El gobierno de Estados Unidos admite su preocupación por las crecientes propuestas de legalización de las drogas dentro del país, pero minimiza la magnitud de este planteo en el mundo intelectual y académico.
"Estamos muy perturbados por esta tendencia", dijo el director de la Oficina de Políticas Nacionales de Control de Drogas de la Presidencia de Estados Unidos, Barry McCaffrey, para quien, no obstante, las encuestas demuestran que la legalización "no tiene una pizca de respaldo".
El general McCaffrey calificó de insignificante el apoyo cada vez mayor de intelectuales y comunidades académicas a la legalización. "Este es un caso de ratón que ruge", dijo el martes en conferencia de prensa.
La secretaria (ministra) de Salud de Estados Unidos, Donna Shalala, destacó la existencia de un "pseudointelectualismo" en la campaña por la despenalización del consumo de drogas, pero agregó que "no hay base científica para sus conclusiones".
"Estas drogas son peligrosas y no hay modo de demostrar que no lo son o que no tienen efectos adversos para la salud", agregó Shalala.
La funcionaria dijo que el gobierno cree que los asuntos de salud pública deben ser considerados a la luz de la ciencia, y observó en ese sentido que la marihuana es peligrosa. "No existe nada que pueda llamarse droga blanda", sostuvo.
La fiscal general de Estados Unidos, Janet Reno, se manifestó también contra la legalización.
"En muchos casos, los drogadictos son conducidos al tratamiento bajo amenaza de castigos. El método equilibrado, que incluye vigor contra los traficantes y sanciones apropiadas contra los usuarios, tiene un efecto drástico", sostuvo Reno.
Los tres funcionarios asistieron a la sesión especial de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que ha considerado entre el lunes y este miércoles el problema de las drogas y al que asistió una treintena de mandatarios, entre ellos 14 latinoamericanos y el estadounidense Bill Clinton.
Ethan Nadelman, del Centro Lindesmith, instituto de investigaciones en Nueva York, sostuvo que Clinton volvió a comprometer a la ONU y a su país en una guerra contra las drogas "aun más militarizada y, en última instancia, más inútil".
"Clinton debe admitir lo obvio. Después de décadas de depender de ideas equivocadas como la prohibición y de entrenar a ejércitos extranjeros, los precios bajaron, el consumo subió, los gobiernos están más corrompidos y hay cada vez más ecosistemas en peligro", observó Nadelman.
"Aumentar el gasto en políticas que ya fracasaron no logrará mejores resultados en el futuro", agregó el experto.
La Academia de Medicina de Nueva York organizó la semana pasada una conferencia internacional sobre suministro de heroína a bajo supervisión profesional, una experiencia sobre 1.100 adictos efectuada durante tres años en Suiza.
El estudio concluyó que en ese grupo cayó 60 por ciento la comisión de delitos y se registró además una marcada caída en el uso de otras drogas.
La Academia dijo que los estudios en Suiza captaron creciente atención internacional, así como los que están en curso o bajo consideración en Alemania, Australia, Austria, Canadá, España y Gran Bretaña.
"Las investigaciones de uso supervisado de heroína en el extranjero tienen importantes consecuencias en Estados Unidos, donde el abuso de heroína está de nuevo en aumento", declaró la Academia.
La institución neoyorquina también sostuvo que la prescripción de drogas es ampliamente aceptada como tratamiento para las adicciones. Varios fármacos se recetan como componente de estas terapias.
Las clínicas de uso supervisado de morfina funcionaron en Estados Unidos entre 1918 y 1923, y los gobiernos asiáticos permitieron hasta mediados de siglo la producción de opio para brindar acceso restringido y legal a quienes se habían hecho adictos a esa misma droga y la obtenían por medios ilegales.
El gobierno británico permitió a los médicos recetar heroína, morfina y cocaína para tratar las adicciones entre las décadas del 20 y el 60.
El jefe de la Oficina de la ONU para el Control de Drogas y Prevención de Delitos, Pino Arlacchi, dijo el lunes que ni un solo país del foro mundial propuso la legalización como solución para el problema de la droga.
"Las drogas son muy lucrativas, pero sería ingenuo pensar que su legalización y la subsecuente traslación de los beneficios de ese comercio echaría al crimen organizado del negocio", afirmó Arlacchi.
Por otra parte, Arlacchi sostuvo que existe un compromiso político unánime de parte de varios países para diseñar nuevas estrategias dirigidas a la reducción de la demanda, la eliminación del lavado de dinero y reducción sustancial del tráfico.
"El próximo paso será discutir en concreto cómo recaudar y usar los recursos", observó.
Mientras tanto, varias organizaciones no gubernamentales que reclamaron a la ONU poner fin a la guerra contra las drogas acusaron al foro mundial de acallar su voz en el debate.
"La ONU excluye de su debate sobre drogas a todos los grupos ciudadanos y expertos que querían hablar. No se discuten nuevas ideas como la reducción del daño, concentrada en el cambio de jeringas descartables y medicamentos como la metadona", acusó el diario The New York Times en un editorial el martes.
El periódico sostuvo que, al igual que conferencias previas de la ONU sobre el mismo problema, esta sesión especial de la Asamblea General "parece concebida para reciclar compromisos irreales y celebrar programas dudosos". (FIN/IPS/tra- en/td/mk/mj/ip/98