La Unión Europea (UE) se prepara para decidir si levantará la prohibición a la exportación de carne vacuna de Gran Bretaña, mientras nuevas investigaciones indican que la enfermedad de la "vaca loca" podría afectar a 100 veces más animales de lo que se creía.
La UE impuso en 1996 un embargo mundial a las exportaciones de carne vacuna de este país, debido a la evidencia de un posible vínculo entre la enfermedad de la vaca loca, conocida formalmente como encefalopatía espongiforme bovina (EEB), y su equivalente humano, el mal de Creutzfeldt-Jakob (MCJ).
El Comité Veterinario Permanente de la UE, integrado por destacados profesionales de los 15 estados de la unión, decidirá esta semana si apoyará el fin de la prohibición que costó a Gran Bretaña unos 1.000 millones de dólares y 1.000 empleos.
La prohibición sólo se levantaría al ganado nacido después del 1 de agosto de 1996, cuando se comenzaron a aplicar en Gran Bretaña las medidas contra la EEB.
La decisión final se podría tomar el día 22, en una reunión de ministros de agricultura de la UE, aunque las exportaciones de carne no se reanudarán hasta que la unión apruebe las medidas tomadas para identificar y detener la expansión de la enfermedad en el ganado británico.
Los científicos advierten que las pruebas actuales para la EEB quizá no detecten la infección en algunos animales. Mediante un nuevo análisis desarrollado por la compañía suiza Prionics, la Oficina Veterinaria Federal Suiza halló seis casos de infección entre 1.761 vacas supuestamente en buen estado de salud.
Las pruebas que revelan este tipo de EEB "silenciosa" o "subclínica" podrían indicar un grado de contagio 100 veces mayor al reconocido hasta el momento, informó el semanario británico New Scientist, especializado en temas científicos.
"Nadie realizó pruebas para hallar el contagio subclínico de la EEB en Gran Bretaña", informó el semanario. "Pero si el ganado británico cuenta con más de 100 animales contagiados cada uno con síntomas evidentes, entonces la cantidad de casos subclínicos en 1997 habría ascendido a 460.000".
Si la misma cifra silenciosa ocurre en el ganado saludable, sólo el año pasado la carne de unas 1.800 vacas contagiadas podría haberse procesado en productos alimentarios, aseguró Bruno Oesch, presidente de Prionics.
Este mes, un destacado científico en genética molecular, del St. Mary's Hospital, de Londres, el profesor John Collinge, expresó similar inquietud en una investigación pública sobre el manejo del gobierno británico de la crisis de EEB.
Collinge sostuvo que ya había informado al gobierno sobre la necesidad de analizar el contagio subclínico en el ganado bovino. El científico teme que algunos animales tengan la infección en los tejidos musculares y no en el cerebro, y es por eso que no tienen los síntomas de la "vaca loca".
Aunque la mayoría de los casos de EEB europeos se encuentran en Gran Bretaña, todos los países de la UE, excepto Italia, registraron un puñado de casos. Por tanto, si existe el contagio "silencioso", podrían haber miles de animales enfermos sin síntomas aparentes en toda Europa.
La EEB se propagó por los huesos y cerebros del ganado británico en los años 80, cuando trabajadores de la agroindustria molieron menudencias bovinas en la ración destinada a las vacas, considerada entonces una forma económica de agregar proteína a la dieta de los animales.
La Comisión Ejecutiva de la UE propuso levantar la prohibición de la exportación a la carne deshuesada británica, pero sólo en los animales nacidos después del 1 de agosto de 1996, cuando este país prohibió alimentar a las vacas con carne y huesos.
El equipo científico que primero denunció el vínculo entre la EEB del ganado y el MCJ humano también expresó sus dudas sobre el diagnóstico efectivo de las vacas infectadas.
Es imposible estimar cuántos humanos podrían morir de la enfermedad porque el período de incubación podría durar más de 30 años, estimó Simon Cousens, epidemiólogo de la Unidad de Control del MCJ.
"En la actualidad, no es posible determinar si son pocos más de una decena o 100 o miles" los humanos afectados, declaró en la investigación. Hasta el momento, se cree que 25 británicos murieron por la enfermedad de MCJ.
Richard Lacey, profesor de microbiología clínica en la Universidad de Leeds, indicó que Gran Bretaña podría sufrir una creciente ola de muertes por MCJ en el próximo siglo.
Crítico de la reacción del gobierno ante la EEB, Lacey fue uno de los primeros que vinculó el MCJ al consumo de carne contaminada con la enfermedad de la "vaca loca".
Ya en 1990 Lacey declaró ante el Comité de Agricultura del parlamento británico que la EEB podría matar a una generación entera de su país.
Científicos y ecologistas acusaron al gobierno de encubrimiento o de dudar durante años antes de informar del posible vínculo entre la EEB y el MCJ.
Pero parece que ahora el gobierno está tomando el asunto con mayor seriedad. El ganador estadounidense del premio Nobel Stanley Prusiner fue contratado por el gobierno británico para realizar investigaciones científicas. Sus ofrecimientos de ayuda habían sido rechazados durante años.
Prusiner, reconocido como el principal experto en EEB, ganó el Nobel en octubre de 1997 por descubrir las proteínas "prion", que muchos científicos creen contienen la clave de la transmisión de la enfermedad.
El científico cree que el mal podría tener su origen en proteínas habitualmente inocuas que se convierten en agentes letales en el cuerpo.
Prusiner creó un laboratorio en California en 1974 para estudiar un mal similar a la EEB, pero que afecta al cerebro de las ovejas. Cuando publicó su trabajo en 1987, intentó extender su investigación a la EEB en el ganado bovino, pero no recibió el apoyo del gobierno británico.
El gobierno le envió muestras de tejido cerebral un año después de solicitadas y, en 1991, rechazó su pedido de financiación de un proyecto para desarrollar una forma de analizar enfermedades del cerebro en animales y humanos.
La financiación sólo fue aceptada en 1996, luego de que se hizo público el probable vínculo entre la EEB y el MCJ.
Prusiner cree que el Ministerio de Agricultura y el gobierno británicos cometieron un "gran error" al no decidir la investigación adecuada hace siete años. "Hay tanto que no sabemos y tanta investigación que no se ha hecho", comentó. (FIN/IPS/tra-en/jmp/rj/aq-lp/he-if/98