Las elecciones locales llegaron a su fin en Líbano, a excepción de algunas votaciones en áreas remotas, para dar paso a obras de reconstrucción en los distritos de 630 consejos municipales de este país azotado por 18 años de guerra.
Los comicios, iniciados el 24 de mayo, continuaron durante los domingos siguientes hasta el fin de semana pasado. Aunque estaban anunciados para 1997, se pospusieron para 1999, y después 1998, tras intensas protestas populares.
Al igual que los consejos municipales de todo el mundo, los libaneses tendrán que tratar con el gobierno central para obtener los fondos que necesitan.
Además, deberán recuperar la autoridad sobre deberes cívicos y políticas de desarrollo que ha sido asumida por empresas privadas y unos pocos miembros del parlamento desde el comienzo de la guerra.
Tareas municipales como la recolección de basura, por ejemplo, fueron entregadas a la empresa privada Sukleen. Además, el estado recaudó 17 impuestos en lugar de las municipalidades durante los años que no funcionaron, obteniendo ingresos sustanciales.
La población espera que los miembros electos de los nuevos consejos aporten equilibrio a las obras de reconstrucción en curso y dominadas por grandes corporaciones en el centro de la ciudad de Beirut y los suburbios, promoviendo planificación coordinada para el desarrollo, en especial en áreas rurales.
Aunque los resultados electorales no fueron sorprendentes, hubo hechos nuevos, como la elección de candidatas. Sin embargo, dado que la mayoría de los votantes participaron en elecciones locales por primera vez en su vida, las opciones siguieron las lealtades tradicionales, destacaron analistas.
Líbano espera lograr credibilidad internacional con las elecciones, en las que estuvieron representados todos los grupos políticos, incluyendo partidos de oposición católicos que durante años boicotearon los procesos electorales.
Líderes de la oposición cristiana volvieron a la campaña política y Dory Chamoun, hijo del fallecido presidente libanés Camille Chamoun, retornó como alcalde a su ciudad natal de Deir el- Kamar.
En los suburbios pobres de Beirut, el partido fundamentalista islámico Hezbollah (Partido de Dios) derrotó a candidatos respaldados por una poderosa alianza entre el primer ministro musulmán sunita Rafik Hariri y el líder chiíta y presidente del parlamento Nabih Berri.
La variedad de candidatos y la diversidad de ganadores contrasta con las elecciones parlamentarias de 1992 y 1996, ambas realizadas bajo la mirada escrutadora de Siria, que mantuvo un fuerte control de los asuntos internos de Beirut desde que en 1991 forzó el fin de la guerra civil libanesa.
"A diferencia que en las elecciones parlamentarias, habría sido muy difícil hacer fraude o imponer resultados en elecciones locales porque los distritos electorales son pequeños y la gente se conoce entre sí", dijo Paul Salem, presidente del Centro Libanés para Estudios de Política.
"La prueba está en que algunos de los candidatos que ganaron durante las elecciones parlamentarias por el respaldo sirio, no lo lograron esta vez", agregó el analista.
La perspectiva es que Siria acordó la realización de las elecciones parlamentarias sobre la base de que no plantearían una amenaza a su base de poder en Líbano.
Se estima que las elecciones serán menos prometedoras en octubre, cuando el parlamento libanés elija un nuevo presidente, un proceso sobre el que Siria querrá tener influencia. (FIN/IPS/tra-en/kg/rj/lp/ip/98