KOSOVO: Ultima carta de un recluta de 20 años

Dusan "Duci" Tasic, nacido el 15 de junio de 1977, comenzó el servicio militar en Yugoslavia el 25 de diciembre. Esta es su última carta a su madre y dos hermanos menores antes de morir en combate el 29 de mayo, cerca del puesto de avanzada en la frontera de Morina, provincia de Kosovo.

"Hola a todos: Este es mi día número 28 en el frente. Con gran alegría recibí la carta de Darko y mamá. Ocurrieron y cambiaron muchas cosas desde entonces. En este momento, me escabullí de los demás y tengo un libro junto a mí. El tiempo está hermoso".

"Las condiciones de vida son mucho mejores ahora. Nos dan más comida, o sea, suficiente, pero no demasiada. Es insulsa, pero al menos hay cierta cantidad. Quizá quieran saber cuando volveré al cuartel y a casa. A mí también me gustaría saberlo".

"Una cosa es segura, no va a ser pronto. El entrenamiento (para reclutas) que debía hacer en Prizren se hará aquí entre el 16 de mayo el 15 de junio. Con suerte, después me van a permitir volver al cuartel".

"Sólo me duché una vez en estos 28 días, cuando llamé a casa y hablé con Darko. Una vez simulé un caso grave de alergia y tuvieron que llevarme de vuelta al cuartel. Allí el caos es total. Ya no sé dónde están mis cosas. Hay tanques y multitudes de soldados por todas partes, policía militar, infantería, fuerzas de reconocimiento, reservas del ejército".

"Les digo que el caos es total. Duermen en nuestro cuartel y (a los reclutas) nos desalojaron. No nos van a permitir volver pronto al cuartel".

"La policía tiene mucho trabajo en estas aldeas. Algunos días, los tiroteos son constantes, a unos cuatro o cinco kilómetros del lugar donde estoy, y puedo escuchar todo con claridad".

"No están trayendo al ejército, por el momento, pero hace dos días se suponía que los soldados de mi campamento y cuartel tenían que atacar la aldea de Ponoshevac. Por lo que sé, la aldea está arrasada. Nos dieron armas (a mí no) y nos dijeron que no dispararamos contra los rehenes".

"Se suponía que íbamos a atacar a las tres de la mañana. Yo pertenezco al escuadrón de defensa del campamento, así que no hubiera ido. El ataque se aplazó, y estamos esperando nuevas órdenes".

"La noche pasada fui el mensajero del oficial de guardia, así que pude ver algunos planes y mapas, y sé lo que están tramando".

"Quieren traer tanques, cañones, obuses y Pragas (armas antiaéreas móviles) y disparar proyectiles de 120 milímetros desde el campamento. Todo es un caos. Es mejor que les diga la verdad antes de que escuchen las mentiras de otros. Los militares apoyan a la policía, en secreto. Cuando el mundo se vino abajo en Junik, mandaron a dos de nuestros Pragas".

"A los sliptari (peyorativo de albaneses) les dieron una paliza. Los albaneses no dieron señal de vida durante dos días. Ojalá que no intenten el más mínimo ataque contra el ejército porque este demolería la mitad de Kosovo. Diablos, me tengo que ir".

"Aquí estoy de vuelta. Es 10 de mayo. Corrí al campamento anteayer porque había comenzado un tiroteo desde detrás de la colina. Pero no pasó nada".

"Todo estaba perfecto. Cuando subí, nuestros muchachos ya se estaban duchando. Comenzaron a darnos duchas en el frente. Pusieron una carpa con ocho ducheros y nos hacen entrar de 10 a 15 por vez".

"En la noche del 8 al 9 de mayo, participé en una emboscada. No llegamos a la colina, sino más cerca. La noche era clara y no llovía, así que no estuvo tan mal. Fue mi sexta o séptima emboscada desde que llegúe. ¿Qué es lo que hago? Por la noche hago guardia o preparo emboscadas".

"Llevan a unos 10 soldados y los arman por completo con 150 balas, dos bombas, granadas colocadas en rifles y un lanzador de granadas de mano. Me cargo como una mula y subimos la colina siguiente a unos 1.150 metros sobre el mar. Para cuando llego, estoy tan sudado que hasta la ropa interior está mojada".

"Lo peor es que vamos de noche. Si me hubieran mandado a Albania, no habría notado la diferencia. Al llegar a la cima de la colina, preparamos la emboscada".

"Construyo un refugio de piedras, coloco las bombas frente a mí, una bala en el cilindro, me acuesto y me quedo quieto hasta la mañana. Tengo calambres toda la noche".

"Estamos acostados sobre terreno húmedo, pero tenemos 'suerte', el viento sobre la colina nos seca. Y se supone que tenemos que cuidarnos los riñones y el resto del equipo".

"Las noticias informan de emboscadas. Hasta ahora, no pasó nada donde estoy".

"Debo decir algo sobre el paquete (que me envían). No quería hacerlo, pero a medida que pasa el tiempo, empiezo a necesitar algunas cosas. Más que nada calcetines, dos o tres pares, no más. Que Darko compre algunas que no sean muy finas (las botas nuevas me lastiman los pies)".

"Necesito hojas y espuma de afeitar, y por supuesto, sobres y estampillas, sin duda. No sé cómo voy a mandar esta carta".

"Mamá, no pierdas el tiempo cocinando tortas complicadas y caras. Hazme tortillas o algunas galletas. No mandes muchos dulces porque no tengo lugar donde guardarlos. Espero no haberme excedido con los pedidos".

"Sólo una cosa más, es muy urgente. Darko dice que no debo contar los días que me quedan. Le ruego a Dios que todo salga bien y no tenga que quedarme en esta mierda durante años. 364 días no es tanto y pasan rápido".

"Para que conste, me quedan 219. Duci".

La carta fue publicada en el diario independiente de Belgrado Glas Javnosti, el día 2, y es reproducida en IPS por intermedio del Instituto de Periodismo en Transición, de Praga, editores de la revista Transitions. (FIN/IPS/tra-en/tr/rj/aq/ip/98

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