El más brusco cambio de chaqueta política en lo que va del proceso electoral en Venezuela se registró hoy, cuando el moderado Movimiento al Socialismo (MAS) adoptó como su candidato presidencial al ex líder golpista Hugo Chávez.
La decisión implicó el inmediato "pase a la reserva" de la vieja guardia del partido, entre ellos sus dos líderes históricos, Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez, ministros de Planificación y Fronteras, respectivamente, en el gabinete del presidente Rafael Caldera.
"Chávez será la más colosal frustración que haya vivido Venezuela", advirtió Petkoff a los 400 asambleístas del MAS y, con su estilo mordaz replicó a quienes le abucheaban: "Los espero en la bajadita: dentro de un año estarán pitando a Chávez".
También replicó con un "permitanme que me ria" cuando desde la sala le contestaron que "con nosotros y con el pueblo" a su señalamiento de que uno de los problemas con Chávez es que lo único claro es su autoritarismo, pero no con quienes gobernará.
Márquez dijo que "estamos dando un espectáculo bochornoso y parecemos un atado de oportunistas", en tanto Petkoff aseveró que no votará por Chávez.
Pero la convención socialista rechazó sus llamados y propuestas para diferir la elección de Chávez como candidato del partido, que se produjo por 264 votos a favor, mientras 128 delegados se pronunciaron en contra.
El secretario general, Leopoldo Puchi, líder de la corriente "pragmática" mayoritaria, defendió el apoyo al teniente coronel retirado que encabezó una sublevación militar en 1992 y ahora, convertido en candidato presidencial, encabeza las encuestas de intención de voto.
El apoyo del MAS a Chávez "no significa un retroceso a la cultura roja, sino la posibilidad de conformar un polo de centroizquierda que logre llevar adelante los ideales de modernización y democracia con justicia social", dijo Puchi.
La alianza entre el MAS y Chávez se explica, fundamentalmente, por la posición en que los protagonistas de la política en Venezuela quedaron después de que el Congreso cambió, en mayo, el esquema y el calendario electoral.
Inicialmente se previó que el 6 de diciembre se elegirían, en una sola consulta, al presidente de la República, senadores y diputados, gobernadores de 22 estados, legislaturas regionales, alcaldes, concejos municipales y juntas parroquiales.
Pero un acuerdo de los partidos mayoritarios en el Congreso, el socialdemócrata Acción Democrática y el socialcristiano Copei, dividió el proceso en tres comicios: en noviembre para gobernadores y parlamentarios, en diciembre para presidente y en 1999 para ayuntamientos.
Se opusieron, sin éxito, no sólo el MAS, partidos de izquierda y grupos centristas, sino los cuatro candidatos presidenciales que, como independientes, ocupan las primeras posiciones en las encuestas y todas las asociaciones de electores.
Ello porque la candidatura presidencial opera como "portaaviones" para los aspirantes a otros cargos, beneficiarios de las simpatías que puede despertar del abanderado.
La separación de los comicios favorece, segon los analistas, a los partidos tradicionales, que cuentan con maquinaria electoral en las regiones.
El adelanto a noviembre de parte de los comicios anuncia una "elección primaria" con vistas a la instancia de diciembre. Los candidatos presidenciales necesitan que seguidores suyos ganen gobernaciones y escaños en el parlamento, y éstos precisan una figura nacional que les brinde cobertura.
Hasta que se estableció ese marco, el MAS barajaba como opción presidencial exclusivamente a los aspirantes "genuinamente democráticos", según dijo Puchi en enero: la ex reina de belleza Irene Sáez, el empresario Henrique Salas y el socialdemácrata independiente Claudio Fermín.
Pero Sáez se convirtió en candidata de Copei, partido que en alianza con Acción Democrática "castigó" al MAS en el Congreso, Fermín se ha derrumbado en las encuestas y Salas despertaba más rechazo que apoyo entre las "bases" socialistas.
Los "históricos" fieles a Márquez y Petkoff apoyaron la opción Salas, pero la fuerza de sus rivales internos inclinó la balanza hacia Chávez, quien invitó a los socialistas a unirse a su "polo patriótico".
Algunos analistas, como Marta Colomina, sugirieron que el MAS "debiera cambiar su nombre a MAO: Movimiento al Oportunismo". Pero otros, como Fausto Masó, opinaron que tanto la organización como Chávez "buscan beneficiarse de las coyunturas, ni más ni menos que como hacen sus rivales".
La alianza MAS-Chávez crea una referencia de centroizquierda y, sobre todo, entrega al candidato -que por su pasado golpista integra la lista de políticos latinoamericanos sin visa estadounidense- una credencial de demócrata.
Ello porque el MAS, que se escindió del Partido Comunista prosoviético en 1971, abjuró de los métodos violentos para hacer política, puso proa hacia la socialdemocracia y, después que llegó al gobierno con Caldera en 1994, hizo a un lado sus tesis socialistas y apoyó la apertura de la economía.
Chávez, a su vez, ofrecerá al MAS, un partido que cosechó sufragios en las clases medias, la cercanía de los sectores más pobres, entre los que el ex golpista tiene más sólidos sus apoyos, según encuestadoras y analistas.
La incógnita que deja el "cambio de chaqueta" concretado este viernes es cómo se resolverán las contradicciones tanto en la campañía como en un eventual gobierno -a partir de 1999- del ex comandante Chávez.
Lo respaldan militares retirados -de derecha e izquierda-, viejos comunistas, algunos empresarios, grupos favorables a la intervención del Estado en la economía, partidos de izquierda de raíz obrerista, el resquebrajado MAS y su propio e indefinido movimiento.
El historiador Manuel Caballero -también un "histórico" del MAS- acusa a Chávez de fascista e imitador del fallecido líder argentino Juan Domingo Perón, y lamenta que en Venezuela se haya solidificado una base de opinión favorable a un gobierno autoritario. (FIN/IPS/jz/ff/ip/98
