La lucha armada en Kosovo, provincia de mayoría albanesa de Serbia, podría haber alcanzado un punto de imposible retorno, ante la remota posibilidad del retiro de unidades paramilitares y del ejército de la República Federal de Yugoslavia.
El retiro del ejército yugoslavo es la demanda del Grupo de Contacto, integrado por seis países encabezados por Estados Unidos, el cual lanzó un ultimátum en la reunión ministerial celebrada en Londres la semana pasada.
El presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic, podría detener los ataques por cierto tiempo e intentar diluir la determinación de Occidente. Pero un retiro unilateral equivaldría a una derrota simbólica y quizá definitiva en la provincia separatista.
El retiro de las tropas de cualquier parte de Yugoslavia es, según declaró Milosevic tras su reunión el martes con el presidente de Rusia Boris Yeltsin, "impensable".
A la vez, el Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) creció rápidamente. Con la escalada del conflicto, los albaneses perdieron la confianza en las soluciones políticas.
Bujar Bukoshi, primer ministro del gobierno albanés de Kosovo en el exilio, declaró que todos los caminos hacia la solución pacífica están bloqueados y que "al menos un tercio de los albaneses de Kosovo están preparados para la resistencia armada".
Milosevic asegura que Kosovo es un asunto interno de Serbia, implicando que Occidente debe mantenerse fuera. El 23 de abril realizó un referéndum que produjo un veredicto público incuestionable en favor de su posición.
No obstante, siempre ha estado claro que, para Milosevic, esta no era cuestión de principios sino de conveniencia. Necesitaba cultivar la histeria anti-occidental para movilizar a los serbios a su favor.
Pero nunca hubo dudas de que aceptaría las conversaciones con mediación internacional con los albaneses cuando las considerara útiles. Y fueron útiles en menos de un mes.
Bajo presión del enviado especial de Estados Unidos Richard Holbrooke, su asociado en las negociaciones en Dayton, Milosevic acordó reunirse con el líder moderado albanés Ibrahim Rugova y su equipo.
Aunque la mediación de Estados Unidos fue un ingrediente clave, la propaganda de Milosevic celebró la ausencia de cualquier mediador extranjero en las negociaciones como una gran victoria diplomática. La primera reunión se hizo el 15 de mayo, y ambas partes acordaron mantener encuentros semanales.
Pero Milosevic utilizó las conversaciones como cortina de humo, para lanzar una ofensiva contra el UCK en el sudoeste de la provincia, y simultáneamente atacar a sus peligrosos opositores políticos en Belgrado y Montenegro.
Después de la segunda ronda de conversaciones en Pristina, capital de Kosovo, el 22 de mayo, las fuerzas policiales del Ministerio del Interior de Serbia, con la asistencia del Ejército de Yugoslavia, se lanzaron a "destruir bases terroristas", en palabras de los medios estatales serbios.
El Ministerio del Interior serbio tiene una fuerza de 30.000 hombres en Kosovo, incluyendo unidades antiterroristas. El Cuerpo de Pristina tiene 10.000 hombres, con varios escuadrones de ataque aéreo, unidades de artillería y misiles, y un batallón especial de frontera, además de las unidades de elite.
Oficialmente, las fuerzas están encargadas de sellar la frontera de 200 kilómetros con Albania y las líneas de abastecimiento del UCK. Es una tarea imposible dado el terreno montañoso.
Decenas de miles de albaneses huyeron del área, y muchos poblados fueron dañados por el fuego de artillería del ejército serbio. Sólo 150 albaneses permanecen en la ciudad de Decani, antes hogar de 20.000 personas, atrapados por el fuego de francotiradores.
Los albaneses y la mayoría de la comunidad internacional califica la ofensiva de Milosevic de "limpieza étnica".
Holbrooke subrayó que, a diferencia de Bosnia, la respuesta de Occidente podría ser inmediata. El equipo de Rugova se negó a participar en la tercera ronda de negociaciones del 5 de este mes, explicando que no negociaría mientras "se aplica el terror contra la población albanesa".
El Centro de Información de Kosovo, cerca del partido de Rugova, la Liga Democrática de Kosovo (LDK), informa que más de 100.000 personas fueron desplazadas de sus hogares y una tumba común con cuerpos de unos 300 albaneses fue encontrada cerca de Decani.
Rugova, quien a lo largo de la década llevó adelante un movimiento no violento por la democracia internacionalmente aclamado, quedó debilitado cuando aceptó las conversaciones.
El líder moderado albanés había sido acusado de pasividad, y muchos de sus críticos sostienen que su actitud abrió el espacio a líderes más militantes y finalmente a la creación del UCK.
Jakup Nura, uno de los tres miembros del UCK que habló en público utilizando su nombre real, dijo en una entrevista con la revista de Pristina Kombi que "los partidos políticos albaneses no son capaces de liberar a Kosovo, pero el UCK lo hará".
Las estimaciones sobre el número de integrantes del UCK varían entre 5.000 y 30.000, aunque las más acertadas estarían alrededor de los 12.000 combatientes.
El ejército rebelde opera en pequeñas unidades armadas con rifles Kalashnikov, bazucas y lanzadores de misiles cargados al hombro. La policía serbia dijo haber descubierto un moderno hospital de campo cerca de Decani.
Aunque el UCK dice controlar hasta 40 por ciento de la provincia, el movimiento opera sobre una base de ataque y retirada.
Rugova podría lamentar su negativa a reconocer la autenticidad del UCK, al que una vez describió como una invención serbia para comprometer al movimiento albanés.
"Casi tres meses atrás advertí a Rugova que ejerciera su influencia y control sobre lo que eran entonces pequeños grupos, sin sugerir que los comandara. Se negó, y ahora es demasiado tarde", dijo Mahmut Bakalli, miembro del equipo negociador del líder albanés.
Un creciente número de simpatizantes de la LDK respaldan al UCK.
Las víctimas invisibles del conflicto son los serbios que aún quedan en Kosovo. Desdeñados por el régimen de Belgrado e ignorados por los medios internacionales, han sido víctimas de disparos y secuestros del UCK o simplemente quedaron atrapados en la lucha.
En Serbia, el respaldo a la guerra en Kosovo no es universal. Los padres no son entusiastas sobre enviar a sus hijos a luchar en Kosovo, y algunos en Montenegro protestaron contra la medida.
Medios independientes en la región han informado sobre más de 150 casos de policías que dejaron sus puestos tras recibir la orden de ir a Kosovo.
En esta atmósfera, la idea de Kosovo como cuna de la nacionalidad serbia deja lugar a la convicción de que la provincia ya se perdió y que a los serbios sólo les queda esperar que alguien lo admita públicamente.
La idea de hacer de Kosovo una tercera república dentro de Yugoslavia es considerada una solución temporal.
El plan representaría un acuerdo entre la comunidad internacional, la cual teme que cambiar las fronteras sea un antecedente peligroso en una región ya inestable, la propia insistencia de los albaneses en la independencia, y Milosevic, quien quiere preservar la integridad territorial de la República Federal de Yugoslavia. (FIN/IPS/tra-en/ijt/ds/rj/ip hd/98)
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(*) Dragan Stavljanin es corresponsal en Belgrado de Radio Europa Libre/Radio Libertad. Esta nota llega a IPS a través del Instituto para el Periodismo en Transición en Praga, que publica la revista Transition