Casi 400.000 kilómetros cuadrados de selva amazónica de Brasil estarán en los próximos meses bajo la amenaza de incendio. Se trata de una superficie superior a los teritorios de Bélgica, Holanda e Italia sumados.
Esa es la conclusión de un estudio del Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM), que se basó en los efectos de la sequía provocada por el fenómeno El Niño, de la extracción de madera y de incendios anteriores.
El IPAM, una organización no gubernamental, con sede en Belém, capital del norteño estado de Pará, no ha completado aún su informe, aunque presentó una versión preliminar el 28 de mayo a la cámara de Diputados y dio luego a IPS datos complementarios.
El territorio amenazado abarca 10 por ciento de los bosques amazónicos brasileños y es cerca de 40 veces la extensión boscosa quemada en el primer trimestre de este año en el estado de Roraima, ubicado en el extremo norte del país, observó Daniel Nepstab, coordinador del estudio del IPAM.
El resultado de la investigación se traduce en mapas de las áreas de mayor riesgo de incendios accidentales, delineados para orientar el trabajo de prevención tanto de las autoridades ambientales o municipales como de agricultores y propietarios de tierras.
La escasez de lluvias desde el año pasado, consecuencia de El Niño, ha convertido los bosques de Brasil en material altamente inflamable.
Los árboles amazónicos resisten meses sin lluvia, por contar con raíces profundas que les permiten absorber el agua almacenada en el subsuelo, explicó Nepstad. Pero esa capacidad es limitada. Ante una sequía prolongada, las hojas empiezan a caer y forman una capa combustible en la tierra.
Con menos hojas y pequeñas ramas, la luz y el calor del sol atraviesan las copas y hacen aún más seco e inflamable ese material, generando condiciones ideales para la propagación del fuego.
Los mapas del IPAM, elaborados con datos de varios centros de investigación espacial y ambiental, oficiales y no gubernamentales, indican las áreas de menores lluvias y por lo tanto, más vulnerables, y las de escasa capacidad de almacenamiento de agua, por las caractersticas del suelo.
El territorio en riesgo crece también por otros factores, como la tala de árboles y las "quemadas" con que se "limpia la tierra" para la agricultura, señaló la bióloga Ana Cristina Barros, del IPAM.
Barros explicó que la extracción de madera produce una acumulación de residuos. "Se abren veredas innecesarias, se talan más árboles que lo necesario y el desperdicio queda en el suelo como combustible".
Además, se abren claros en las copas, el sol penetra y ayuda a "reducir la resistencia natural de los bosques", agravando el efecto de la falta de lluvias, agregó.
En cuanto al frecuente uso del fuego en la agricultura amazónica, debilita la resistencia de los bosques aledaños y entonces, "un segundo incendio es siempre más devastador, mata más árboles", advirtió Barros.
El riesgo de incendio es "muy alto" en una superficie de 206.000 kilómetros cuadrados, sobre el total amenazado de 398.000, según el estudio del IPAM. Setenta y uno por ciento de esa área se encuentra en el estado de Pará, en la Amazonia oriental.
Tres sitios concentran las mayores posibilidades de incendio accidental, de acuerdo con Nepstad. Dos eran previsibles, por pertenecer a zonas deterioradas por el avance de la frontera agropecuaria y maderera, en el este y sureste de Pará.
La tercera, en la región de Santarem, oeste de Pará, está en el corazón de la Amazonia. Una carretera, que une Santarem a Cuiabá al sur, proyectos agrícolas incluso para producción de soja, y el crecimiento de la población local, pueden explicar el riesgo, dijo Barros.
Además, esa zona es la punta de una franja de bosques amazónicos de menor humedad que se extiende hasta Roraima, en el norte, señaló Paulo Lima de Alencastro, un ingeniero forestal del Instituto Nacional de Investigaciones Amazónicas, de Manaos.
Los bosques tropicales presentan otro factor de vulnerabilidad: sus troncos no tienen la gruesa corteza que protege a los árboles de clima templado.
Por eso, en otras regiones el fuego alcanza pronto la copa de los árboles, mientras en la Amazonia suele ocurrir el llamado "incendio verde". Es decir, las hojas ocultan la quema del material combustible en el suelo y en los troncos.
"Pero los rboles mueren después", puntualizó Alencastro. (FIN/IPS/mo/ff/en/98