Estados Unidos canceló sus planes de enviar a Nigeria una delegación de alto nivel para persuadir al presidente de ese país de abandonar sus planes de autosucederse en las elecciones previstas para agosto.
La visita hubiera sido la primera de una delegación estadounidense al país de Africa occidental desde que el general Sani Abacha tomó el poder en 1993.
Sin embargo, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Nigeria anunció que no recibiría al grupo a menos que Washington levantara las restricciones de viaje contra altos funcionarios del gobierno de Abacha.
"En vista de la situación, no podremos realizar la visita en esta oportunidad", anunció un funcionario del Departamento de Estado.
El grupo estaría encabezado por Thomas Pickering, subsecretario de Estado para Asuntos Políticos y ex embajador de Estados Unidos ante Nigeria, considerado un proponente del "compromiso constructivo" con el régimen de Abacha.
La delegación también incluiría a Susan Rice, secretaria de Estado adjunta para Asuntos Africanos; Joe Wilson, director para Africa del Consejo Nacional de Seguridad, y el general James Jamerson, subcomandante en jefe del Comando Europeo del Pentágono.
Varios activistas consideraban inútil el viaje programado. "No le veo otro sentido a esta visita que el de mostrar al público que se está haciendo algo", había expresado Learned Dees, director de programas para Africa de la organización Dotación Nacional para la Democracia.
La administración de Bill Clinton dudó entre una política de recompromiso y de duras sanciones contra Nigeria desde junio de 1993, cuando el ejército nigeriano anuló las elecciones aparentemente ganadas por Moshood Abiola, que hubiera sido el primer presidente civil en 10 años.
A fines de 1993, Abacha tomó el poder de manos de Ernest Shonekan, el sucesor elegido del general Ibrahim Babangida, y reprimió a la oposición tanto civil como militar.
En noviembre de 1995, la junta militar ordenó la ejecución del escritor Ken Saro-Wiwa y otros ocho defensores de los derechos de la minoría ogoni, lo que originó enérgicas protestas internacionales.
Washington impuso modestas sanciones diplomáticas y militares contra Nigeria tras la cancelación de las elecciones e inició una revisión de su política hacia la nación más populosa de Africa luego de las ejecuciones. Casi tres años después, la revisión no está terminada.
Organizaciones de derechos humanos y otros enemigos de Abacha urgen a Washington a prohibir toda nueva inversión de compañías estadounidenses en Nigeria, como lo hizo en 1997 contra Birmania, que también tiene un gobierno represor.
Más eficaz aún sería un embargo petrolero, ya que Estados Unidos importa cerca de 40 por ciento de las ventas de petróleo de Nigeria, las cuales, a su vez, representan más de 90 por ciento de los ingresos del país por concepto de exportaciones.
No obstante, poderosas empresas petroleras estadounidenses y otras compañías opuestas a las sanciones presionaron al gobierno y al Congreso para que no adoptara tales medidas. El resultado ha sido el estancamiento.
Mientras, tanto miembros del gobierno como críticos están cada vez más preocupados por la situación interna de Nigeria, ya que Abacha, quien prometió entregar el poder a un gobierno civil electo por el pueblo para fines de este año, impuso su propio proceso de "transición".
Los cinco partidos políticos legales nombraron a Abacha como su candidato civil a la presidencia para las elecciones de agosto.
Mientras los temores continúan en aumento, Washington ofrece señales contradictorias sobre su política oficial.
El ejemplo más claro se produjo durante la gira de Clinton por Africa en marzo cuando, en una conferencia de prensa ofrecida en Ciudad del Cabo, el presidente pareció aprobar tácitamente los planes de Abacha para autosucederse.
"Si Abacha se presenta como candidato, esperamos que lo haga en carácter de civil", dijo Clinton en ese entonces, contradiciendo una declaración que había realizado Rice 10 días antes, en la que consideraba "inaceptable" una autosucesión de Abacha como civil.
En realidad, el Departamento de Estado ha estado dividido entre Rice, quien defiende enérgicamente la imposición de duras sanciones, y Pickering, partidario de una actitud más amistosa hacia la junta militar para lograr reformas democráticas.
Un analista independiente opinó que la objeción de Nigeria pudo deberse a la presencia de Rice en la delegación.
Algunos activistas afirmaron que la negativa de Abacha a recibir la delegación demuestra que la política de compromiso constructivo con Nigeria es completamente inútil.
"Esto es sólo otro clavo en el ataúd de la esperanza de Estados Unidos de lograr reformas (democráticas) mediante la contemporización", opinó Adotei Akwei, analista para Africa de la organización de derechos humanos Amnistía Internacional/Estados Unidos. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/ml/ip-hd/98