Después de 200 años cargados de dramáticos hechos históricos, el Teatro Bolshoi de Moscú está listo para cambiar de aspecto a fin de mantenerse como referencia en el mundo del ballet.
Fundado por una compañía de 13 bailarines y productores en 1776, el Teatro Bolshoi se incendió completamente en 1805 y, luego de tres años de reconstrucción, volvió a incendiarse en 1812, durante la invasión de Napoleón a Rusia.
En 1825 se erigió una nueva sala para el Bolshoi, en su actual ubicación en la Plaza del Teatro en Moscú, y en 1853 fue nuevamente destrozado por un incendio que duró 48 horas. Entre 1914 y 1945, el teatro y la compañía de ballet que alberga sufrieron el impacto de dos guerras mundiales y de una revolución.
La bomba de 200 kilos que en octubre de 1941 arrasó con el vestíbulo del Bolshoi pareció sólo un simple inconveniente, para un teatro que había soportado tantos cataclismos.
Entre la destrucción y la política, el Bolshoi ha sido hogar, o anfitrión de algunos de los músicos más famosos del mundo, como Glinka, Mussorgsky, Tchaikovsky, Rachmaninov y Prokofiev.
El Bolshoi afirmó su preeminencia con el restablecimiento de Moscú como capital de Rusia y de la Unión Soviética en 1918.
Pero el fin de la Guerra Fría, el advenimiento de la economía de libre mercado, el recorte de los subsidios estatales y la necesidad de competir a nivel internacional enfrentan al Bolshoi a un conjunto de difíciles desafíos.
"Durante la era soviética, si necesitábamos algo llamábamos a un funcionario con poder y el problema se solucionaba rápidamente. Pero hoy ya no es así. Ahora tenemos que generar dinero nosotros mismos", dijo a IPS Vladimir Vasiliyev, director artístico de la compañía.
Esto ha aumentado la presión en la compañía para que genere el ingreso que necesita para mantenerse de manera independiente.
El Bolshoi necesita más espacio para poder cumplir con su programa ampliado de producciones, que presenta unas 30 funciones por mes, comparado con sólo 10 hace un siglo.
La primera tarea es darle un nuevo aspecto al teatro, donde la compañía acaba de terminar su temporada número 222. "El Bolshoi ha adquirido reconocimiento mundial, y queremos mantenerlo con el mayor celo", explicó Vasiliyev
"Uno de los objetivos es ampliar nuestra audiencia aún más, lo cual puede lograrse con una sustancial renovación tecnológica", indicó.
"De hecho -reflexionó Vasiliyev- se trata de una cuestión de sobreviviencia del Bolshoi.
El majestuoso edificio del Bolshoi es visitado cada año por alrededor de un millón de amantes del ballet. Pero casi todo el acero de su estructura data de 1856, cuando se realizó la última gran reconstrucción.
El equipo escénico es de la década de 1930, cuando en las cortinas y bajorrelieves florecieron símbolos comunistas.
El Bolshoi estuvo gran parte de los últimos 30 años al mando de Yuri Grigorovich, un director artístico conocido tanto por su control autocrático como por sus logradas coreografías clásicas.
Dirigido por Grigorovich, que renunció en 1995, y con bailarines de gran talento, el Bolshoi se convirtió en una de las compañías de ballet más famosas del mundo.
En el mundo de la danza se dice que sus maneras autocráticas causaron el retiro de Grigorovich, pero según otras versiones, éste no tenía la capacidad necesaria para hacer del Bolshoi un éxito comercial en la nueva Rusia.
Dado que los costos son enormes, la tarea es difícil. Entre los 2.500 miembros de la compañía Bolshoi se incluyen 300 bailarines, 100 cantantes, un coro de 200 personas, y más de 200 músicos en dos orquestas.
La compañía logró el patrocinio comercial de Samsung, el gigante sudcoreano de la industria electrónica, y de la firma italiana de golosinas Rafaella.
También se han hecho algunas incursiones en la comercializaciónn de sus productos mediante asociaciones para producir discos compactos musicales y CD-Roms.
Si bien el Bolshoi no puede igualar los salarios de compañías de Europa y Estados Unidos, consiguió conservar algunos de sus mejores talentos con un sistema de contratos flexibles que permite a los bailarines trabajar en el extranjero y seguir perteneciendo a la compañía.
"Nos proponemos ampliar y racionalizar nuestros métodos de recaudación de fondos, ya que los actuales subsidios estatales son inadecuados", dijo Karina Panfilovich, jefa de relaciones públicas del Bolshoi.
Agregó que "vamos a tener que encontrar un equilibrio económico entre las giras por el extranjero, otras fuentes de ingresos y mantener nuestra integridad artística".
En ninguna parte del mundo se espera que una compañía nacional de ballet viva sólo del apoyo del Estado, y en todos lados, los directores artísticos tienen que negociar con los gerentes comerciales y adaptar sus formas de operar.
Eso significa más presentaciones, más clásicos "populares", menos trabajo "experimental" y mercadería promocional de todo tipo. Esas demandas han causado unos cuantos problemas a compañías europeas y estadounidenses, pero el Bolshoi está haciendo un gran esfuerzo de adaptación.
"Creemos que el Teatro Bolshoi ha respondido positivamente a los desafíos del nuevo ambiente económico, aunque necesitamos ayuda, y por eso hemos recurrido a la UNESCO", dijo Vasiliyev.
La UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educción, la Ciencia y la Cultura) respalda un nuevo proyecto para ayudar al Bolshoi a reunir en el extranjero los recursos procedentes que necesita para reformar y reparar su teatro y mantener su posición como un centro internacional de cultura.
"Creo que el esfuerzo de recaudación de fondos no sería posible sin la participación de la UNESCO", señaló Vasiliyev.
Una clara sensación de urgencia acompaña esas gestiones. "Durante más de un año hemos trabajado sin permiso del departamento de bomberos de Moscú. Cada noche recibimos a unos 2.000 espectadores bajo cierto riesgo", admitió el subdirector del Bolshoi, Viktor Tikhonov.
Así mismo, el teatro perdió gran parte de su techo el mes pasado, a causa de una tormenta.
Las autoridades municipales pueden legítimamente ordenar el cierre del teatro cuando se inicie la nueva temporada en septiembre.
"Supuestamente, el edificio principal del Bolshoi tiene que cerrar antes de fines de este año, para reparaciones, y la compañía debería mudarse a otro inmueble", dijo Vasiliyev.
Pero como es habitual en Rusia, el lento trámite del desembolso de dinero del Estado provoca demoras, recortes y nuevos problemas. Se promete el dinero, pero nunca llega, y las obras en el teatro se postergan. (FIN/IPS/sb/di-ff/ci/cr/98