SALUD: Nuevos fármacos contra el sida no llegan a países pobres

Más de 90 por ciento de los portadores de VIH, residentes en el Sur en desarrollo, no se benefician con las últimas terapias contra el virus que provoca el sida, a diferencia de los portadores del Norte industrializado.

Más de 12.000 científicos y trabajadores de la salud participarán este mes en una conferencia en Ginebra para analizar esta creciente "brecha del tratamiento" entre pobres y ricos.

El progreso en los últimos dos años de las denominadas terapias antirretrovirales (TAR), como el conocido fármaco AZT, hizo posible que el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) ya no sea necesariamente una enfermedad mortal.

En gran parte de Europa y América del Norte, donde las TAR se emplean en forma habitual como parte de una terapia con varios fármacos, las muertes por sida se redujeron a menos de la mitad. Este tipo de terapias no curan la enfermedad, pero la hicieron más "manejable".

La brecha en el tratamiento generó demandas para impedir que los países en desarrollo queden excluidos de los beneficios de las nuevas terapias.

El problema es que estas drogas son muy caras y pueden ser mortales si se toman en dosis equivocadas. El tratamiento de un año puede costar más de 10.000 dólares, por lo que las TAR, por lo general, sólo están disponibles en los países ricos.

"La brecha entre el tratamiento de los ricos y el de los pobres es enorme. Ese es un puente que debemos construir si vamos a encarar la cuestión con seriedad", dijo Warren H. Lindner, asesor de la conferencia en Ginebra. "Si no resolvemos la brecha, millones de personas van a morir".

Pero algunos trabajadores y científicos relacionados con el sida temen que las nuevas terapias puedan hacer más daño que bien en los países en desarrollo.

Los tratamientos son demasiado caros, requieren complejos sistemas de salud y, en caso de ser mal administrados, podrían generar nuevos tipos de VIH (virus de inmunodeficiencia humana) más virulentos y resistentes a los fármacos, sostienen.

El dinero tendrá mejor fin se si emplea en medicinas más económicas que, aunque no detienen el avance del VIH, pueden aliviar el dolor y tratar las "infecciones oportunistas" asociadas con el sida, argumentan algunos expertos.

"No debemos generar falsas esperanzas. Lo peor que podemos hacer es brindar terapias intermitentes o no óptimas", dijo Rachel Baggaley, de la Organización Mundial de la Salud, en una conferencia organizada por la organización no gubernamental AIDS Consortium, en Londres.

El médico Anton Pozniak, del hospital King's College, de Londres, concuerda con Baggaley.

Si los tratamientos de bajo costo para la tuberculosis, una enfermedad que mata a una persona cada 15 segundos, no están al alcance de las personas que los necesitan, entonces las terapias más caras contra el sida tampoco lo estarán, argumentó.

"La cura para la tuberculosis existe desde hace 26 años y el tratamiento completo sólo cuesta 26 dólares. Pero ahora hay más personas muriendo de tuberculosis que antes", dijo Pozniak en la conferencia londinense.

Pero el costo no es el único problema. Los fármacos contra el VIH requieren complejos y caros equipos médicos para asegurar que los pacientes reciban la dosis adecuada.

Los afectados deben ingerir un "cóctel" de entre 10 y 24 pastillas diarias, y si no lo hacen correctamente podrían acelerar la enfermedad, en lugar de enlentecerla.

"La resistencia a los fármacos en las terapias antirretrovirales se puede desarrollar en tan sólo 21 días", advirtió Pozniak.

Kassec Mussa, trabajadora en Etiopía de la organización humanitaria Misioneras Médicas de María, señaló que en su país, con unos 400.000 casos de sida, según estimaciones oficiales, sólo hay un médico cada 31.000 personas.

Los trabajadores de la salud creen que si se utilizan las TAR en estos países pobres sólo se lograrán desviar los recursos de fármacos menos efectivos, pero más económicos.

A pesar de estas opiniones, la presión aumenta para ampliar el acceso a las terapias antirretrovirales.

"Hay más de 30 millones de personas con VIH, la mayoría en el mundo en desarrollo", dijo Joseph Saba, del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/Sida (ONUSIDA).

"No podemos ignorar el hecho de que, salvo que hallemos maneras de atenderlas, estas personas caerán en la enfermedad, la pobreza y la exclusión, las mismas condiciones que hacen más probable transmitir el virus a otros", aseguró.

Saba es director de la Iniciativa de Acceso a los Fármacos que tiene el fin de brindar mayor acceso a fármacos contra enfermedades de transmisión sexual e "infecciones oportunistas" como la diarrea, asociadas con el sida.

La iniciativa también intenta ofrecer acceso a las TAR en los países en desarrollo.

El gobierno francés lanzó un proyecto similar para proporcionar varios fármacos, entre ellos los TAR, en países en desarrollo.

La medida "manejará nuevos recursos y no empleará los fondos existentes contra el sida en los países en desarrollo", explicó Eric Chevallier, del Ministerio de Salud Pública francés.

Pero ambas iniciativas comenzarán a muy pequeña escala. La de ONUSIDA ofrecerá las TAR a unas 2.000 o 3.000 personas en cuatro países en su primer año. El proyecto francés abarcará un número similar de personas, en su mayoría mujeres embarazadas.

Una multinacional farmacéutica accedió a proporcionar el fármaco AZT a precios subsidiados a los proyectos que pretenden impedir la transmisión del VIH de madre a hijo.

La pequeña escala de estas iniciativas aumenta la frustración de quienes se quejan de lo poco que se hace por las personas con VIH/sida en los países en desarrollo.

"De seis millones de personas con VIH o sida en Africa, sólo unas 2.500 reciben tratamientos de TAR", informó Joe Thomas, de la Universidad China de Hong Kong.

"No tenemos acceso ni siquiera a algunas medicinas básicas. Los gobiernos y los donantes deben brindar atención, incluso los fármacos para las infecciones oportunistas y las TAR", dijo David Chipanta, de la Red de Africanos con VIH/Sida.

Varias organizaciones activistas sostienen que se pueden conseguir más recursos contra el sida que otras enfermedades, como la tuberculosis, porque el sida es más visible y "mejor comprendido" en los países industrializados.

"Tenemos esta oportunidad única para llamar la atención sobre el sida en los países en desarrollo", aseguró Marie de Cenival, de la organización ACT-UP, en París.

"La investigación y el tratamiento contra el sida sólo recibieron fondos adecuados en América del Norte y Europa porque nosotros los exigimos. Podemos hacer lo mismo en los países en desarrollo", afirmó. (FIN/PANOS/tra-en/jd/dds/aq-lp/he/98)

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(*) IPS pone a disposición de sus suscriptores este material por un acuerdo de distribución con la institución internacional de comunicación Panos Features, de Londres

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