Funcionarios de gobierno de Estados Unidos reaccionaron con cautela hoy ante la repentina muerte del presidente de facto de Nigeria, general Sani Abacha.
"Estados Unidos continuará esforzándose por garantizar una transición al régimen civil en Nigeria", declaró un funcionario del Departamento de Estado.
"Esa transición prometida por Abacha debe permitir un auténtico proceso democrático que incluya a partidos de oposición y permita que los medios cubran la actividad opositora", agregó.
La fuente se negó a expedirse sobre la actitud de Washington hacia quienquiera que reemplace a Abacha como jefe de Estado, y tampoco realizó comentarios sobre quién cree el gobierno que será ese sucesor.
Abacha, que desafió reiteradamente a Washington en temas de derechos humanos y otros luego de que tomó el poder en noviembre de 1993, era considerado en Estados Unidos como un dictador corrupto y brutal -aunque astuto- que conducía al país más populoso de Africa hacia la bancarrota económica y política.
La impresión general en círculos oficiales es que el destino de Nigeria está ahora principalmente en manos de los propios nigerianos, en particular del ejército dominado por la etnia hausa, que gobierna el país desde 1983.
"Esta gente deberá tener en cuenta muchos intereses. Tendrán que ser muy cuidadosos", advirtió un destacado funcionario que solicitó reserva.
El funcionario opinó que la junta formará un gobierno interino que, en su fase inicial, permanecerá enteramente militar y pesará con cuidado todos los intereses en juego.
Pero no puede saberse cuánto duraría esa solución si, por ejemplo, algunos oficiales se consideraran marginados o si los civiles salieran a las calles a reclamar la liberación de prisioneros políticos, agregó.
"Hay muchos otros Abacha en el ejército", sostuvo Salih Booker, director de estudios africanos del Consejo de Relaciones Exteriores. "El hecho de que Abacha haya muerto es una buena noticia, pero no necesariamente mejora la situación", previno.
Booker manifestó preocupación por la posible división del ejército en base a diferentes regiones o etnias.
Muchos oficiales de la comunidad yoruba, entre ellos el general Oladipo Diya -el segundo de Abacha hasta el pasado diciembre, cuando fue encarcelado por una supuesta conspiración golpista-, fueron aislados en los últimos meses. Diya, quien recibió una sentencia de muerte, no fue sustituido.
"El peligro es que la lucha de facciones étnicas se extienda rápidamente más allá del ejército", alertó Booker.
Félix Morka, director del Centro de Acción de Derechos Sociales y Económicos, con sede en Lagos, dijo que dos altos efectivos militares, ambos hausas, quizá intenten obtener el poder.
El comandante de las fuerzas armadas, general Abdul Salaam Abubakar, es considerado el menos ambicioso de los dos, mientras el general Jeremiah Useni, gobernador de Abuja, ya antes manifestó su interés en convertirse en jefe de Estado.
"Es probable que (Useni) sea tan brutal como Abacha", dijo Morka, pero añadió que el general no tiene soldados bajo su mando en la actualidad.
"Cuanto más tiempo pase antes del anuncio de una sucesión (política), mayor será la oportunidad para el caos", sostuvo Morka. "Si no hay una clara toma de poder en los próximos días, más oficiales participarán de las maniobras para obtenerlo, y la situación podría estallar".
"Hoy es el día para celebrar con cautela. Mañana vendrá la realidad", comentó este lunes.
Adotei Akwei, analista de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional, también expresó su preocupación. "Lo más importante ahora es la supervivencia del país y que no haya divisiones violentas entre los militares", opinó.
Akwei señaló que la junta militar quizá deba buscar en las cárceles para hallar a alguien con la estatura suficiente que asuma el poder de una manera creíble para el país. "Una posibilidad es Diya", dijo.
Los analistas concuerdan en la posición que debe tomar Washington, aunque discrepan sobre lo que podría pasar en las altas esferas militares de Nigeria.
"El ejército nigeriano debe abandonar la transición, liberar a los prisioneros políticos y entablar un diálogo con las fuerzas prodemocráticas para facilitar una rápida transición" al gobierno civil, opinó Akwei.
La situación actual ofreció la "última oportunidad para que Washington establezca una fuerte relación con las fuerzas prodemocráticas, a las que, en los últimos cuatro años, consideró con desdén", añadió.
A la vez, Washington debe enviar "un fuerte mensaje" a los posibles sustitutos de Abacha, acordaron Morka y Booker.
"Nigeria no se puede dar el lujo de tomar un paso más en la dirección que había tomado Abacha", advirtió Morka.
Washington y la Unión Europea deben ejercer la "máxima presión" sobre el ejército para facilitar una verdadera transición, exhortó Akwei.
"Estados Unidos debe asegurarse de que los militares nigerianos comprendan la importancia del momento", enfatizó Booker, quien está a favor de enviar a Nigeria una delegación estadounidense de alto nivel cuando surja un nuevo líder.
Paradójicamente, el presidente Bill Clinton había planeado enviar la semana pasada una delegación de tales características para intentar disuadir a Abacha de participar en las elecciones de agosto, en las que era el único candidato anunciado.
Pero el dictador se negó a recibir al grupo, encabezado por el ex embajador ante Nigeria y subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, Thomas Pickering, y la misión se canceló a último momento. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/ml-aq/ip/98