tras su muerte, los analistas estiman que se producirá una división en las fuerzas armadas entre reformistas y un grupo a favor del statu quo. Las fuerzas democráticas esperan aprovechar este suceso.(FIN/IPS/tra-en/ss/ral/aq-lp/ip/98

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