La contención de la crisis financiera en Asia iniciada hace hoy un año con la devaluación del baht de Tailandia ha sido dejada en manos de Japón, cuya respuesta ha sido calificada de lenta y glacial por sus vecinos.
Un año después del comienzo de la crisis, no hay señales claras de recuperación y, lo que es peor, sí los hay de profundización por las trabas que sufre Japón para impulsar su economía.
"Se acusa a Japón del retraso en la recuperación económica. Me preocupa que mi país pierda su influencia en la región", dijo Gaishi Hiraiwa, presidente honorario de Keidranren, el mayor conglomerado empresarial japonés.
Japón ha sido criticado por no actuar con suficiente rapidez para revitalizar su economía y acusado de enlentecer la recuperación de las economías asiáticas cuyas exportaciones se concentran en la potencia regional.
Los problemas salieron a la luz con la devaluación del baht tailandés el 2 de julio de 1997, que dio comienzo a un efecto dominó que derrumbó a las monedas de la región.
Los problemas financieros condujeron al colapso de bancos y otras instituciones financieras en Tailandia e Indonesia y de chaebols (conglomerados empresariales) de Corea del Sur, que debieron despedir a millones de empleados.
Tailandia, Indonesia y Corea del Sur se vieron obligadas a acudir por ayuda al Fondo Monetario Internacional (FMI), que las conminó a aceptar medidas de austeridad y otros remedios amargos para mantenerse a flote.
Los paquetes de rescate reunidos por el FMI para los tres países más golpeados por la crisis sumaron 120.000 millones de dólares. El alza de las tasas de interés y los recortes de gastos estatales impuestas a cambio golpearon con dureza a la población.
Los programas de ajuste del FMI trajeron recesión, según el catedrático Walden Bello. "La peor crítica que se puede hacer al FMI es que impone una solución equivocada a países con finanzas devastadas", explicó.
El aumento del precio del combustible en Indonesia, a raíz de un recorte del subsidio gubernamental a los productos petroleros, alimentaron las manifestaciones opositoras que derivaron en el fin de 32 años de Alí Suharto en la presidencia del país.
El abatimiento de los gastos del gobierno ocasionaron un crecimiento menor en países como Filipinas, y una contracción en otros como Tailandia, Indonesia y Corea del Sur.
A comienzos de año, distintos expertos coincidían en que la situación podría deteriorarse aun más. La debacle de la economía japonesa y su moneda, el yen, agregó una nueva dimensión al problema.
El crecimiento del producto interno bruto de Japón se ha enlentecido en los últimos ocho años hasta contraerse en el primer trimestre de 1998, como consecuencia de una caída de la producción industrial de cinco por ciento.
Los problemas económicos de Japón son atribuidos a la negativa del gobierno a desregular con mayor rapidez su economía y a imponer reformas que permitirían a capitales extranjeros competir con empresas y bancos poco eficaces.
Los bancos japoneses invirtieron sin criterio durante la década del 80, los años de la "burbuja financiera". Hoy, sufren el peso de 122 trillones de dólares de deudas incobrables, lo cual retrajo los créditos. Eso, a su vez, disminuyó los gastos de los consumidores y retrasó la revitalización económica.
El yen alcanzó en las últimas semanas su cotización más baja, 140,72 por dólar este jueves, una devaluación de 19,6 por ciento desde 1997. El desempleo se elevó de tres por ciento el año pasado a 4,2 por ciento hoy.
La moneda japonesa arrastra consigo a todas las de la región. El viceprimer ministro de Tailandia, Panitchpakdi Supachai, también alertó de una segunda crisis en Asia, que involucraría a China y a Hong Kong y que originaría una depresión económica mundial si "el yen cae en un pozo sin fondo".
El propio Banco de Japón (central) advirtió que Asia podría caer en una depresión si Tokio no actúa. Jean-Michel Severino, alto funcionario del Banco Mundial, sostuvo que las autoridades financieras tienen unos pocos meses para impedir que la crisis en Asia oriental empeore aun más.
"Es una coyuntura crítica para el manejo de la crisis. En los próximos tres o cuatro meses encontraremos una salida o ingresaremos en un período de crisis diseminada en todo el mundo", dijo Severino en un foro realizado en Melbourne, Australia, en junio.
Stanley Fischer, vicedirector gerente del FMI, dijo el lunes que la debilidad económica de Japón profundizó y agravó la crisis financiera asiática, y que la capacidad de Tokio para recuperarse era "uno de los factores de real importancia en Asia oriental".
"La crisis se ha prolongado y profundizado más de lo previsto cuando se devaluó el baht por la combinación del contagio y por la ausencia de un centro de crecimiento en Asia", dijo Fischer.
Estas preocupaciones son comprensibles dada la situación de Japón. La caída del yen deprimió los mercados bursátiles asiáticos y provocó turbulencias también en los mercados monetarios.
Japón representa 70 por ciento de la economía de Asia oriental, por lo que se constituye en el motor del crecimiento regional. Pero con la larga recesión, las importaciones de productos asiáticos cayeron en Japón 20 por ciento en el primer trimestre del año respecto del mismo período de 1997.
La inversión japonesa en Asia también se desaceleró en el segundo semestre de 1997, golpeada por el abatimiento del crédito dentro del país y la debilidad del yen. Las inversiones radicadas en Indonesia, el mayor receptor de inversiones, cayeron 30,4 por ciento entre octubre y mayo.
Asia concentra 35,7 por ciento de las importaciones y 34,5 por ciento de las exportaciones de Japón. El Ministerio de Comercio e Industria informó que cayeron las ventas de 56 por ciento de las subsidiarias de empresas japonesas en Asia debido a la crisis.
Una razón por la que Japón continúa resistiéndose a adoptar cmabios es que la población no ha acusado, en realidad, el golpe de la crisis, según algunos expertos para quienes el país continúa disfrutando un alto nivel de calidad de vida.
Los restaurantes de Tokio llenos no son, en efecto, el retrato de una nación con problemas.
Algunos analistas creen, de todos modos, que el gobierno de Japón se mueve hacia los cambios. El paquete de 16.650 trillones de yenes anunciado por el gobierno para estimular la economía es considerado una medida positiva. Se trata de una suma gigantesca para impulsar la demanda interna en septiembre u octubre.
El gobierno también acordó el martes introducir un sistema de rescate que le permitirá controlar a instituciones financieras acosadas por deudas incobrables.
"Japón lo hace a su modo, lento y doloroso. Hay resistencias a seguir el mantra estadounidense de la privatización, porque la población piensa que no funcionará en este país cuyo éxito económico se atribuye al control del gobierno", explicó Takeshi Inoguchi, de la Universidad de Tokio.
Economistas asiáticos del sector privado prevén que la "Gran China", que comprende China, Taiwan y Hong Kong, podrían hacerse en el futuro próximo cargo del liderazgo económico regional que hoy ejerce Japón.
La relativa estabilidad de la Gran China en medio del caos y la respuesta de Tokio a la crisis son los factores que hacen prever el cambio de guardia. (FIN/IPS/tra-en/sk/sa/ral/mj/if/98