El acelerado proceso de urbanización y desarrollo de Sri Lanka amenaza el modo de vida de los veddahs, los habitantes más antiguos de este territorio insular del océano Indico, que al finalizar el milenio corren peligro de extinción.
El futuro de la etnia que habita en el noreste del país es aún más dudoso tras la muerte del patriarca Uruvarige Tissahamy, un carismático líder que logró mantener la unidad de los veddahs en la lucha por preservar sus tradiciones contra el arrebato de los tiempos modernos.
Hubo un tiempo en el cual los veddahs pululaban en las selvas de Sri Lanka, pero ahora su población está reducida a sólo unos cientos de personas, un millar como máximo. Además, los más jóvenes prefieren emigrar.
Tissahamy fue enterrado el 1 de junio de acuerdo a los ritos tribales. Pero su deseo de que fuera una ceremonia tranquila se vio empañado por la decisión del gobierno de brindarle un funeral de Estado que congregó a unas 100.000 personas, con plegarias budistas y católicas amplificadas por los altoparlantes.
El propósito de la ceremonia fue despedir a "uno de los hijos ilustres de Sri Lanka". Pero quizás el homenaje llegó demasiado tarde.
Nadie sabe cuántos años tenía Tissahamy, algunos creen que 104, pero no cabe duda que será recordado como un incansable luchador en defensa de la integridad de los veddahs y de su derecho a vivir en la selva.
Su hijo Uruvarigue Wanniya fue nombrado jefe hace varios años, pero su desempeño siempre estuvo a la sombra del de su padre, y hay serias dudas sobre su capacidad para liderar la lucha de los veddahs.
"Wanniya no será capaz de igualar la altura, el carisma y el poder de su padre. Se producirán disputas por el liderazgo, conflictos internos y tensiones externas", advirtió un especialista en esta etnia, el sociólogo de la Universidad de Jayawardenepura Tennyson Perera.
Los veddahs fueron descubiertos por Occidente en 1681. Son cazadores y recolectores de la selva que recurren a la miel, las raíces y las plantas salvajes para sobrevivir. Viven en forma simple y austera.
Según la leyenda, los veddahs se fueron a las montañas tras la invasión del príncipe indio Vijaya, un hecho ocurrido en el siglo VI antes de Cristo. Algunos antropólogos creen que evolucionaron a partir del Hombre de Balagonda, que habitó la actual Sri Lanka en las eras paleolítica y mesolítica.
Tissahamy encabezó la lucha por preservar la identidad de su pueblo, que consideraba amenazada por la llegada de colonos cingaleses de religión budista. "Llegaron nuevas civilizaciones que cambiaron el país y el mundo, pero creo que un veddah siempre será un veddah", afirmó en una ocasión.
La selva, argumentaba, es el alma de los veddahs. "Nacimos allí y allí moriremos algún día. A mi pueblo le gusta cazar, recoger la miel de abejas y perseguir a las iguanas".
En 1958, el gobierno intentó trasladar a los veddahs a un grupo habitacional de casas construidas para ellos, pero Tissahamy se negó a mudarse.
Algunos fueron obligados a mudarse en 1982, cuando su territorio fue declarado parque nacional y se prohibió la caza, pero Tissahamy nuevamente desafió esa orden y se quedó en la selva. Algunas de la familias que habían emigrado regresaron algunos años después.
El antropólogo de la Universidad de Peradeniya Eugene Wikremanayake, quien estudió a los veddahs durante 25 años, aseguró que su estilo de vida de cazadores recolectores ha estado permanentemente amenazado desde la independencia de Sri Lanka, en 1948.
Las primeras amenazas fueron los sistemas de irrigación construidos poco después de la independencia. Algunos de ellos se convirtieron en rústicos agricultores, aunque les resultaba difícil abandonar su actividad de caza y recolección en la selva.
Cada vez les resultó más difícil vivir aislados en la selva, y llegó el momento en que los veddahs aceptaron convertirse en una atracción turística, con la finalidad de recaudar algo de dinero.
"Al igual que otros grupos indígenas del mundo, podrían extinguirse en este cambio de siglo", advirtió Perera.
Ya en 1924, un cronista que conoció a los veddahs, R.L. Spittel, escribió en su libro "Wild Ceylon" (Ceylán Indómito): "Dejemos tranquilos a los veddahs, pues si tratamos de imponerles nuestras costumbres, los mataremos antes de tiempo". (FIN/IPS/tra- en/fs/an/lc-ml/pr/98