El actor de cine Joseph Estrada prestó hoy juramento como presidente de Filipinas, prometiendo continuar las reformas económicas de su antecesor, en medio de una profunda crisis financiera.
Estrada se presentó como "presidente de las masas", y dijo que su mandato de seis años se centrará en cerrar la brecha entre ricos y pobres.
Rompiendo con la tradición, Estrada hizo el juramento en la iglesia histórica Barasoain en Malolos, en lugar del Parque Luneta, donde lo hicieron los últimos presidentes.
La vicepresidenta Gloria Macapagal-Arroy, ex senadora e hija de un fallecido presidente filipino, también prestó juramento.
La iglesia Barasoain, en la provincia de Bulacan, al norte de Manila, fue el sitio de la inauguración de la Primera República Filipina, también la primera república de Asia. Allí fue donde el general Emilio Aguinaldo juró como primer presidente en junio de 1899.
Muy popular entre los pobres, Estrada fue alcalde de la ciudad de San Juan durante 17 años, senador durante seis y vice presidente del saliente presidente Fidel Ramos, antes de ganar su mandato el 11 de mayo por un amplio margen sobre el candidato designado por Ramos.
A pesar de su popularidad y larga carrera en el servicio público, Estrada tuvo que enfrentar críticas dudando de su capacidad para liderar este país de 70 millones de personas.
Estrada, quien dejó la universidad para hacer fama en el mundo del espectáculo interpretando personajes de las clases bajas, ha sido denunciado por sus críticos por alcoholismo y frecuentar mujeres, hábitos que según él pertenecen al pasado.
Incluso la Iglesia Católica Romana hizo una campaña pública en su contra durante la reciente campaña electoral.
Estrada, de 61 años, prometió una presidencia no partisana y abierta, e hizo la paz con sus detractores inmediatamente después de ser proclamado ganador el mes pasado.
Su liderazgo fue puesto a prueba cuando aprobó planes de la familia del ex presidente Ferdinand Marcos para sepultar al ex dictador en el Cementerio de los Héroes en Manila.
Esto causó una ola de indignación, en especial entre las víctimas del régimen de ley marcial de Marcos, entre ellas Corazón Aquino, cuyo esposo, el líder opositor Benigno Aquino fue asesinado por soldados en 1983.
Estrada era leal a Marcos, y su decisión de permitir la sepultura en el Cementerio de los Héroes dividió a los filipinos, y podría haber arruinado a su incipiente gobierno, si el tema no se hubiera resuelto a tiempo.
La situación se alivió después que Imelda Marcos decidió posponer los planes de sepultura. Las fuerzas anti-Marcos, no obstante, dijeron que continuarán con sus protestas hasta que el sepelio se cancele.
En su discurso inaugural en el Parque Luneta, en Manila, horas despúes del juramento, Estrada se refirió a la polémica por la sepultura de Marcos.
El presidente dijo que, en su deseo de dejar el pasado atrás para avanzar hacia adelante, no tuvo en cuenta que "las heridas del pasado no está sanadas", y que se necesita más tiempo.
Hablando en Filipino, Estrada también describió su presidencia como un "momento de las masas filipinas", y lamentó el hecho de que la oportunidad llegue en medio de una crisis regional que requerirá el sacrificio del pueblo.
Estrada hizo un llamado al pueblo a ajustar sus cinturones para hacer frente a la crisis, pero dijo que no impondría a la gente más de lo que él mismo pudiera dar. "Seré el primero en hacer sacrificios".
Durante sus primeros 100 días, el presidente trabajará para restaurar la confianza en Filipinas y el exterior en el compromiso de gobierno y su capacidad de seguir adelante con las políticas básicas de libre mercado del gobierno saliente.
Los pobres ya no serán marginados de la vida económica, lo cual se logrará, dijo Estrada, con una ley de programas de seguridad social y un gobierno responsable.
Estrada también prometió que continuará con su campaña contra la delincuencia, iniciada durante el gobierno de Ramos.
Pero mientras Estrada basó la presidencia en la antipobreza y la plataforma contra la delincuencia, el diario Manila Times dijo en un editorial que "sería sabio que (el presidente) pasara sus primeros días en el gobierno enfrentando una preocupación más mundana: reunir fondos para asegurar que el gobierno continúe funcionando y brindando servicios públicos esenciales". (FIN/IPS/tra-en/ral/lp/ip/98