Tailandia sufre déficit fiscal, aumento de la deuda y una caída de las exportaciones, y en medio de tantas bajas la criminalidad sube sin cesar.
Un año después de la devaluación del baht, que lanzó a la economía tailandesa en una espiral descendente y fue el primer síntoma de la crisis en el sudeste de Asia, el crimen crece de forma alarmante mientras la policía advierte que la situación será aun peor si continúa aumentando el número de desempleados.
Entre enero y abril de este año se denunciaron en Bangkok 1.234 casos de delitos contra las personas y 4.335 casos de violación a la propiedad.
Un estudio de el Centro de Investigaciones de Agricultores demostró que de 400 habitantes de Bangkok consultados, 44,5 por ciento de las mujeres y 50,5 por ciento de los hombres habían sido víctima de acciones contra su vida o sus propiedades el último año.
El 66 por ciento de los encuestados calificó al secuestro como uno de los principales delitos contra la vida, 14 por ciento mencionó el robo de automóviles, 8,6 por ciento los robos y la extorsión, y 7,2 por ciento a los carteristas.
Los principales escenarios de los delitos son los estacionamientos, las obras de construcción, los baños, las tiendas por departamentos, teatros e incluso ascensores.
En 1996 se robaron 1.200 automóviles en Bangkok y en 1997 fueron más de 2000, de acuerdo con cifras de la policía. El número de robos a bancos subió de 16 a 25 en ese mismo período.
"Las huelgas por mejor salario, las demandas de terreno, los robos de los carteristas, los asesinatos, los suicidios, la violencia familiar y los delitos contra los niños serán cada vez más comunes en Tailandia", dijo el director del Instituto de Estudios para el Futuro del Desarrollo, Kriengsak Charoenwongsak.
La competencia por la supervivencia en medio de una crisis económica degenerará en el uso de insultos y violencia, predijo Charoenwongsak.
Uno de los efectos de la crisis fue el desempleo que afecta a dos millones de personas en 1998, que aumentarán a tres millones en 1999, según economistas. Después de una década de crecimiento constante, este año se espera una contracción económica entre seis y ocho por ciento.
El aumento del crimen no ha estado confinado a Bangkok y también se presenta en zonas rurales, donde aparecieron los "bandidos del arroz" que hurtan la producción de alta calidad destinada a las exportaciones.
La prensa informó que los bandidos llegan en vehículos y penetran en los depósitos de arroz en pleno día, después de amarrar a los agricultores y sus familias. Estos delitos son estimulados por el aumento de precios en el arroz jazmín, que es el favorito de los delincuentes rurales.
"Debemos tomar precauciones y buscar soluciones reales para nuestros problemas, o de lo contrario el desorden reinará en las calles", advirtió Kriengsak.
El especialista dijo que el gobierno debería concentrarse en los problemas económicos de la gente, evitando el aumento abrupto en los precios de productos esenciales y buscando soluciones para el creciente número de desempleados.
Muchos analistas sociales advierten que la sociedad tailandesa también enfrenta el problema de una elite que se beneficia a expensas de los pobres, lo que genera una aguda inequidad entre la población.
Un informe del Instituto de Investigaciones sobre el Desarrollo de Tailandia, entre 1981 y 1992 el ingreso promedio de 10 por ciento de la población más rica triplicaba al del 30 por ciento más pobre. La brecha entre el sector urbano y el rural también es ancha.
En 1994 un informe internacional colocó a Tailandia junto a Guatemala, Brasil, Honduras, Chile y Colombia entre los países con mayor desequilibrio en el ingreso. (FIN/IPS/tra-en/ss/ral/mk/lc- mj/ip if/98