El Ejército Popular Revolucionario (EPR) de México reactivó sus ataques, luego de varios meses de tregua y un aparente proceso de división interna tras irrumpir hace dos años con demandas de cambios sociales y llamados a derrotar al gobierno.
Tres militares muertos y tres heridos fue el saldo de una emboscada realizada la tarde del lunes por supuestos miembros del EPR contra una patrulla de infantería que recorría zonas rurales del estado de Guerrero en el marco de acciones de combate al narcotráfico, informaron las autoridades este martes.
La acción de los insurgentes fue en vengaza por la muerte de 11 campesinos el día 7, según observaodores. Un grupo de militares atacó entonces una escuela de Guerrero, 272 kilómetros al sur de la capital, donde varios guerrilleros mantenían una reunión con pobladores.
El gobierno de Ernesto Zedillo sostiene que los campesinos murieron en un enfrentamiento, pero organizaciones de derechos humanos y sobrevivientes del ataque, que denunciaron haber sido torturados, afirman que se trató de una ejecución, pues los guerrilleros nunca ofrecieron resistencia.
El último ataque atribuido al EPR sería el primero luego de casi un año de mantener, en medio de una fuerte presencia militar en sus zonas de influencia, un repliegue estratégico dirigido a reorganizar sus fuerzas y buscar apoyo social entre los campesinos.
El grupo, que utiliza un lenguaje semejante al de las guerrillas de los años 70, habría sufrido divisiones en esta etapa, lo que originó el Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI), organización que tendría una perfil más radical pero dipuesta a actuar en conjunto con el EPR.
Políticos opositores y grupos humanitarios exhortan al gobierno a buscar el diálogo con los nuevos guerrilleros para frenar la escalada de violencia, pero las autoridades rechazan esa posibilidad por considerar a los integrantes del EPR terroristas y delincuentes.
Desde el 28 de junio de 1996, cuando un grupo de hombres y mujeres del EPR se presentaron en un acto público que conmemoraba la muerte de 17 campesinos ejecutados por policías en 1995, alrededor de 40 personas murieron en hechos vinculados con el conflicto.
En esa ocasión, los insurgentes aseguraron que sus fuerzas están compuestas por más de 500 personas y emitieron un comunicado en el que llamaron "a todas las organizaciones democráticas y populares, armadas y revolucionarias a conformar una sola fuerza política".
Además se declararon "alzados en armas" para "derrotar al gobierno antipopular e ilegítimo al servicio del gran capital nacional y extranjero y de las fuerzas que lo sostienen" y establecer "uno nuevo esencialmente distinto al que hoy detenta el poder".
Como consecuencia de las acciones del EPR, al que ni la guerrilla zapatista de Chiapas ni los partidos políticos apoyan, extensos territorios de Guerrero y Oaxaca se militarizaron y decenas de campesinos y dirigentes opositores sufrieron detención y tortura, según activistas de derechos humanos.
El EPR y el ERPI no serían los únicos grupos armados que surgen los últimos años en México, además del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Investigaciones de inteligencia militar revelan evidencias del trabajo de organizaciones insurgentes en 17 de los 32 estados del país.
Algunos de los grupos, que estarían en fase embrionaria, serían derivaciones del proceso de organización subversiva de los años 70 y 80, liderado por fuerzas marxistas-leninista, y del cual surgió también el EZLN.
El privado Centro de Investigaciones Históricas de los Movimientos Armados dice tener evidencias de la existencia de por lo menos 12 grupos insurgentes ajenos al EPR y al EZLN.
Entre esos grupos figuran el Comando Armado Revolucionario del Sur, el Ejército Revolucionario Insurgente Popular, el Ejército Clandestino Indígena de Liberación Nacional y el Ejército de Ajusticiamiento Genaro Vázquez.
Otros grupos estudiados por el Centro son el Comando Clandestino Indígena de Liberación Nacional, el Ejército Popular de Liberación José María Morelos, las Fuerzas Clandestinas, el Movimiento Popular Revolcionario y las Fuerzas Armadas para la Liberación de los Pueblos Marginados.
Todos estos grupos, que han realizado alguna acción de propaganda, tienen como denominador común el actuar en los estados del sureste, los más pobres del país y de alta presencia indígena. (FIN/IPS/dc/mj/ip/98