El Campeonato Mundial de Fútbol bajó en la temperatura política en Indonesia, en medio de una crisis económica que el mes pasado provocó el caos en el país del sudeste asiático y derrocó al dictador Alí Suharto.
En Yakarta sólo se realizó una manifestación la semana pasada, cuando habitantes de Timor Oriental exigieron un referéndum para decidir el destino de la ex colonia portuguesa ocupada por Indonesia en 1976, y pedir la liberación del dirigente independentista Xanana Gusmao.
Así mismo, se acallaron los estridentes pedidos de investigación de la riqueza de la familia de Suharto, quien se mantuvo 32 años en el poder, y de B.J. Habibie, el presidente sucesor elegido por el ex dictador.
En su lugar, los hinchas de fútbol apoyan a jugadores como el brasileño Ronaldo, el argentino Gabriel Batistuta, el británico Alas Shearer y la nueva estrella nigeriana, el mediocampista Sunday Oliseh.
El Campeonato Mundial ofrece a los indonesios una vía de "escape" de los elevados precios de los alimentos y otros productos básicos, los despidos y un futuro incierto, sobre todo ahora que la rupia perdió valor una vez más, en esta ocasión debido a la caída del yen japonés.
La distracción sólo es temporal porque a los indonesios, sobre todo a los asalariados, les esperan más problemas económicos surgidos de las medidas de austeridad acordadas con el Fondo Monetario Internacional.
Pero por ahora, esas preocupaciones parecen estar en segundo lugar.
Las reuniones nocturnas de los activistas estudiantiles que iniciaron las manifestaciones callejeras provocando la caída del régimen de Suharto se transformaron en una "vigilia futbolística" que los mantiene en vela hasta las primeras horas de la mañana.
En los barrios y las aldeas, la gente saca sus aparatos de televisión para mirar los partidos de fútbol con los vecinos, aunque todos tienen televisión en sus hogares.
"Es mucho más excitante mirar juntos los partidos porque podemos apostar, gritar, alentar o criticar a los equipos competidores, y tomarnos el pelo unos a otros", dijo Memed, residente de Bandung, ciudad sede de Persib Bandung, el mejor cuadro de fútbol indonesio.
Incluso los grandes hoteles y exclusivos cafés de Yakarta se sumaron al entusiasmo por el torneo mundial. Para atraer a los clientes, colocaron en los pasillos televisores con grandes pantallas y brindan tarifas especiales de bebidas a los fanáticos que se quedan después de la medianoche.
El tránsito disminuye durante los partidos, sobre todo cuando juegan los favoritos como Brasil, Argentina, Holanda o Italia.
La policía siente alivio por la distracción temporal que ofrece el campeonato. "Hay grupos de fanáticos del fútbol por todas partes que discuten sobre cuáles equipos van a ganar o perder, en vez de quién va a ser el próximo presidente del Parlamento o algo por el estilo. Eso es bueno", dijo un agente.
Pero el frenesí por la Copa Mundial tiene su aspecto negativo. Los ejecutivos de las compañías privadas y estatales se quejan del menor rendimiento de sus empleados.
"Todos los días, reprendo a mis empleados porque los encuentro durmiendo en el trabajo. Me responden que miraron el fútbol hasta temprano en la mañana", indicó Wahid Situmorang, ejecutivo de la fábrica estatal de aviones IPTN.
Paradójicamente, la Asociación de Fútbol de Indonesia (PSSI) acaba de suspender el campeonato nacional por razones de seguridad. Las autoridades temen que la competencia pueda desencadenar disturbios masivos, ya que los enfrentamientos entre los hinchas fueron comunes en el pasado.
"La situación es crítica ahora, todos están muy sensibles por ciertas cosas. Las multitudes se pueden provocar con facilidad para destruir el bien público, atacar tiendas (de la minoría étnica china), o algo por el estilo", advirtió Azwar Anas, presidente de la PSSI.
Debido a la suspensión, los equipos tuvieron que despedir jugadores bajo contrato, algunos de ellos extranjeros. Otros cuadros se disolvieron y sólo unos pocos clubes quedaron intactos.
"El fútbol indonesio nunca podrá crecer porque la política siempre se entromete. Al frente de la PSSI hay personas elegidas no por su capacidad, sino por ser ministro o militar", aseguró un jugador.
Muchos en el ámbito deportivo piden la renuncia de Anas, no sólo por el pésimo rendimiento de la selección indonesia en varios acontecimientos deportivos, sino debido a su supuesta incompetencia y corrupción.
Este año, una investigación reveló que 41 árbitros de la Liga Indonesia habían aceptado sobornos. Todos fueron suspendidos.
Las posibilidades del fútbol indonesio resultaron menoscabadas por la mala administración y la corrupción, opinó el secretario general de la Confederación Asiática de Fútbol, Peter Velappan. "Indonesia es el Brasil asiático. Juega con una inteligencia y un don singulares en esta parte del mundo", dijo a la prensa.
"El talento de Indonesia es mayor al de Corea del Sur o Japón, pero los indonesios no tienen la organización ni la voluntad de eliminar la corrupción", sostuvo.
Indonesia fue el primer equipo de Asia en competir en la Copa Mundial de 1938. (FIN/IPS/tra-en/ky/ral/aq-lp/ip-cr/98