El líder de la guerrilla zapatista, el subcomandante Marcos, murió, está gravemente enfermo, salió del país o fue detenido, son algunas de las versiones que circulan con insistencia en México, estimuladas por un prolongado y no explicado silencio del dirigente.
Funcionarios de gobierno, diputados, analistas y medios de comunicación especulan sobre el destino de Marcos, quien desde el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), en enero de 1994, nunca había suspendido su comunicación epistolar con la sociedad y los periodistas.
La última aparición pública de Marcos, o Rafael Guillén, como lo identifica el gobierno, se registró en febrero, cuando a través de un video respondió preguntas de una comisión internacional de observadores que visitó el sureño estado de Chiapas y envío un comunicado a la prensa.
En aquella ocasión dijo que la disyuntiva del gobierno era "paz o guerra" y advertía que la vía del diálogo había perdido credibilidad ante los rebeldes.
Las negociaciones entre el gobierno y el EZLN están suspendidas desde 1996, mientras los hechos de violencia se muliplican en las zonas rurales de Chiapas junto a acciones oficiales dirigidas a restablecer la ley y desmantelar por la fuerza municipios autónomos creados por simpatizantes zapatistas.
El silencio de Marcos vuelve sombrío el ambiente e impide avanzar hacia la paz, advirtió el coordinador para el diálogo en Chiapas, Emilio Rabasa, quien semanas atrás pidió hablar con el dirigente zapatista de "hombre a hombre".
"Nada sería más grave ahora que un atentado contra la vida o integridad física" de dirigentes del EZLN, declaró el fin de semana el diputado Gilberto López, del opositor Partido de la Revolución Democrática.
Una de las versiones manejadas por columnistas de la prensa mexicana asegura que Marcos fue ejecutado por sus compañeros contrarios a la vía del diálogo y que la guerrilla prepara ahora una ofensiva.
"No tenemos nada al respecto, debemos partir del supuesto de que está bien y que no importa que haya guardado silencio durante meses, aunque habría que recordar que en 1993 ya hubo asesinatos en el EZLN", dijo un funcionario en la edición dominical de la revista Milenio.
El funcionario, que pertenece al "primer círculo del gobierno" y que prefirió no dar su nombre, indicó que las autoridades no tienen indicios para ubicar a Marcos, aunque dijo conocer versiones que afirman que salió del país y que actualmente estaría en Europa.
Diputados, miembros de la Iglesia Católica, funcionarios y observadores foráneos intentan desde febrero establecer algún contacto con el líder guerrillero, pero no logran obtener ninguna respuesta. Igual sucede con enviados de varios medios de comunicación.
Algunas versiones sostienen que Marcos está gravemente enfermo y que el mando del EZLN oculta el hecho, mientras discute cómo actuar y supera diferencias internas entre quienes favorecen la vía del diálogo y quienes proponen la reanudación de la lucha armada.
Más allá de las especulaciones, los cierto es que líder que cubre su rostro con un pasamontañas se mantiene vigente y en la primera plana de los diarios, aunque sea por su silencio.
Como parte de una ofensiva política contra la guerrilla, el gobierno dejó las últimas semanas de llamar a Marcos por su alias. Hoy, en cualquier referencia al personajes se menciona a Rafael Guillén, en un intento, según analistas, por desmitificar la imagen de Marcos.
En febrero de 1995 y luego de escuchar las más diversas versiones sobre el origen del guerrillero -cura, extranjero, homosexual y hasta enviado del Kremlin-, el gobierno indentificó a Marcos como Guillén, un mexicano nacido en julio de 1957 en el seno de una familia católica de clase media.
Según las investigaciones, Guillén fue un brillante estudiante de filosofía, tuvo preparación política y militar en Nicaragua y Cuba y se sumó en los años 80 a las Fuerzas de Liberación Nacional, un movimento de corte marxista-leninista del cual nació el EZLN.
El silencio de Marcos podría ser "una manera estratégica de enfrentar la ofensiva gubernamental", opinó Miguel Alvarez, ex secretario de la Comisión Nacional de Intermediación, un organismo que se disolvió a principios de este mes por discrepancias con el gobierno acerca del conflicto de Chiapas.
"Entiendo que el silencio estratégico preocupa mucho a las fuerzas que estaban interesadas en impulsar las condiciones de paz. Pero no es necesariamente una señal de debilidad o de pérdida de claridad, (sino que) es una señal para que cada quien haga lo que le toca, para que podamos regenerar condiciones favorables", dijo Alvarez. (FIN/IPS/dc/ff/ip/98