El militar y periodista Grigory Pasko, conocido por sus investigaciones sobre el vertido en secreto de residuos nucleares cuando trabajaba para el periódico de la armada rusa Boyevaya Vajta (Vigilia de Combate), podría ser acusado de alta traición el mes próximo.
El capitán Pasko, de 34 años, fue detenido el pasado noviembre a su regreso de un viaje a Japón y acusado de posesión de documentos con secretos militares. Antes de partir a Japón, funcionarios de aduana le confiscaron los documentos que planeaba entregar a periodistas japoneses.
Tras su detención, los servicios de seguridad registraron el apartamento del acusado y se incautaron de otros documentos obtenidos en el extremo oriental de Rusia, así como de casetes, libros y su computadora.
Aunque el viaje de Pasko no tuvo, según él mismo afirmó, nada que ver con sus investigaciones ambientales, fue su exposición de los vertidos nucleares lo que enfureció a las autoridades.
Sus artículos para el diario Boyevaya Vajta, destinado a los marinos de la flota del Pacífico, y para el periódico japonés Asaki, llamaron la atención internacional hacia las operaciones de la marina rusa.
El Servicio Federal de Seguridad, sucesor de la temida KGB de la guerra fría, acusó a Pasko de poner en peligro la capacidad de defensa del país filtrando información sensible a la prensa japonesa.
El acusado permanece en prisión preventiva en Vladivostok desde el 11 de mayo.
Pasko cuenta con gran apoyo en el área de Vladivostok, donde crece la preocupación popular por la contaminación radiactiva. La Flota del Pacífico de submarinos nucleares produce gran cantidad de combustible usado y otros residuos peligrosos para los que no hay instalaciones de desecho adecuadas.
La situación es igual o peor que la de la región noroccidental de Murmansk, que sirve a la Flota del Norte, pero que ha tenido menos publicidad.
Entre 1966 y 1991 se virtieron en el océano Pacífico líquidos de baja radiactividad en cinco ocasiones. La mayor parte fue arrojada al sudeste de la península rusa de Kamchatka, pero los residuos más radiactivos se desecharon en el mar de Japón. La práctica alcanzó su pico en 1986 y 1987.
La reanudación del vertimiento de desechos de baja radiactividad en el mar de Japón causó en octubre de 1993 una fuerte protesta internacional, en especial de Japón y Corea del Sur. También se estableció una comisión conjunta ruso-japonesa sobre desechos líquidos para encontrar una solución.
Otro problema es el del combustible usado de los submarinos nucleares, que se lleva a un vertedero situado al norte del astillero de Gornyak, en Kamchatka, y a una instalación especial en Cabo Maidelya, cerca de Vladivostok, para su almacenamiento temporal.
Allí aguarda ser transportado en tren al Complejo Químico Mayak, una planta de reprocesamiento situada en los Urales. Sin embargo, el transporte de combustible usado ha sido muy irregular.
Además, 57 submarinos obsoletos cargados de combustible permanecen amarrados en varios sitios junto a la costa del Pacífico, a la espera de ser retirados de servicio. En 1994, el gobierno japonés donó al ruso 1.250 millones de dólares para mejorar la seguridad nuclear en la región.
El problema de los desechos en el Pacífico preocupa no sólo a los residentes locales, sino a la mayoría del personal naval.
Los abogados de Pasko sostienen que la publicación realizada tenía el pleno apoyo de la Flota del Pacífico, y que Pasko fue a menudo alertado sobre vertidos secretos por sus superiores.
Si es hallado culpable de traición y espionaje, Pasko pasará entre 12 y 20 años en prisión.
"Los cargos están basados en suposiciones y no en hechos", ya que "los materiales que leímos no prueban las acusaciones directamente", afirmó otro de los abogados de Pasko, Oleg Kotlyarov.
Entre las organizaciones no gubernamentales que reclaman la libertad de Pasko se encuentran Periodistas sin Fronteras, Foro Internacional de Medios Masivos de Comunicación y Human Rights Watch. (FIN/IPS/tra-en/ai/jmp/rj/ml/en-hd/98