Días antes de la llegada a China del presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, los residentes de esta capital discrepan sobre la conveniencia de la recepción oficial prevista para el dignatario en la plaza de Tiananmen.
Clinton llegará a Beijing el jueves 25, y será el primer presidente estadounidense en visitar el país desde que en 1989 el gobierno del líder supremo Deng Xiaoping ordenó el avance de los tanques y la represión de los estudiantes desarmados que exigían la democracia y el fin de la corrupción oficial en Tiananmen.
"Tiananmen es el lugar donde ocurrió la masacre", dijo la profesora Ding Zilin, cuyo hijo fue uno de los cientos de estudiantes y civiles muertos a raíz de la represión de manifestantes por la democracia.
La plaza "se convirtió en un símbolo. Es donde numerosas personas desarmadas fueron brutalmente asesinadas. Clinton caminará sobre una alfombra roja empapada con la sangre de nuestros seres queridos", afirmó.
Los jefes de Estado de otros países también son recibidos allí, "pero Estados Unidos es diferente porque es una superpotencia del mundo libre y se supone que debe defender la justicia", añadió Ding.
El joven empresario Wang Hui considera la cuestión desde otro punto de vista. "Tiananmen pertenece al pasado. China avanzó mucho desde 1989 y cómo eran las cosas entonces. Lo que importa ahora es si podemos reconocer esta diferencia. Si no podemos, entonces también pertenecemos al pasado".
La decisión de Clinton de aceptar el protocolo chino, incluso el saludo de bienvenida en la Plaza de Tiananmen, provocó un revuelo en el Congreso de Estados Unidos. Varios senadores instaron al presidente a rechazar la ceremonia si tiene lugar en el sitio de la masacre de 1989.
Pero Clinton desechó las objeciones. "Sencillamente, no acepto la idea de que aceptar el protocolo chino socava mi capacidad para fomentar los principios de Estados Unidos", declaró la semana pasada.
Se espera que Clinton aborde la cuestión de Tiananmen y otras de derechos humanos en un discurso que ofrecerá en la Universidad de Beijing, la más prestigiosa de China, donde se originaron las históricas manifestaciones por la democracia.
Sin embargo, esta posibilidad no parece quitar el sueño a la cancillería china. Los funcionarios saben que el pueblo confía más en los actos que en las palabras.
Se estima que la mera aparición de Clinton en la Plaza de Tiananmen representará varios puntos a favor del gobierno chino que ningún discurso crítico sobre los derechos humanos podrá borrar.
"En sus 200 años de historia, Estados Unidos tuvo muchos presidentes notables, pero la decisión de Clinton es equivocada", dijo Ding.
Cuando el presidente chino Jiang Zemin visitó Estados Unidos el año pasado, "Clinton le dijo a Jiang que, sobre la cuestión de Tiananmen, estaba en el lado equivocado de la historia", recordó la profesora.
"Pero si Clinton acepta la recepción de bienvenida como está prevista, él también estará en el lado equivocado de la historia", aseguró Ding.
Un ex integrante del Partido Comunista también considera poco aconsejable que el gobierno organice la recepción a Clinton en la plaza.
"Si fuera funcionario de la cancillería, no propondría darle la bienvenida a Clinton en la Plaza de Tiananmen", dijo Bao Tong, expulsado del Partido en 1989 por simpatizar con los estudiantes.
"Es un paso muy tonto. ¿Qué haremos si Clinton deposita una ofrenda floral por las almas de los estudiantes muertos?", se preguntó.
Bao fue secretario fiel de Zhao Ziyang, secretario general del Partido Comunista a fines de los años 80, que cayó en desgracia por su oposición a la masacre.
El propio Bao pasó los últimos nueve años en prisión o bajo arresto domiciliario, acusado de filtrar secretos de Estado e incitar el fervor contrarrevolucionario.
"No cambié de opinión mientras estuve en prisión", declaró a IPS pocos días después de recuperar sus derechos políticos a fines del mes pasado.
"Me opuse al uso de la fuerza contra los estudiantes y aún me opongo. Emplear la fuerza contra el pueblo es un crimen. Es lo más importante que quiero decir públicamente después de tantos años de silencio obligado", dijo.
Pero un día después de conceder a IPS y a un grupo de corresponsales extranjeros su primera entrevista en nueve años, el gobierno le retiró nuevamente a Bao Tongo el derecho de hablar a la prensa, revelando lo delicada que sigue siendo la cuestión de Tiananmen para las autoridades.
Otros chinos, sin tiempo ni ganas para discutir sobre el viaje de Clinton, ven la visita con mayor pragmatismo.
"A mis amigos y a mí no nos preocupa. A dónde vaya Clinton o a dónde no vaya no es tan importante, más importante es si le proporcionará algo de dinero a China", opinó el taxista de Beijing Fu Chengsheng. (FIN/IPS/tra-en/ab/ral/aq-lp/ip hd/98