El gobierno de India subestimó los costos de convertirse en potencia mundial. Ahora, está en desventaja para negociar la posesión del fronterizo estado de Cachemira, en disputa con Pakistán, sobre el cual ya hubo dos guerras.
Los cinco países que han declarado poseer armas nucleares, que integran el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) pidieron a India y Pakistán, tras una reunión en Ginebra el jueves, que "eviten movimientos militares amenazadores, violaciones de fronteras y actos provocativos".
Los ministros del Consejo de Seguridad se comprometieron a alentar la reconciliación y la búsqueda de soluciones pacíficas a las diferencias entre India y Pakistán.
Fue, entonces, la "nuclearización" de India lo que condujo a la internacionalización del conflicto en Cachemira, como pretende Pakistán hace cinco decenios. Nueva Delhi se ha negado a tal posibilidad.
Fue el gobierno indio encabezado por el partido de derecha religiosa hindú Bharatiya Janata (BJP) el que vinculó por primera vez la posesión de armas nucleares con el problema de Cachemira.
En la semana siguiente a las pruebas de armas nucleares que detonó India el 11 de mayo, el ministro del Interior, L. K. Advani, advirtió a Pakistán, con una belicosidad desembozada, de la posibilidad de una "persecución armada" en la frontera.
Por otra parte, Pakistán, cuyas pruebas con armas nucleares son percibidas como una reacción a la amenaza de India, ganó puntos en el ámbito diplomático en su reclamo de negociaciones tripartitas o una mediación internacional en torno de Cachemira.
Muchos países, en especial Japón, respaldan esta propuesta, que, al parecer, obtendrá respaldo porque Cachemira es el más caliente de los conflictos entre India y Pakistán, dos países que poseen desde el mes pasado armas nucleares.
Aun más fuerte es la presión casi universal que recibe India para firmar el Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares, a lo que este país se niega hace dos años con el argumento de que la norma no es ni total, ni efectiva y ni tiene suficiente fuerza para lograr avances en materia de desarme.
Si Nueva Delhi no firma, la entrada en vigor del tratado estaría en peligro, pues está condicionada a la ratificación de 44 países específicos, entre ellos India y Pakistán.
La muerte del Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares inauguraría una nueva carrera armamentista mundial y regional. Si India es considerada culpable de eso, podría ser sometida a sanciones por el Consejo de Seguridad de la ONU.
Las cinco potencias nucleares se comprometieron el jueves en Ginebra a unirse en un proceso de cooperación para impedir una carrera armamentista en Asia y reclamaron a India y Pakistán que renuncien a nuevos ensayos nucleares.
La declaración de los ministros de Relaciones Exteriores de China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Rusia condenó explícitamente las pruebas de las bombas nucleares de India y Pakistán.
El documento aprobado en Ginebra se encargó de recordar que la responsabilidad del mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales descansa, por ahora, en las cinco potencias en exclusiva.
El comunicado desconoció el derecho de India y Pakistán a incorporarse al exclusivo club nuclear, a pesar de las pruebas efectuadas el mes pasado.
La resolución no menciona sanciones contra los dos países nucleares asiáticos. Sin embargo, la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Madeleine Albright, dijo que su país y otras naciones mantendrán las sanciones implantadas hasta tanto "esta situación se resuelva".
En el plano del desarme, las cinco potencias dictaminaron que India y Pakistán deben adherir de inmediato y sin condiciones al Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares.
India anunció en 1996, cuando el tratado fue aprobado por la asamblea de la ONU, que no adheriría porque el tratado consagraba el monopolio nuclear de las cinco potencias. Pakistán alegó que tampoco firmaba el acuerdo en razón de la reticencia de India.
Solo ahora el gobierno de India se está dando cuenta de las consecuencias de detonar armas nucleares y está ansiosa de no ser considerado un estado paria que desafía el consenso internacional. Pero aún no decidió qué hacer.
China manifestó que las pruebas nucleares de India apuntan contra ella y Pakistán. Nueva Delhi procura una negociación que le permita firmar el CTBT y, al mismo tiempo, recibir tecnología estadounidense para pruebas no explosivas, y confía con ese fin en contar con los grupos de presión antichinos en Washington.
Esto sería un mentís a quienes afirman que las armas indias de avanzada son "antiimperialistas" pues desafían el desigual orden nuclear mundial. India pretende, más bien, unirse al club que disfruta de esas normas desiguales.
El peligro de una carrera armamentista no solo con Pakistán sino con China parece real ahora para el público indio, luego de la euforia de los primeros días. Eso quedó en evidencia cuando el gobierno reveló el presupuesto el día 1, que elevó 15,7 por ciento los gastos militares directos.
Los relacionados con la energía atómica y el espacio, rubros considerados componentes "ocultos" del gasto militar, pues se dirigen a corporaciones del sector público que producen armas, aumentaron 60 por ciento.
Los gastos de investigación y desarrollo en materia de defensa se elevarán 54 por ciento este año, hasta alcanzar 3.700 millones de dólares. El presupuesto bélico representa 18 por ciento de los gastos totales en materia de ciencia y tecnología, un porcentaje solo superado por Estados Unidos en todo el mundo.
El presupuesto no considera el posible impactos de las sanciones dispuestas por Washington a causa de las pruebas nucleares. El Banco Mundial ya retrasó la entrega de 1.000 millones de dólares, y lo peor está por verse.
Pero el gobierno del BJP considera que las sanciones tendrán un impacto limitado. El ministro de Comercio dijo que perjudicarán más a Estados Unidos que a India.
La calificación del crédito indio baja. Si cae la confianza de los inversores, se producirá un repentino retiro de inversiones y depósitos de no residentes. Las consecuencias serán terribles, aunque no tan malas como para Pakistán, cuya economía es aun más frágil. (FIN/IPS/tra-en/pr/an/mj/ip/98