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El secretario general de la ONU, Kofi Annan, abogó por una Corte Penal Internacinal (CPI) fuerte y creíble, pese a la oposición de numerosos diplomáticos de los 186 países presentes en esta capital en la inauguración de cinco semanas de deliberaciones para crear ese tribunal.

"Evidentemente, deben apuntar a un estatuto (de creación de la CPI) que sea aceptado e implementado por la mayor cantidad de estados posible", dijo Annan a los delegados en Roma.

"Pero el interés predominante debe ser el de las víctimas y no el de la comunidad internacional. Confío en que no vacilarán en crear una Corte con la fuerza e independencia para realizar su labor", añadió.

De todas formas, Annan reconoció el lunes pasado al iniciar las sesiones que las reservas de muchos países sobre la CPI son serias y se deben tomar en consideración.

"Algunos estados pequeños temen otorgar pretextos a los más poderosos para que avasallen su soberanía. Otros se preocupan porque la búsqueda de la justicia pueda, en ocasiones, interferir con la tarea vital de hacer la paz", declaró.

Muchos diplomáticos en Roma creen que la elección podría radicar entre una CPI con fuertes potestades y real independencia, pero pocos partidarios, y un organismo más débil, con un número mayor de países adherentes.

Tony Lloyd, funcionario de la cancillería de Gran Bretaña, reconoció que sería mejor otorgar mayor competencia a la CPI, aún si por esa razón algunos países dejan de respaldar, por varios años, el tratado que regirá al tribunal.

Pero la CPI necesitará el respaldo de al menos 50 países para entrar en vigor, añadió Lloyd.

Annan también estuvo de acuerdo en obtener, en primer lugar, una corte fuerte y luego, una gran cantidad de adherentes. "Para que la Corte sea creíble y resista la prueba del tiempo tiene que ser independiente y fuerte", declaró a la prensa.

"Para que una corte sea independiente, ningún órgano, unidad u organización podrá influir su labor en forma indebida. Una Corte débil e ineficaz no resolverá el problema", añadió.

El secretario general expresó su optimismo de que, con el tiempo, la "tremenda presión internacional" pueda generar la adhesión de otros países, como Estados Unidos.

Annan argumentó que el tratado podría integrar la misma tendencia de la Convención Contra las Minas Antipersonales, cuya firma se habilitó en Ottawa en diciembre, incluso a pesar de la oposición de Washington a los severos términos del pacto internacional.

La presión de las organizaciones no gubernamentales (ONG) ayudó a inclinar la balanza a favor del tratado, y el gobierno de Estados Unidos indicó que podría respaldar la prohibición de las minas terrestres, aunque no en forma inmediata.

"A mi juicio, es un nuevo tipo de diplomacia. No me amenaza ni me preocupa, de hecho, me complace", dijo Annan con respecto a las campañas de las ONG.

No obstante, los diplomáticos reunidos en Roma para las discusiones de la CPI tendrán dificultades para preparar un documento que sea la base tanto de una corte fuerte como de un texto de amplia aceptación.

David Scheffer, al frente de la delegación de Estados Unidos, dijo que su gobierno no está dispuesto a aceptar la discusión de ciertas cuestiones que vulneren la soberanía o la potestad del Consejo de Seguridad de la ONU.

Estados Unidos insiste que la proyectada CPI debe actuar en casos de "matanzas masivas" y otros grandes crímenes, en lugar de actos individuales cometidos por militares u otras instancias aisladas, dijo Scheffer.

Si el requisito para que actúe la CPI se limita a crímenes de gran escala, muchas de las diferencias sobre la corte "se disiparán con gran rapidez", arguyó Scheffer en un panel organizado por la organización No Hay Paz Sin Justicia.

El embajador estadounidense, a quien algunos activistas humanitarios consideran el gestor de un camino de moderación ante la oposición a la CPI manifestada por el Departamento de Defensa y el Congreso de su país, también insistió en que otros puntos se deben quitar de la agenda en Roma.

Scheffer pretende excluir de la discusión una lista de aparatos militares prohibidos, en la que se encuentran las armas nucleares, las minas antipersonales y las armas láser cegadoras, cuyo uso se consideraría un crímen contra la humanidad.

La cuestión no tiene futuro en las discusiones en Roma ya que probablemente las cinco potencias nucleares declaradas, que cuentan con poder de veto en el Consejo de Seguridad, no aceptarían la inclusión de las armas nucleares en la lista de elementos prohibidos, dijo Scheffer.

Así mismo, las minas y las armas láser no deberían incluirse como armas prohibidas porque "éste no es un ejercicio de legislación", sostuvo el embajador.

Estados Unidos también insiste en limitar la autoridad del fiscal de la CPI y fijar cierto grado de control del Consejo de Seguridad sobre la Corte. (FIN/IPS/tra-en/fah/mk/aq-ag/hd/98

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