MEXICO: Gobierno insiste en proyecto que amenaza a ballena gris

El gobierno de México impulsó hace dos décadas leyes para proteger una zona del Pacífico nororiental donde se reproduce la ballena gris. Pero ahora realiza gestiones, en asociación con una firma japonesa, para instalar en el lugar una planta salitrera que afectaría a esa especie.

Fuentes del Instituto Nacional de Ecología (INE), dijeron a IPS que los promotores del proyecto, diseñado para la laguna de San Ignacio, en las costas del estado de Baja California, intentan su aprobación por segunda vez desde 1995.

La ballena gris abandona periódicamente los fríos mares de Alaska para aparearse y dar a luz sus ballenatos en las templadas aguas del conjunto de lagunas de Ojo de Liebre, Guerrero Negro y San Ignacio, ubicadas en Baja California.

Los mamíferos recorren hasta 20.000 kilómetros antes de llegar a estos puntos, donde encuentran la temperatura, salinidad y profundidad necesarias, así como comunicación estrecha con mar abierto.

El rito, que atrae a expertos y turistas de todo el mundo, podría terminar si el gobierno y la empresa japonesa Mitsubichi, socias en la Exportadora de Sal Sociedad Anónima (ESSA), que opera desde 1957 en la laguna Ojo de Liebre, logran extender sus actividades al lago San Ignacio, advierten ecologistas.

Francisco Guzmán, ex jefe de ESSA, dijo a IPS que el proyecto de construcción de la salinera tendría efectos económicos negativos, pues produciría una sobreoferta de sal y saturaría el mercado, provocando el desplome de los precios de ese producto.

De otro lado, el impacto ecológico sería catastrófico para la fauna terrestre y marina, en especial para la ballena gris, una especie con posibilidades de vivir hasta 70 años, medir 15 metros y pesar entre 20 y 40 toneladas, dijo a IPS Juan Carlos Cantú, portavoz de Greenpeace en México.

La laguna de San Ignacio, en la reserva de la biósfera de El Vizcaíno, la más grande de América Latina, está protegida desde hace 25 años por una serie de decretos presidenciales y normas, entre ellas la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección Ambiental, que prohibe cualquier actividad económica en la zona.

De llevarse a cabo un desarrollo industrial se estaría simplemente violando la ley, expresó Cantú.

El experto opinó que el proyecto de la salitrera es innecesario. "No queremos que se afecten las reservas de la biósfera, ni el ecosistema marino, pues esto provocaría estragos en futuras generaciones de ballenas", enfatizó.

En 1995, recordó Cantún, la compañia salitrera presentó un manifiesto de impacto ambiental, que fue ya rechazado por el INE, aunque funcionarios de esa dependencia dejaron abierta la puerta para que se tramitara en otra investigación.

Una fuente de INE que pidió anonimato dijo que la empresa en la que comparten capital Mitsubichi y el gobierno mexicano contrató a la Universidad Autónoma de Baja California y la Universidad Nacional Autónoma de México para realizar un nuevo estudio, que avale su propuesta.

Entre los argumentos que planteá ESSA para desarrollar el proyecto en San Ignacio están la creación de nuevas fuentes de empleo y la entrada de capital extranjero, que llegaría atraído por la venta de la sal y cloro.

Esos productos son bien acogidos en el mercado de Japón, país donde se los utiliza en la producción de plásticos, blanqueadores para pulpa y papel, y plaguicidas.

Los ecologístas e incluso las fuentes del INE, organismo estatal autónomo, se muestran confundidas con los intentos por revivir el proyecto salitrero, cuando fue México uno de los primeros países del mundo en crear un santuario para las ballenas.

De la ballena gris se calcula que existen en la actualidad unos 20.000 ejemplares, cifra que según los expertos se mantiene gracias a los decretos de protección emitidos por el gobierno de México y a la moratoria de pesca concertada por la Organizacion Mundial Ballenera.

ESSA considera que los alrededores de San Ignacio, donde se instalaría la salitreta, son una zona sin mayor importancia y sin vida.

La empresa no tiene en cuenta que los ecosistemas existentes en el lago y sus alrededores desérticos serían alterados si existe una actividad industrial, dijo a IPS el escritor Homero Aridjis, presidente del movimiento ambientalista Grupo de los Cien, integrado por artistas e intelectuales.

Al expresar su rechazo al proyecto, Aridjis señaló que la laguna de San Ignacio no es sólo un nicho reproductivo de la ballena gris, sino también de varios tipos de aves migratorias y otras especies, como la tortuga caguama negra, que se alimenta de vegetales marinos, abundantes en las costas del Pacífico.

Todas esas especies se verían amenazadas por la presencia de una planta extractora de sal, pues al disminuir la concentración de sal -a causa del bombeo de agua de la laguna para la salitrera- , se producirían cambios en la flora y fauna, argumentó el portavoz del Grupo de los Cien.

Según Aridjis, la ballena se vería afectada, además, por los sonidos bruscos que persistirían durante el tiempo que dure la materialización del proyecto.

Esos sonidos ahuyentarán a la ballena gris, la cual se verá obligada a concebir a sus ballenatos fuera del lago, en mar abierto, aumentando el riesgo de que mueran ahogados o choquen con barcos.

También este año, tanto el Grupo de los Cien, como Greenpeace denunciaron la muerte de más de cien tortugas caguamas por la contaminación de la laguna Ojo de Liebre, pues las salitertas vertieron sales tóxicas que son producidas durante el proceso de secado del agua de mar. (FIN/IPS/rr/ag/en/98

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