El gobierno de Chile creó un equipo especial encargado de planificar las medidas de prevención para la crisis informática del 2000, que podría generar pérdidas por 1.000 millones de dólares en el país.
Claudio Orrego, encargado del comité interministerial de modernización de la gestión pública, informó este jueves que en el ámbito gubernamental se requerirá una inversión de 70 millones de dólares para contrarrestar la crisis.
El consejo de ministros acordó hace una semana la creación del equipo especial de expertos, encabezados por Orrego, cuya misión será impedir en Chile el caos informático mundial que se anuncia para el 1 de enero de 2000.
Ese día, los sistemas informáticos retornarían al 1900, al identificar el año en sus relojes con un doble cero, de acuerdo con la modalidad de usar sólo los dos últimos dígitos para estos efectos.
Este "00" podría implicar la paralización de sistemas computarizados de regulación de servicios públicos, como el suministro de electricidad, agua y gas, e incluso de los equipos de regulación de semáforos.
Las mujeres nacidas en 1960 y los hombres que llegaron al mundo en 1965, que en el curso del 2000 cumplirán respectivamente 40 y 35 años de edad, aparecerán en los sistemas computarizados con 60 y 65 años.
Ello, porque la resta de los años 60 y 65 con el doble cero dará como resultado precisamente 60 y 65, edades que la legislación chilena establece para la jubilación laboral de mujeres y hombres.
Los sistemas de pensiones públicos y privados están en la mira de la llamada crisis informática, que afectaría también las reservas de vuelos aéreos, los cajeros automáticos y la rentabilidad de los depósitos, entre otras numerosas víctimas.
En Chile, este caos informático provocaría pérdidas tanto al Estado como a los privados del orden de los 800 millones de dólares y si las medidas de prevención no se adoptan a tiempo, el daño rondaría los 1.000 millones.
El tema fue analizado en los últimos días no sólo por el consejo de ministros, sino también por las Fuerzas Armadas, y en particular por el ejército, que también puso en marcha su propio sistema de prevención de este virtual virus informático.
Una comisión técnica designada el año último por el presidente Eduardo Frei preparó un primer diagnóstico sobre la situación, de donde surgió la recomendación de invertir 70 millones de dólares para salvaguardas en los sistemas informáticos estatales.
Las inversiones requeridas en el sector privado, especialmente en las administradoras de fondos de pensiones y en el sistema bancario, son muy superiores, estimándose que el gasto preventivo total será del orden de los 800 millones de dólares.
Frei dispuso que el problema sea enfrentado, desde el punto de vista de las decisiones políticas, por un comité que integran los titulares de los ministerios de la Secretaría General de la Presidencia, Interior, Economía, Secretaría General de Gobierno, Relaciones Exteriores y Hacienda.
Por recomendación de este grupo, se acordó crear un equipo operativo, que pondrá al día la evaluación del "Plan 2000", lanzado en 1997 con el propósito de que todas las entidades públicas adecuaran sus sistemas informáticos.
Orrego señaló que los resultados de esta primera aproximación al problema son variados, con diferente grado de respuesta entre los ministerios y otras reparticiones en cuanto a la preparación de planes de contingencia.
No se conoce aún un diagnóstico del conjunto del sector privado, aunque las cámaras empresariales, al igual que las universidades y otros entes académicos, trabajan también en análisis y formulación de planes.
El grado de prevención en Chile parece corresponder a un patrón mundial, ya que son numerosos los países en que las empresas y los mandos medios de las instituciones estatales aún no reaccionan ante esta, literalmente, virtual amenaza.
En su edición de esta semana, la revista Time señala que 60 por ciento de las empresas de Estados Unidos no adoptan aún medidas de prevención para neutralizar los riesgos del fatídico doble cero.
La misma publicación aporta sin embargo una nota de optimismo, al desechar los escenarios apocalípticos que la llegada del nuevo milenio podría suscitar en un mundo cada vez más dependiente de las computadoras. (FIN/IPS/ggr/ff/sc/98