PALESTINA: El ex guerrillero que dejó de huir

Mohammed "Abu" Abbas comenzó a huir en 1985, cuando las autoridades italianas lo liberaron después de detenerlo en forma espectacular bajo acusación de secuestro del crucero Achille Lauro, y no se detuvo hasta 1996.

El líder del Frente para la Liberación de Palestina (FLP) se convirtió entonces en uno de los hombres más buscados del mundo, esquivando a los servicios de inteligencia de Israel, Italia y Estados Unidos, que le puso precio a su cabeza: 250.000 dólares.

Durante el secuestro de dos días del barco de turismo, realizado para demandar la liberación de palestinos presos, el comando que realizó la operación ejecutó y tiró por la borda a un judío estadounidense, Leon Klinghofer.

Abbas huyó a través de Europa, el norte de Africa y Medio Oriente con la ayuda de pasaportes falsos y de numerosos colaboradores. Todo terminó en 1996 cuando, irónicamente, Israel le permitió regresar a la franja de Gaza, territorio bajo administración palestina.

Ahora, el hombre conocido como Abu Abbas dejó de huir y el mes pasado abrió una oficina en la ciudad de Gaza con la esperanza de revivir su movimiento. Pero en esta oportunidad ya no apunta hacia objetivos militares; ahora se trata de la paz.

"Cuando hay esperanza, dejamos las armas", comentó. Su posición podría fortalecer al presidente Yasser Arafat, justo cuando entre los palestinos parece aumentar el cuestionamiento a los beneficios del proceso de paz.

El ex guerrillero de 50 años, que no cuadra con el estereotipo occidental del terrorista, fuma sin parar y recuerda con cierta dosis de humor su larga huida.

"Siempre estaba en países distintos. Nunca dormía en el mismo lugar; ni siquiera mi chofer podía saber adónde me dirigía. Tengo una gran colección de pasaportes falsificados… son tantos que ya ni siquiera recuerdo los nombres que utilizaba", relató.

En 1987, el Departamento de Estado admitió que la evidencia en su contra no era admisible en una corte de Estados Unidos y por lo tanto dejó de requerir su detención. En 1991 fue superado el plazo para procesarlo y Washington dejó de ofrecer la recompensa de 250.000 dólares.

Abu Abbas continuó viviendo con cautela, aunque asistió a un congreso de escritores en Argelia en 1990, pese a que el FPL seguía combatiendo y ese mismo año atacó una playa de Tel Aviv, hecho que interrumpió el diálogo entre el gobierno de Estados Unidos y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

En 1996 se presentó la oportunidad para dejar de huir. El entonces primer ministro israelí, Shimon Peres, acordó permitir a los miembros del Consejo Nacional Palestino en el exilio retornar a Gaza para votar enmiendas a la Constitución palestina, que proclamaba la lucha armada contra Israel.

Se ofreció la emisión de un pasaporte palestino a todos aquellos que regresaran antes de seis meses. Abbas, considerado uno de los militantes más radicales de la OLP, sorprendió a todos cuando apareció en Gaza para votar a favor de las enmiendas.

Luego partió, pero con la promesa de regresar para apoyar a Arafat y a los acuerdos de paz de Oslo. "Estoy muy optimista", admitió.

"Hace 50 años, Palestina fue borrada del mapa geográfico y político, pero ahora estamos de regreso en el mapa. Así que propongo darle una oportunidad a la paz", comentó Abbas.

Mohammed Abbas nació en Haifa, que ahora es una de las ciudades más grandes de Israel, pero partió cuando tenía apenas 12 días rumbo a un campo de refugiados en Siria, donde creció.

Desde joven estuvo en contacto con las ideas del fundador del Frente Palestino, Ahmed Jibril, y en 1974, cuando recibió su maestría en literatura, ya se había convertido en el principal colaborador de este dirigente. Tres años después se separó de Jibril, y se llevó consigo el nombre de la organización política.

Abbas asegura que no estaba a bordo del Achille Lauro. Dice que se encontró con sus hombres en la ciudad egipcia de Port Said, y un mes más tarde tomaron un avión con rumbo a Túnez.

El avión fue interceptado en pleno vuelo por cazas de Estados Unidos que lo obligaron a desviarse hacia Sicilia, desde donde los trasladaron a Roma. Pero después fueron liberados en una decisión inexplicable de la justicia italiana que puso furioso al presidente Ronald Reagan.

Apenas salió de la cárcel, Abbas huyó a Yugoslavia. En un mes pasó por Hungría, Rusia, Bulgaria, Argelia y Yemen del Sur, moviéndose demasiado rápido como para que lo pudieran a atrapar. Tiempo después encontró refugio de Bagdad, donde se estableció con su mujer y sus hijos.

Ahora llegó hasta Gaza, donde se encuentra relativamente a salvo puesto que Estados Unidos ya no está interesado en su detención e Israel le dio permiso legal para instalarse en este territorio. Y no parece preocupado por la amenaza de derechistas judíos que prometen ir a buscarlo.

Los acuerdos de Oslo establecen en forma muy clara que cualquier palestino cuya entrada haya sido aprobada por Israel no será procesado por crímenes cometidos antes de la forma del convenio, en 1993.

En 1996 la OLP, que actuó en representación de la facción de Abbas, miembro de la Organización en la época del secuestro del Achille Lauro, logró un acuerdo con la familia Klinghofer que resolvió una demanda civil con la entrega de una compensación monetaria cuyo monto no ha sido revelado.

Abu Abbas no está arrepentido de su militancia, pues considera que fue una lucha justa para liberar su tierra natal. Pero hay dos cosas que lamenta.

Una de ellas es que se perdió la juventud de sus hijos mientras escapaba. "Estaba muy ocupado, no tuve tiempo de ser padre", comentó. Ahora Khaled y Omar estudian en Canadá y es poco probable que algún día quieran trasladarse a Gaza con Abbas.

La segunda cosa que lamenta es la muerte de Klinghofer en el Achille Lauro. "Peleé por la libertad de mi pueblo. Nunca quisimos dañar a los civiles", afirmó, aunque sabe que muchos no le creen cuando dice que no pretendían causar la muerte de ninguno de los pasajeros.

También sabe que en Occidente muchos siguen estereotipando a todos los palestinos según el molde del antiguo Abu Abbas.

"Tratamos de cambiar esa imagen, pero no es fácil. No somos terroristas, somos personas comunes. Estamos sufriendo, tenemos un problema político. Intentábamos mostrarle al mundo cuál era la situación". (FIN/IPS/tra-en/dho/rj/lc-ml/ip/98

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