Un comité decidido a salvar la célebre torre inclinada de la ciudad de Pisa, en el norte de Italia, invertirá hasta el año próximo 23 millones de dólares para enderezarla 40 centímetros y así evitar su derrumbe.
La primera fase del proyecto consiste en la instalación de unas bases a las cuales se engancharán unos cables de acero que alcanzarán la torre ocho veces centenaria, cuya inclinación ya llegó a cuatro metros y medio, y la rodearán a unos 22 metros de altura.
Los cables tendrán 103 metros de largo y un diámetro de entre seis y diez centímetros, y estarán protegidos por una cubierta de plástico de dos centímetros. Un mecanismo similar al de los cables de un funicular tirará de ellos para enderezar la Torre de Pisa.
Si esta operación tiene éxito, se iniciará una nueva intervención que tratará de enderezar la torre medio grado a través de una serie de derrumbes controlados. Se removerá parte del terreno del lado norte, el opuesto a la inclinación.
Si todo funciona, como estiman los ingenieros que trabajan en este proyecto, no serán necesarias las anclas subterráneas planteadas como solución por algunos expertos.
Cuando la torre, cuya construcción comenzó en el 1173, esté enderezada 40 centímetros, se le retirarán los cables.
Numerosos artistas plantean propuestas en torno a la célebre Torre de Pisa. Una de las más increíbles fue presentada por el japonés Mutsuharu Takahashi: la instalación de tarimas para inclinar una parte de la plaza frente a la torre y ofrecer así una visión de ella enderezada por completo.
El único problema es que nadie acudiría a verla porque su inclinación es lo que atrae a los turistas de todo el mundo, afirman los amantes de la torre.
Mientras tanto, para evitar que se derrumbe por su continua inclinación, se instaló desde 1990 un contrapeso consistente en 830 toneladas de bloques de plomo en el lado norte de la torre.
Existe cierto escepticismo en la población de Pisa sobre los trabajos que se realizan para salvar su torre.
Los residentes de esta ciudad recuerdan que en este siglo se constituyeron 18 comisiones de expertos para evitar que la torre se siga inclinando y termine por caerse.
El alcalde de la ciudad, Piero Floriani, reconoció que "la ciudad es impaciente y no cree que al final se logre realmente una solución".
Giorgio Croci, integrante del comité para salvar la torre y profesor de técnicas de construcción en la Facultad de Ingeniería de la Universidad La Sapienza, en Roma, se declaró optimista sobre el futuro del edificio y sobre el proyectado enderezamiento de 40 centímetros.
Croci dijo que los miembros del comité están convencidos de la necesidad de instalar los cables de acero para pasar en una segunda instancia a las obras definitivas.
"Como yo soy un científico, y no un vendedor, no puedo hablar de seguridad total, pero creo que existen muchas probabilidades de que el proyecto tenga éxito. Si así ocurre, no se requerirán otros trabajos, y la torre estará definitivamente segura para siempre", afirmó.
Señaló que los cables permanecerán solo un año, el tiempo que se requiere para llevar adelante los trabajos en el terreno, y después se sacarán, como también los bloques de plomo. No quedará nada que pueda afectar la imagen de la torre.
Las obras podrán concluir antes del 2000, sin obras traumáticas para la torre, con el máximo de respeto para el monumento, que podrá ser abierto de nuevo al público diez años después. (FIN/IPS/jp/mj/cr/98