El presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, defendió hoy su política de "compromiso integral" con China ante las duras críticas que recibe de republicanos y demócratas por el viaje que realizará a ese país en dos semanas.
Clinton negó haber subordinado los principios de su país, y aun la seguridad nacional, a los grandes intereses comerciales.
"Claramente está en nuestro interés una China estable, abierta y próspera que asuma sus responsabilidades para construir un mundo más pacífico", dijo en un discurso ante la National Geographic Society.
"El aislamiento de China es a todas luces impracticable", destacó el mandatario. "Más importante aún, elegir el aislamiento en lugar del compromiso no volvería al mundo más seguro, sino más peligroso", agregó.
El presidente arguyó que los intereses de Estados Unidos en la estabilidad asiática, la no proliferación de armas de destrucción masiva y otros problemas mundiales que van desde el crimen a la destrucción del ambiente requieren que Washington entable una relación cooperativa con la nación más populosa del mundo.
Clinton, que debería comenzar su visita de una semana a China el día 24, será el primer presidente estadounidense en visitar ese país desde la sangrienta represión de activistas por la democracia en la plaza de Tiananmen, en junio de 1989.
El incidente provocó indignación en Estados Unidos y forzó al entonces presidente George Bush, férreo partidario del estrechamiento de los lazos con Beijing, a imponerle varias sanciones económicas y militares que fueron levantadas gradualmente en los últimos nueve años.
Clinton censuró a Bush durante la campaña presidencial de 1992 por "consentir a tiranos" y resistir sanciones más duras contra China, incluida la negativa de los beneficios comerciales de "nación más favorecida" a menos que Beijing mejorara su tratamiento de los derechos humanos.
Clinton adoptó esa política cuando asumió el poder en 1993, pero un año después la sustituyó por una estrategia de "compromiso integral" destinada a incentivar a Beijing para lograr una mayor cooperación con Washington en varias cuestiones, incluidos los derechos humanos.
En pocos meses, la administración reanudó relaciones militares de alto nivel con China y negoció un acuerdo por el cual ésta acordó adherir al Régimen de Control de Tecnología de Misiles.
Washington también estrechó sus vínculos comerciales con Beijing, aun cuando admitió que la situación de los derechos humanos en el país asiático permanecía tan mala como siempre.
Muchos demócratas y activistas de los derechos humanos alzaron su voz contra el repentino cambio de política, pero, respaldado por multinacionales estadounidenses con intereses en China, el presidente obtuvo el apoyo de la mayoría de los republicanos en el Congreso.
Sin embargo, las elecciones legislativas de 1994 llevaron al Capitolio a un gran número de republicanos de extrema derecha que, en muchos casos, debían su cargo a votantes de la llamada Derecha Cristiana.
Ese grupo siempre abominó al gobierno comunista de China por su supuesta política de abortos forzados y su persecución de cristianos y otras minorías religiosas.
Líderes de la Derecha Cristiana, entre ellos James Dobson y Gary Bauer, aumentaron la presión sobre la dirigencia en el Congreso del Partido Republicano para que reconsiderara su posición.
El resultado fue una serie de audiencias sobre persecución religiosa y aborto en China, y un gran esfuerzo por investigar el papel del gobierno al aprobar la transferencia de tecnología de misiles a China por empresas estadounidenses que hicieron donaciones al Partido Demócrata.
En los últimos días, algunos republicanos hicieron un llamado a Clinton para que cancelara la visita o, al menos, boicoteara la recepción en el Gran Hall del Pueblo para demostrar su repudio a la represión de 1989 y las siguientes violaciones de los derechos humanos.
El Hall está situado en la plaza Tiananmen, donde se produjo la masacre en 1989.
La semana pasada, la Cámara de Representantes votó 305 a favor y 116 en contra para aprobar una resolución que urge al presidente Clinton a boicotear la ceremonia.
Estos ataques ponen claramente a Clinton a la defensiva, y el discurso de este jueves marcó su primer esfuerzo por responder a los críticos y formular una agenda amplia para el viaje, a la que calificó de "principista y pragmática".
Washington necesitaba la cooperación de China en varios temas, alegó Clinton. Para enfrentar la crisis financiera en Asia, por ejemplo, una devaluación ordenada por Beijing podría desatar una nueva ronda de devaluaciones en la región que dañaría las perspectivas de recuperación.
Beijing ha desempeñado un papel clave para convencer a Corea del Norte de que congelara su programa nuclear, y será un jugador destacado para aliviar las tensiones en el sur de Asia después de las pruebas nucleares de India y Pakistán y reducir la proliferación de tecnología peligrosa a otras naciones.
La participación de China en la Convención de Kyoto para reducir las emisiones de gases con efecto invernadero, de los que pronto Beijing será el primer productor mundial, es crítica "para uno de los principales desafíos que enfrentamos" en el ambiente, dijo Clinton.
En cuanto al comercio, la fijación de aranceles y otras barreras "sólo penalizaría a nuestros consumidores, invitaría a represalias de China sobre 13.000 millones de dólares en exportaciones de Estados Unidos, y crearía un círculo autodestructivo de proteccionismo que el mundo ha visto antes", alertó el presidente estadounidense.
Sobre los derechos humanos, Clinton dijo que "tenemos una diferencia fundamental con la dirigencia de China"
No obstante, agregó, Estados Unidos podría servir a la causa de la democracia y los derechos humanos en el gigante asiático integrándolo a la comunidad de naciones y la economía mundial, y ayudando a su dirigencia a comprender que "una mayor libertad sirve los intereses de China".
Clinton rechazó la resolución de la Cámara de Representantes para que boicoteara la recepción oficial.
"El protocolo y el respeto de las prácticas tradicionales de un país no deben confundirse con los principios", dijo. "Finalmente, si la opción es entre hacer un gesto simbólico" boicoteando la ceremonia, o marcar una diferencia real, "elijo marcar la diferencia", declaró. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/ml-lp/98