La crisis de la provincia serbia de Kosovo, donde la mayoría albanesa reclama la devolución de su autonomía, alarma a la Unión Europea (UE) y a la OTAN, que estudian formas de detener los ataques serbios contra civiles.
La presión sobre el bloque europeo y la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) aumenta mientras la crisis humanitaria se agrava y el presidente yugoslavo Slobodan Milosevic continúa permitiendo que sus tropas ataquen objetivos civiles en Kosovo.
Milosevic dijo el martes en Moscú al presidente ruso Boris Yeltsin que está dispuesto a dialogar pero no retirará sus fuerzas, lo que causó preocupación en Bruselas y enojo en Pristina, capital de Kosovo.
"Antes de que Milosevic formule promesas fáciles de diálogo con los albaneses, debe retirar sus unidades especiales de Kosovo y detener la limpieza étnica", urgió Xhemail Mustafa, portavoz de Ibrahim Rugova, líder de los albaneses de Kosovo.
Mustafa opinó que sólo una intervención de la OTAN podría crear las condiciones para una negociación seria entre las partes enfrentadas.
Fehmi Agani, otro asesor de Rugova, señaló que el problema no son las conversaciones sino las condiciones en que se realizarían.
Si las fuerzas serbias simplemente detuvieran sus ataques en la provincia sureña y "regresaran a sus barracas", el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) aceptaría un cese del fuego, dijo.
Agani consideró sin sentido las promesas realizadas por Milosevic en Moscú. "El Grupo de Contacto solicitó otra cosa", observó en declaraciones a la independiente Radio B92.
La UE y el Grupo de Contacto, integrado por seis potencias mundiales, exhortaron a las autoridades serbias a replegar las fuerzas de seguridad utilizadas "para represión civil" y a poner fin a todas las operaciones que afecten a civiles.
La "amplia gama de opciones" en consideración contra Yugoslavia (que comprende a Serbia y Montenegro) incluye la acción militar, señaló la UE, pero agregó que una medida así requeriría la autorización del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas.
Miembros permanentes del Consejo, en especial China y Rusia, se oponen al uso del poder militar de la OTAN en Kosovo.
Embajadores del Consejo Conjunto Permanente de OTAN-Rusia se reunieron este jueves en Bruselas para aclarar sus posiciones, pero sin alcanzar un acuerdo sobre el uso de la fuerza para detener los ataques en Kosovo.
Mientras, la crisis de los refugiados se agrava. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) estimó que casi 45.000 albaneses de Kosovo se vieron forzados a huir de los combates entre las fuerzas de seguridad de Serbia y los guerrilleros separatistas del UCK.
"El número de desplazados internos en Albania aumentó drásticamente", advirtió en Bruselas un portavoz de la comisaria de Ayuda Humanitaria de la UE, Emma Bonino.
Muchos intentan escapar del país. "Entre 20.000 y 25.000 personas podrían huir a Albania o Macedonia en los próximos días", advirtió el portavoz, Pietro Petrucci.
La organización de derechos humanos Human Rights Watch informó que al menos 11.000 personas huyeron de Kosovo hacia el norte de Albania en las últimas dos semanas.
"Las actividades militares deterioraron rápidamente la situación humanitaria en la provincia, y se prevé que empeorará", observó Petrucci.
La Oficina Humanitaria de la Comunidad Europea (ECHO) entregó un paquete de ayuda de emergencia por valor de 1,65 millones de dólares destinado a los refugiados que huyen de Kosovo y las familias que los albergan en Albania.
El dinero será manejado por organizaciones no gubernamentales que entregarán elementos esenciales a los refugiados y sus anfitriones, ofrecerán ayuda médica y prepararán centros de recepción para las personas que huyen de la violencia.
Petrucci señaló que los desplazados ya recibieron ayuda médica y psicosocial a través de equipos médicos móviles, gracias al apoyo financiero de ECHO.
Así mismo, los refugiados en Kosovo recibieron atención médica gratuita y fármacos sin costo por un servicio financiado por ECHO y administrado por la Red de Hospitales Madre Teresa.
ACNUR informó que, sólo el lunes, 365 refugiados, en su mayoría mujeres y niños de la localidad de Junik, en Kosovo, cruzaron la frontera entre Serbia y Albania.
Adem Demaci, cuyos 28 años como prisionero político le valieron el apodo de "El Mandela de los Balcanes" -en referencia al presidente de Sudáfrica, Nelson Mandela, que pasó 27 años en la cárcel-, declaró al diario Koha Ditore, de Pristina, que Milosevic está haciendo tiempo, esperando que algo ocurra para inclinar la balanza a su favor.
"Me temo que (Milosevic) hallará 100 excusas para no cumplir las condiciones, y esperará hasta que algo ocurra a su favor", sostuvo.
El diario Bujku, en idioma albanés y cercano a la Liga Democrática de Kosovo, el partido de Rugova, criticó a Occidente por no hacer caso a lo que consideró una repetición de los acontecimientos que provocaron la guerra de Bosnia-Herzegovina y la "limpieza étnica".
"Las dudas sobre la intervención contra la criminal máquina serbia se están repitiendo. Parece que el mundo no ha visto suficientes imágenes de asesinatos y limpieza étnica e intenta impulsar las negociaciones con el criminal Milosevic y sus garantes rusos", expresó el diario.
En Belgrado, pocos observadores creen que el país pueda ofrecer una resistencia más que simbólica en caso de un ataque de la OTAN. "No tiene sentido ignorar las amenazas de intervención" de la alianza militar, dijo el general retirado Vuk Obradovic, ex portavoz del ejército yugoslavo.
Las pistas de aterrizaje, los centros de comunicación y la artillería antiaérea serían los primeros objetivos de los posibles ataques de la OTAN, opinó Obradovic.
El lunes, la OTAN realizó una demostración coordinada de fuerza con la participación de 13 de los 16 estados miembros de la organización, con el fin de enviar el mensaje inequívoco de que el Grupo de Contacto sobre la ex Yugoslavia respaldará su decisión final con la fuerza, en caso necesario.
Los bombarderos de la OTAN atacarían los 60 centros de misiles tierra-aire y los 241 aviones de combate de Yugoslavia, en lo que un militar estadounidense describió como una versión menor de la campaña aérea Tormenta del Desierto durante la guerra del Golfo, en 1991. (FIN/IPS/tra-en/vpz/ns/mom/rj/ml-aq/ip-pr/98