Yoyoda y Tamar Nizri se han enamorado de la naturaleza que rodea el asentamiento judío donde residen, pero sus vidas pueden dar un vuelco en cualquier momento porque esta zona de Cisjordania es objeto de una compleja negociación internacional.
Esta colonia está a unos pocos kilómetros al norte de Ramallah y podría convertirse en un pequeño enclave judío en el medio de un territorio controlado por la Autoridad Nacional Palestina (ANP) si Israel acepta la solicitud estadounidenses de retirar sus tropas de esa zona.
"La situación es confusa, pero nosotros la ignoramos, porque si te pones a pensar en eso no puedes vivir ni hacer planes para el futuro", comentó Yoyoda, de 22 años, quien vive junto a su esposa en la localidad de Ofra.
"Si pensáramos en el asunto tendríamos miedo. Pero no lo hacemos", dijo Tamar.
Esa posición refleja el sentimiento de unos 161.000 colonos esparcidos en Cisjordania, que prefieren evitar reflexiones sobre el futuro en un territorio que pertenecerá, con seguridad, a Palestina y esperan que el gobierno israelí encuentre la manera de conservar la soberanía sobre esta región.
Durante meses el Departamento de Estado (cancillería) de Estados Unidos ha presionado al gobierno derechista de Benjamín Netanyahu para que efectúe un tercer retiro de tropas de Cisjordania, esta vez de 13 por ciento de ese territorio, para que quede en manos de la ANP.
Pero Netanyahu ofreció sólo nueve por ciento, pues entiende que el cuatro por ciento restante comprometería la seguridad de Israel. El primer ministro israelí dijo el martes que, si bien el acuerdo es posible, no aceptará que lo presionen para tomar una decisión "apresurada".
La ANP que preside Yasser Arafat ya controla en forma parcial o total 27 por ciento de Cisjordania. El objeto de la propuesta estadounidense es que la entidad palestina tenga en sus manos 40 por ciento del territorio cuando se inicien las negociaciones por un acuerdo de paz definitivo.
Mientras tanto, los colonos judíos deben adivinar las consecuencias de cada una de las alternativas en discusión.
En 1996 contrataron a un hidrologista de la Universidad Hebrea, Haim Gvirtzman, para que trazara en secreto algunos mapas destinados a determinar cuánto territorio podía cederse a Palestina sin afectar la ubicación de los asentamientos actuales.
Gvirtzman, colono religioso del asentamiento de Dolev en Cisjordania, estimó que Israel podría retirarse sólo de 30 por ciento del territorio, una porción casi idéntica a la que Palestina ya tiene bajo su control.
Cualquier entrega adicional comprometería los asentamientos, advirtió el experto, cuyos mapas fueron publicados por el Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat de la Universidad Bar-Ilan.
De acuerdo con estos mapas, un retiro de nueve por ciento adicional del territorio perjudicaría a 1.700 colonos que habitan 10 asentamientos. Pero si se acepta la propuesta de 13 por ciento serían afectados 9.000 colonos de 18 asentamientos, entre ellos el de Ofra, donde viven los Nizri.
Los dirigentes de los colonos por el momento prefieren respaldar el argumento de la seguridad de Israel, antes que abordar el futuro de los asentamientos, considerados por los palestinos y por la izquierda israelí el principal obstáculo para la paz.
Yehudit Tayar, portavoz de la organización de colonos Yesha, sostuvo que si Israel acepta una posición intermedia de 11 por ciento, solo serían afectadas unas 20 comunidades.
"Sin embargo, es difícil encontrar una comunidad que no vaya a ser afectada, ya sea por el agua, la electricidad o las vías de acceso. Un 11 por ciento aislaría algunos asentamientos, que tendrían un camino de acceso rodeado de palestinos", dijo Tayar.
El ministro de Infraestructura y defensor a ultranza de la seguridad israelí, Ariel Sharon, ya realizó varias visitas a Cisjordania, pero sus argumentos son de carácter militar.
Sharon asegura que Israel debe retener el valle del Jordán, el desierto de Judea, un amplio corredor hasta Jerusalén y las montañas de Samaria occidental, donde hay reservas de agua, y las colinas de Nablus, donde hay estaciones de alerta.
Israel debería conservar también una zona en torno al aeropuerto Ben Gurión de Tel Aviv, que incluiría una porción de Cisjordania, según el ministro.
Las propuestas de Sharon solo consideran la situación de los israelíes, pero de ser aprobadas también afectarían a decenas de miles de palestinos.
Netanyahu asegura que 98 por ciento de la población palestina vive en territorios controlados por Palestina.
Pero Gvritzman dijo que esa cifra es engañosa, pues solo 37 por ciento viven en áreas controladas por la ANP, mientras los otros habitan en un territorio donde esta entidad tiene solo atribuciones civiles para recolectar impuestos y administrar escuelas.
Para los palestinos la diferencia es crucial, pues los soldados israelíes no pueden ingresar a las áreas donde la ANP ejerce control total, pero sí tienen jurisdicción en aquellas donde su mandato es limitado.
En el caso de Yoyoda y Tamar Nizri, las consideraciones militares de Sharon no tienen demasiado peso.
La realidad de su asentamiento en Ofra es que está rodeado de pueblos palestinos. Por lo tanto, su única posibilidad de sobrevivir a un retiro de Israel sería contar con un camino para conectarla con el valle del Jordán hacia el este.
Los Nizri dicen que si no pueden vivir en Ofra tal vez busquen otro lugar más al norte, en Galilea, o incluso en el desierto de Neguev.
Su posición al respecto es clara. "Creemos que este territorio nos pertenece y que deberíamos vivir aquí, pero no me mudé a Ofra por ese motivo. En cualquier lugar de Israel que vivamos ayudaremos a fortalecer al país, y no veo ninguna diferencia entre este lugar y cualquier otro", dijo Yoyoda. (FIN/IPS/tra- en/dho/rj/lc-mj/ip/98