Llegar a La Habana, encontrar dónde vivir y legalizar la residencia parece ser cada vez más difícil para las personas que en cualquier lugar de Cuba sueñan con probar suerte en la capital.
"La Habana es Cuba y lo demás es paisaje", se dice con frecuencia en este país, pero también hace muchos años que una orquesta famosa popularizó una canción cuyo estribillo dice "La Habana no aguanta más".
Para alegría de los habaneros, incluso para algunos que se asentaron en la capital hace años procedentes de otras provincias, los datos oficiales dan fe de un saldo negativo migratorio de 5.000 personas en el lapso de un año.
Fuentes de la Asamblea Provincial del Poder Popular (gobierno provincial) de Ciudad de La Habana informaron que entre abril de 1997 e igual mes de este año llegaron 22.000 personas a La Habana y otras 27.000 se fueron de ella.
Desde 1990, cuando se inició la crisis económica que ya dura ocho años y provocó serios daños al nivel de vida de los cubanos, ésta es la primera vez que el saldo migratorio hacia La Habana reporta índices negativos.
El descenso responde a la aplicación del decreto 217 del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros que desde abril del pasado año establece regulaciones migratorias internas para la Ciudad de La Habana.
La norma generó serias polémicas en sectores especializados que se dividieron a favor o en contra de la capacidad de las acciones legales para revertir los procesos migratorios más a largo plazo.
Una Encuesta Nacional de Migraciones, concluida en 1996 con auspicio del Fondo de Población de las Naciones Unidas, demostró que en la emigración hacia la capital cubana predomina en los años 90 "un movimiento social descendente".
Blanca Morejón, experta del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana, precisó que buena parte de los que emigran "empobrecen o degradan su situación laboral" una vez que "dejan empleos en sus lugares de origen".
En las calles de la capital de Cuba aumentaron en los últimos años la cantidad de personas que merodean en las entradas de los comercios vendiendo todo tipo de mercancía, procedente en muchos casos de robos a los almacenes del Estado.
Autoridades locales indican que los inmigrantes agravan los problemas que ya tiene la ciudad de escasez de vivienda y déficit de servicios básicos como el de alcantarillado, agua potable, electricidad, transporte y combustible doméstico.
Algunos llegan a vivir en casa de familiares donde pueden crear serios problemas de hacinamiento y otros, sobre todo jóvenes, se instalan en viviendas declaradas inhabitables o cines, tiendas y hoteles clausurados.
De acuerdo con las nuevas regulaciones, para vivir en La Habana hay que tener la autorización del propietario de la vivienda donde la persona pretende establecer su domicilio y demostrar que se dispone de 10 metros cuadrados para cada habitante del inmueble.
El semanario Tribuna de La Habana, que circula los domingos en la capital cubana, reveló que en el plazo de un año más de 200.000 personas acudieron a las oficinas del Carné de Identidad para oficializar cambios de domicilio.
Los informes oficiales no revelan cuántas de las 27.000 personas que dejaron la capital de la isla lo hicieron contra su voluntad, como resultado de la aplicación de la ley.
En La Habana, que ocupa menos del uno por ciento del territorio nacional, vive alrededor de 20 por ciento de la población cubana, unas 2,2 millones de personas.
Según datos oficiales, en la década del 50 el saldo migratorio a la capital cubana era de 20.000 a 25.000 personas anuales y en 1959, año del ascenso al poder del presidente Fidel castro, se elevó a 43.000 personas.
Entre 1965 y 1990 Cuba logró regular esa migración hacia la capital en torno a unas 10.000 personas al año como resultado de una política destinada a lograr un desarrollo armónico de todas las regiones del país y eliminar las diferencias más agudas entre la ciudad y el campo.
Pero la alarma sonó a mediados de esta década, cuando el saldo migratorio interno neto de la capital pasó de 13.000 en 1990, a 17.000 en 1994 y superó las 28.000 personas en 1996. (FIN/IPS/da/mj/pr/98