Desde hace 27 años, un programa de la televisión argentina usa una fórmula aparentemente ingenua, pero eficaz: El espacio se llama "Yo me quiero casar" y cientos de personas se someten a sus reglas, para huir de la soledad.
Desde este mes, el programa se emite a diario, pero su conductor de siempre, el septuagenario Roberto Galán, anticipa que no habrá cambios de fondo. "Es como la Coca-Cola, el éxito está en hacerla siempre igual", dice.
Galán asegura, además, que su programa no busca la gran audiencia sino ofrecer "un servicio social".
El "celestino" confiesa que muchos le dicen antes de empezar: "Roberto, este año el programa no tendrá éxito porque las cosas cambiaron mucho".
Pero él insiste con su credo: "la soledad es universal y existió desde siempre, nuestro programa es un servicio, un hospital para esas almas solas que son muchas más de lo que todos creen".
De hecho, desde que comenzó la promoción de este año, llaman 50 personas por día, más del doble de las que lo hacen a las agencias matrimoniales. Además, este año la producción financiará el traslado de personas del interior del país y su alojamiento durante el programa.
Alicia Paseri, productora del ciclo, dijo a IPS que al igual que en otras temporadas, las parejas que se formen a partir del programa no sólo recibirán como obsequio el viaje de bodas, los trajes, la fiesta y los muebles para su casa, sino que serán homenajeados, como siempre, con la televisación del casamiento.
"En todos estos años hemos casado un sinnúmero de parejas, aunque sabemos que muchas otras se unieron sin boda o se casaron pero mucho tiempo después", señaló Paseri.
La unión más recordada por la audiencia -y también la más cuestionada- fue la de una pareja de enanos que hoy ya tienen tres hijos y recuerdan el ciclo con emoción y gratitud.
A modo de padrino, el canal -que este año será America TV- ofrece solventar todos los gastos. Algunas parejas judías fueron obsequiadas con un viaje a Israel, y para este ciclo se prevé como regalo de casamiento un viaje a París que, por supuesto, también será transmitido a todo el publico argentino.
La tarea comienza al modo de una agencia matrimonial, aunque sin aranceles.
Los interesados son entrevistados por la producción para conocer su perfil y sus expectativas, y a partir de allí arman cada uno de los programas previendo que haya cuatro mujeres y cuatro hombres, con algunas afinidades entre sí y que no se hayan visto antes.
En la decisión de asistir al programa y no a una agencia gravita la imagen de Galan, un hombre serio y respetuoso con una larga trayectoria en la television.
Pero no sólo el cnductor es una garantía de transparencia. Paseri comentó que por televisión los candidatos no pueden mentir porque inmediatamente podrían ser delatados por algún conocido.
"Es imposible que una persona casada venga a la televisión a decir que es viuda, o que un hombre que maltrató a su esposa mientras estaba casado no sea denunciado cuando aparece en el programa, eso para nosotros es un reaseguro", remarcó.
A lo largo del programa, que se realiza en un estudio pequeño con una decoración romántica, Galán los invita a contar sus historias y anhelos.
"La mayoría son mujeres, como ocurre casi siempre, pero hay de todas las edades, incluso nos sorprendió este año la cantidad de jóvenes interesados en participar", reveló Paseri.
Así, desfilan hombres y mujeres que vivieron junto a alguno de sus padres hasta la muerte y ahora se encuentran solos. Hay quienes nunca intentaron una pareja por timidez, personas separadas que sufrieron maltrato o viudos que no quieren pasar solos el resto de sus días.
Galán acostumbra a llevar la entrevista de manera que el interesado aparezca atractivo y lo exhorta a no seguir "llorando sobre la leche derramada" cuando un pasado triste acapara el tiempo del relato. Un perfil demasiado melancólico podría alejar a quien busca una compañía para salir de la propia tristeza.
Nunca falta la declaración de los bienes personales, casi siempre escasos, pero que bien pueden contribuir al perfil del candidato. "Las mujeres buscan seguridad económica y compañerismo, no se fijan tanto en la apariencia como ellos", asegura Paseri.
Al final, hombres y mujeres se eligen por escrito y entregan su carta al conductor. El es quien da el veredicto: "Se ha formado una pareja", exclama cuando se logra el milagro.
No siempre hay coincidencia y muchos vuelven a inscribirse porque no fueron elegidos.
Una vez formada la pareja, la producción les ofrece entradas de cine y de teatro, les paga salidas a bailar y a cenar, y deja que la semilla germine. Si hay boda, más tarde o más temprano será por televisión.
"Sólo una vez nos ocurrió de una pareja que se conocía de antes y fraguó la situación para conseguir los obsequios, pero les hicimos juicio y ganamos", señaló Galán.
El programa, como él mismo lo reconoce, es "una rareza" para estos días en que el contacto entre hombres y mujeres parece fácil, y resulta ingenuo pero genuino para la audiencia que participa desde su casa de ese momento efímero en que la flecha de Cupido atraviesa un corazón. (FIN/IPS/mv/ag/cr/98